Capitulo 1

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-Gracias - pronunció Akio viendo la gran grieta que estaba a unos pocos metros de sus pies.

Suguru Geto se limitó a asentir con una ligera sonrisa.

-Una de mis maldiciones fue eliminada - informó mientras soltaba el brazo del contrario y lo veía acomodarse a su lado.

-Parece que finalmente le dio por hacer algo - suspiró alzando la vista a su compañero -, deberíamos de ir.

-Eso mismo pensaba - concordó dando media vuelta -, es posible que aún esté ahí.

Suguru indicó el camino, por su parte el muchacho rubio asintió y empezó a seguir al hechicero de clase especial.

Los dos caminaron a la par en dirección a la intersección justo en frente de dónde se encontraban. Pero apenas dieron unos cuantos pasos dentro del que parecía ser un interminable pasillo, un muro de arbustos se levantó justo a sus espaldas. Bloqueando cualquier opción de regresar.

Los dos hechiceros se miraron entre sí, acordando silenciosamente que estarían preparados para cualquier ataque.

Un largo y ruidoso crujido se escuchó en los alrededores, no parecía venir de un punto en específico, más bien provenía de todas partes. Gracias a esto, Akio desenvainó su espada.

Una serie de raíces se dispararon de entre la espesura atacando a los dos hombres.

-¡En guardia! - exclamó el espadachín haciendo un corte limpio en varias de las cepas que iban en su dirección.

-¡Sí! - respondió el pelinegro haciendo uso de su habilidad e invocando a una maldición.

No mucho tiempo después de estar arremetiendo en contra, los ataques se detuvieron abruptamente, pero ni Geto ni Tsujimura se quedaron tranquilos ante esto.

-¿De verdad terminó...? - preguntó el usuario de la técnica de manipulación.

-Puede ser - replicó el rubio sin mucha seguridad -, pero no hay que bajar la guar- ¡Cuidado!

Antes de que pudiera terminar la oración una gran raíz se lanzó en dirección a Suguru. Al ser tan rápido y repentino, de no haber sido por Akio, no lo habría podido esquivar.

-¡Tsujimura! - exclamó sorprendiéndose - ¿estás bien?

-Estoy bien, no te distraigas - habló entre dientes frunciendo el seño debido al creciente dolor de la herida, pues si bien había conseguido que Suguru saliera ileso fue diferente para si mismo.

Ignoró la sensación del líquido caliente deslizándose sin parar por su brazo derecho y sostuvo con firmeza su arma con el brazo contrario.

Suguru Geto miró a su compañero con una preocupación desbordante. No desconfiaba de sus habilidades, pero que al ayudarlo a él haya salido lastimado...

Sin embargo, no tuvo más tiempo de pensar en eso cuando un estruendo sonó provocando que volviera su mirada a su entorno y se sorprendiera aún más.

Los arbustos, que antes hacían la función de marcar el camino, se movieron y en un movimiento brusco también empezaron a atacarlos.

Esa maldición si que estaba decidido a matarlos justo ahí.

Al poco tiempo de estarse defendiendo, Akio comenzó a cansarse. Haber pasado dos días enteros encerrado en ese lugar le estaba pagando factura.

El joven rubio alzó su katana asestando un golpe en el arbusto que venía por él de frente, pero sus ojos se abrieron al darse cuenta que había quedado trabada entre la maleza. Intentó sacarla, pero fue en vano y, en su lugar, recibió el ataque enemigo siendo lanzado hasta impactar con el muro de matas, aparentemente inmóvil.

Al igual que el dueño, el arma salió disparada y cayó a unos cuantos metros del pelinegro, dándose cuenta de la situación.

Geto tomó la hoja y se giró en dirección a su compañero, teniendo el propósito de ayudarlo. Por su parte, Akio apenas se levantaba con dificultad.

-¡Tsujimura, detrás de ti!

Pero ya era tarde.

El espadachín sintió una presión en su cintura y, antes de que pudiera reaccionar, una raíz lo estaba aprisionando. No solo por su cadera, sino que también por sus brazos.

Akio alzó la vista y miró al hechicero de grado especial, quién se abría paso desesperadamente queriendo llegar a él. No llegaría a tiempo. Cómo última esperanza, incluso si fuera imposible, Suguru extendió su mano esperando que Akio pudiera tomarla.

Sin saber muy bien porque, el rubio también extendió su brazo, pero un fuerte tirón le hizo saber que no sería posible.

Lo último que vió fue el rostro de Suguru Geto lleno de desesperación intentando alcanzarlo.

Lo último que vió fue el rostro de Suguru Geto lleno de desesperación intentando alcanzarlo

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Los ojos de Akio se cerraron con fuerza ante la molesta sensación de su cuerpo impactar contra las pequeñas ramas del interior de los arbustos, ganándose varios rasguños y cortes menores.

No fue hasta que dejó de sentir aquello que abrió levemente los ojos, llevándose la agradable sorpresa de que ahora se encontraba en un espacio vacío rodeado de oscuridad.

El sonido seco y el desagradable dolor en su espalda le hizo saber que había llegado finalmente a una superficie sólida.

Miró a sus alrededores notando que la oscuridad lo rodeaba por completo y el "suelo" se movía como si de agua se tratará.

-¿Dónde...? - pero no le dió tiempo de formular la pregunta cuándo un centenar de ojos se abrieron, fijando sus pupilas en él.

Poco a poco la figura de una maldición se fue atenuando alrededor de los orbes. Tsujimura hizo el ademán de querer blandir su espada, entonces fue consciente de que no la tenía consigo.

-Mierda - susurró al darse cuenta de lo jodido que estaba.

Sin perder más tiempo, la maldición le lanzó un ataque, dispuesto a acabar con él, afortunadamente Akio fue lo suficientemente rápido como para esquivarlo.

¿Cuál era la mejor opción?

¿Aguantar hasta que Suguru llegará? Pero, ¿acaso aguantaría hasta eso o... siquiera llegará?

¿Debía defenderse? ¿Sus habilidades serían suficientes sin su espada?

La maldición volvió a atacar. Debía tomar una decisión rápido así que optó por la opción con la que más probabilidad de sobrevivir tenía.

-¡Extensión de dominio! - el rubio se detuvo y tomó posición - ¡Campo de flores lunares!

-¡Extensión de dominio! - el rubio se detuvo y tomó posición - ¡Campo de flores lunares!

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⏰ Última actualización: Jun 21 ⏰

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