Si le preguntarán a Pancho si en su futuro se veía dónde está ahora, se hubiera reído de tan mala broma.
Él nunca quiso trabajar en la finca de su padre, de hecho, siempre espero volver al pueblo de su adolescencia y tener una educación digna.
Pero no se quejaba, al menos obtenía comida gratis y un techo, solo necesitaba trabajar duro y ya. Aunque justo ahora no le importaba nada de eso por la noticia que acaba de recibir.
—Trabajaremos junto a una finca cerca de aquí— Dijo su padre, que era un hombre de pocas palabras, a Pancho no le agradaba la idea de trabajar con alguien. No lo veía necesario.
Trato de refutarle que era una mala idea, pero no sirvió de nada.
—Tendrás que acostumbrarte— Resonaba la voz de su padre en su cabeza, sabía que no lo haría pero ya quedó claro que no importaba su opinión.
No sabía si era asco hacía él, pero siendo honesto, si fuera su padre también sentiría asco hacía si mismo.
Justo ahora, se encontraba preparando la tierra para los cultivos pensando en la conversación que tuvo con su padre. El nuevo llegaría pronto, pero no le interesaba recibir a las visitas. Prefería aprovechar el tiempo en algo más efectivo.
Que mal que sus plegarias nunca son escuchadas.
Su padre lo llamó, y esperaba que no fuera para saludar o algo relacionado con la otra finca, pero muy en el fondo sabía que no era su día de suerte con solo ver al hombre frente a él.
Se veía como una mierda en su opinión.
Camisa desabrochada, frenillos arriba y que le faltaba un diente (aunque no podía decir mucho, a él le faltaban sus dientes frontales), alto, sonriente con un sombrero de paja, y moreno.
Por supuesto que ya podía ver que no era de fiar.
—¡Hola Old Sport! Placer hacer negocios con tu padre— Extendió su mano para saludarle educadamente, pero el podía ver a través de esa fachada.
Se cruzó de brazos y no le hubiera respondido sino fuera por la mirada penetrante de su padre observándolo.
—Hola, supongo— Dijo, tomando su mano, agitando rápidamente soltando esta para limpiarse con su pantalón roto.
Hubo un silencio incómodo, ninguno se atrevió a decir una palabra hasta que su padre habló.
— Bueno, pónganse a trabajar, que aquí no estamos para hacer amigos — Salió muy probablemente para salir a fumar, dejando a los dos extraños solos.
Aunque no por mucho, ya que Pancho salió por atrás para volver a lo que hacía, ahora acompañado del más alto.
— Y.... ¿Cuál es tu nombre?— Le pregunto tratando de sacar un tema de conversación, agarrando unas semillas para meter en su saco.
—¿Te importa? Esto es temporal, no te acostumbres— Fue en contra de las palabras de su progenitor, y prefirió tragarse la mentira que acaba de decir antes de adaptarse a trabajar en compañía.
El azabache solto unas carcajadas y empezó a trabajar, ignorando por completo el comentario del contrario.
No presionó más en su nombre, pero el más bajo pudo escucharlo susurrar que su nombre era Juancho.
Por alguna razón, ese nombre le sonaba pero no recordaba dónde.
Tampoco le importaba si era honesto.
— Old Sport ¿Por qué pones las semillas de esa manera? ¡Así el maíz quedará muy cerca y no podrán crecer correctamente! — Insistió, así es como se hacía en su finca, y le funcionaba ya que el maíz crecía más rápido.
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Ω★⟨Tragedia en la finca⟩★Ω
HumorPancho, un chico normal, se encuentra trabajando en la finca de su padre cuando recibe una gran noticia de este que cambiaría el rumbo de su vida... Y la verdad, prefirió vivir sin esa noticia a escucharla. Pero un par de manos extra nunca han venid...