Sahara

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Al día siguiente, Gavin despertó a Emily. Ella lo vio con un disfraz raro, hecho de licra verde con toques de negro oscuro mate y un antifaz en la cara.

—¿Por qué traes eso puesto? —preguntó adormilada.

—Porque estamos llegando —dijo Gavin, mientras tomaba su carcaj lleno de flechas y su arco.

—¿Es neta? —preguntó Emily, levantándose adormilada y poniéndose en la puerta del helicóptero.

—Sí —respondió Gavin, colocándose a su lado—. ¿Lista? —cuestionó.

—Así es —respondió Emily.

Ambos saltaron del helicóptero con paracaídas y cayeron en el Sahara. Kilómetros y kilómetros de desierto denso los rodeaban. Aterrizaron con precisión, recogiendo sus paracaídas rápidamente y asegurándose de que todo estaba en orden.

—Parece que no hay nada aquí —dijo Gavin.

—Pero el mapa marca exactamente aquí —mencionó Emily, sacando el mapa y siguiéndolo al norte.

—Pero no hay nada —dijo Gavin, remarcando lo obvio mientras se acercaba a Emily.

—Es curioso —respondió Emily, extrañada.

Repentinamente, la arena se tragó a Emily. Gavin quedó impactado y no alcanzó a reaccionar cuando también fue tragado por la arena. Se deslizó a gran velocidad hasta llegar a una ciudad antigua, cayendo al suelo de nalgas. Se levantó, sobándose.

—¿Qué fue lo que pasó? —se preguntó a sí mismo Gavin—. ¡Emily! —exclamó mientras la buscaba, preparando su arco para cualquier cosa.

Gavin caminó por las calles de la ciudad inspeccionándola y observando casas abandonadas. Una cobra pasó por sus pies, alarmándolo. Gritó por el susto y sacó volando a la cobra por los aires, que cayó sobre una placa de presión. Esto provocó que el lugar empezara a eclosionar, abriendo orificios de agua en las paredes. Gavin preparó su arco y su flecha por cualquier cosa. De repente, una pared se rompió y dejó entrar el agua. Gavin corrió, pero fue imposible; quedó encerrado contra la pared contraria. El agua estaba a punto de alcanzarlo cuando, de repente, un tridente dorado atravesó el agua y se clavó en el suelo.

Emily apareció, columpiándose del tridente y haciendo una acrobacia para aterrizar y agarrarlo, poniéndose enfrente de Gavin y partiendo el agua en dos. Gavin se cubrió, pero cuando se volteó, vio a Emily enfrente de él con el tridente en las manos.

—¡Agárrate de mí! —exclamó Emily.

Gavin se agarró de su mano. Emily agarró el tridente y lo desclavó del suelo. El agua se los llevó, pero gracias a Emily regresaron al desierto, esta vez cerca del mar. Gavin abrió los ojos y vio cómo a Emily se le formaba un disfraz ajustado al cuerpo, con escamas de piel color azul marino con toques verdes y dorado en las muñecas y en las botas. Gavin quedó sorprendido al verla, sintiendo en su corazón una atracción hacia Emily.

Coral CrusaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora