Prólogo

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Todas soñamos de pequeñas con un príncipe azul, y claro, ¿Cómo no hacerlo? Si cada una de las películas de princesas siempre tenían la misma premisa: una chica dulce y femenina que por azares del destino terminaba metida en problemas y siendo rescatada por algún apuesto extraño, quien quedaba fascinado con su belleza, después le proponía vivir juntos en un mundo de ensueño. Inclusive, cuando somos lo suficientemente grandes para dejar esas películas, al final todas las comedias románticas tan vendidas al público femenino terminan siendo más de lo mismo, más complejo por supuesto, pero al fin y al cabo, siempre es uno de los dos mismos prototipos de protagonista masculino:

1. El que es perfecto. Sin más ni menos que agregar, es simplemente todo lo que alguien podría pedir: guapo, gentil, caballeroso, fiel, detallista, de esos que darían su vida por la protagonista.


2. El tipo malo reformado. Todo un patán en la mejor (o peor) extensión de la palabra, pero como por arte de magia el día que la protagonista llega o se va de su vida, este se transforma de manera abismal, y pasa a ser del primer tipo.

Todas somos merecedoras de amor al final del día y siempre habrá alguien que nos ame loca y auténticamente, eso es lo que tratan de transmitir esas novelas y películas románticas, ¿no?

Felices para siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora