10 de junio

261 17 6
                                    

Sé que vengo algo tarde, pero se me juntaron unas cosas, pero al fin estoy aquí. 

Espero que les guste mucho esta historia. 

Si la puse con clasificación Maduro es por algo, así que si son menores de edad, lee bajo tu propio riesgo, advertido estás. 

10 de junio

Hoy había sido un día especial, pues no todos los días se cumplían 17 años, con esto, Kurumi Tokisaki estaba justo a uno año de obtener la mayoría de edad y eso le daba una sensación de orgullo, quizás porque sentía que todo lo estaba haciendo bien.

No tenía problemas en los estudios, incluso si no era tan aplicada como Origami Tobiichi, la jefa de la clase, tampoco era tan buena en los deportes como Kaguya Yamai, una de sus mejores amigas, pero tenía buenos reflejos y dedos veloces, todo gracias a que jugaba muchos videojuegos; eran su gusto culposo.

Después de todo, la familia Tokisaki era respetada y tenían una muy buena reputación con los vecinos y con cualquiera que pudiera conocer tanto a la madre como al padre. Como única hija, debía estar a la altura.

Ahora mismo, Kurumi se encontraba en su habitación, la cual era bastante grande, ya que tenía mucha ropa y muchos zapatos, incluso su propia televisión y su propia mesa para tomar el té o comer, pues aparte tenía su escritorio donde se encontraba su laptop y sus libros de la escuela.

Ella estaba en la cama, usando una blusa de tirantes y un mini-short, un conjunto de ropa que era cómoda, pero reveladora y resaltaba sus pechos y sus piernas.

«Este año tuve muchos regalos, aunque hubo algunos repetidos, mamá me compró un vestido nuevo, igual que el año pasado y el pasado. Papá aún no me ha dado un regalo, Kaguya me regaló un videojuego...» Mientras listaba sus regalos mentalmente, algunos de ellos estaban ahí, encima de su cama, tenía una caja de chocolates, una cajita con un juego RPG de aventura medieval en la que dentro solo estaba el código para poder descargarlo, un labial, maquillaje, un llavero de gatito —Otro más a su colección, pues tenía gran variedad—, aretes nuevos y un peluche de gatito de color blanco.

Kurumi observó al gatito con sus ojos rojos y esbozó una tierna sonrisa, recordando que esto se lo había regalado una persona muy especial: Shidou Takamiya.

«Me encantan los peluches de gatito, pero... me hubiera gustado que de regalo me confesara lo que en verdad siente por mí». Abrazó al peluche con algo de fuerza. «Cielos, ¿por qué te tardas tanto, Shidou-san?»

En ese momento, se abrió la puerta de su habitación, allí se asomó un hombre que tenía cabello corto de color negro y ojos castaños.

—¡Otoo-san! ¿Qué haces entrando sin avisar?

—Pensé que no estabas aquí, no haces ni ruido, ratoncita~.

La joven de cabello negro soltó un suspiro.

—Entonces, ¿puedo pasar?

—Ya estás aquí...

—Estoy aquí por una muy buena razón. —Cerró la puerta tras de sí y le mostró una pequeña bolsa de cuero—. Te traje tu regalo de cumpleaños.

—Oh, ¿y ni siquiera está envuelto?

—¿Desde cuándo eres tan quisquillosa, ratoncita? —Se sentó en el borde de la cama y Kurumi hizo un puchero.

—¿Ya podrías dejarme de decir así? Ni siquiera recuerdo por qué me diste ese apodo.

—Porque le gustas a los gatos. A los gatos le gustan los ratones~.

10 de junioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora