Despertar del talento: Parte 2

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La sombría cuchilla de Kirai chocó contra el robusto arco de su primo -Eres una vergüenza- Aseguró el pelinegro retrocediendo un poco para señalarlo con el filo de su cuchilla negra.

-Eres un año mayor y aún así no eres capaz de vencerme en combate- Acusó, tocando el honor del de melena más larga y rasgos más asiáticos.

-Hoy eso cambiará- Aseguró el mayor, cargando una flecha en su arco para acto seguido lanzarla a toda velocidad.

La velocidad normal de una flecha no era ningún problema para Kirai, quien, sin mucha dificultad esquivo aquel ataque.

Hokori sonrió al ver esto y usando las corrientes de aire a su favor giró la flecha de forma violenta, haciéndola también aumentar su velocidad de forma drástica, logrando hacer un leve corte en su primo.

-Pese a ser "El gran Kirai", el hechicero de las sombras, nunca mejor dicho, porque siempre estarás a la sombra de tu padre, siempre serás "el hijo de", siempre serás uno del montón y eso te consumé por dentro-  se burló ahora el mayor, enfureciendo en demasía al menor de los primos.

Las palmas del de rasgos asiáticos se juntaron con los dedos extendidos, apuntando hacía su contrincante.

Mientras su primo le apuntaba, Kirai hizo aparecer de entre las sombras un par de figuras similares a lobos hachos de un liquido espeso similar a la brea que en seguida se endureció, la verdadera pelea familiar había comenzado.   

Una cortante ráfaga de aire impactó sobre una de las sombras con forma de lobo, cortándola por la mitad y volviéndola un simple charco negro.

Los otros dos lobos atacaron al de rasgos asiáticos, el cual, pudo esquivar ambas sombras vivientes con bastante soltura.

De entre las sombras emergió su primo, tratando de asestar una puñalada, la cual Hokori se vio obligado a esquivar, ejecutando una ágil voltereta para ello.

En dicho salto, una de aquellas sombrías criaturas aprovecho, consiguiendo morder al mayor de los primos.

Pese a ser simplemente sombras, Kirai tenia la capacidad de controlarlas a tal nivel que estas no solo  se volvían tangibles, si no que también adquirían una gran dureza, logrando desgarrar el kimono del de la melena negra y también llegando a hacer algunos cortes en su resistente brazo.

-Mierda- Maldijo Hokori, sacándose de encima al sombrío animal, agitando su brazo para mandarlo a volar, desintegrándose este con el golpe.

Trató de agarrar una de sus flechas, colocarlas en el arco y tensar la cuerda, pero, debido a su reciente herida, se vio incapaz de tensar el arco de forma correcta, sorprendiéndose al ver como su primo menor se aproximaba a toda velocidad en su dirección.

En otra parte del bosque, las espadas de Arathem y Saino chocaron, haciendo saltar chispas.

El chico de kimono blanco sintió una gran presión en los brazos, casi como si estos se fueran a desmontar por la fuerza que ejercía la de pelo negro, realmente la potencia de sus golpes no era de este mundo, aún así podía seguirle el ritmo.

El corazón de Arathem latía fervientemente, cada vez más y más rápido, al punto de empezar a sentirse acalorado.

¿Esta era la belleza real de una pelea? La adrenalina corría por sus venas a toda velocidad, afinando sus sentidos y haciéndole ignorar el dolor y entumecimiento de sus músculos.

Quería intentarlo, debía intentarlo, un golpe más veloz, más fuerte,  toda aquella emoción hacían que Arathem acelerara su energía interna más que nunca para no quedarse atrás.

Más veloz, más fuerte, más intenso, cada golpe superaba al anterior equiparándose cada vez más a Saino a cada segundo que pasaba.

-Puedo notar como tiemblas- Intimidó Surei al rubio, mientras en una parte alejada del bosque lo acorralaba con los ágiles golpes de su bastón.

Arathem II: Duelo, legado y destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora