La Terapia

Donde Todo Comenzó

Luego de bajar de uno de los tantos escenarios que habían compartido ambas "joyas" de la escena musical urbana chilena, fueron separados por sus asistentes personales, siendo llevados cada uno a sus camerinos, pero algo había notado antes de eso el menor, David, más conocido como Kidd Voodoo. Había visto cómo los ojos, las expresiones y los movimientos de su querido amigo Young Cister cambiaban antes de poder disimularlo.
Al entrar en su camerino, solo pudo pensar en qué le pasaba a su amigo, no era normal en él exponerse así en un show, por mucha pena que tuviera. Fue entonces, que sus pensamientos fueron interrumpidos por una imagen varonil ingresando por la puerta, entre gritos del staff y cerrando con pestillo rápidamente la iluminada habitación.
Era él. Esteban, quien apoyó su frente contra la puerta y solo emitía sonidos reprimidos, sollozos más bien. Voodoo quedó un poco paralizado con tal escena, solo miraba cómo su amigo Esteban balanceaba su cabeza sobre la superficie, pero logró despertar de aquel extraño momento cuando el mayor golpeó la puerta con su puño, soltando así un grito con el cual comenzó a llorar. David se paró y se acercó abruptamente.
-: "¡No te acerques!", gritó Cister.
-: "Pero...", pronunció David.
-: "Quédate ahí... No estoy bien... ", respondió entre lágrimas.
-: "No puedo verte así, y quedarme parado", dijo Kidd acercándose de a poco.
-: "Por favor, no...", trató de decir el piel canela.
:- "Lo siento, no puedo", dijo con decisión el chico de ojos alargados.
David, o más conocido como el Satiro, se acercó por atrás, lentamente, como si sus pasos lo fueran a delatar, y sin obligarlo a levantar la mirada, lo abrazó por la espalda, apoyando su cabeza en la espalda del más alto. Cister se sorprendió, pero extrañamente no le molestó, más bien sintió que eso era exactamente lo que necesitaba.
Cuando los brazos del menor rodearon su cuerpo, tomó la mano de este y entrelazó sus dedos, formando así un encaje perfecto entre sus pieles, quedándose así por varios minutos.
-: "Aquí estaré, siempre", dijo el menor.
-: "No hubiera venido aquí si no lo supiera", dijo el más alto, mucho más tranquilo.