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El ambiente de repente era tenso, se sentía la confusión de Pavel y la aparente molestia de Pooh.
Las palabras se incrustaron en la garganta de Pooh, se sentía incapaz de expresar lo que pasaba por su mente.

Pavel tragó saliva cuando vio el rostro del menor, ahí estaba esa mirada triste otra vez, pero ahora parecía mezclada con terror.

—¿Qué sucede? Pensé que te había ayudado —Pavel puso sus manos sobre las de Pooh que seguían empuñadas sobre el cuello de su camisa.

—¿Cómo se supone que eso es ayudar? Es mi jodido trabajo satisfacer a esa mujer y tú te la llevaste de esa forma.—Pooh sentía sus ojos arder al intentar no caer en llanto.—¿Quién crees que eres?

Pooh apretó aún más sus puños alrededor de la camisa de Pavel, su respiración era difícil de controlar.

—¿Qué?

—No tenías por qué llevártela, imagina si tan solo no me hubiera pagado.

Pavel resopló incrédulo. Por un segundo entendió que era lo que estaba pasando y se le hacía tan ridículo que incluso daba risa.

Apartó las manos de Pooh que tenía sobre su camisa y la acomodó mientras miraba a cualquier otro lado que no fuera la cara del menor.

¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Qué me quedará ahí sentado viendo cómo se sobrepasaba contigo?—Pavel tensó su mandíbula, su estómago se revolvió al darse cuenta de su propio enojo. —¿Acaso me invitaste para que viera cómo esa maldita vieja ponía sus manos sobre ti?

De algún modo debes darte cuenta del tipo de persona que soy. —murmuró.

Pavel arrugó su rostro mucho más incrédulo que antes.

—¿Eres imbécil? ¿Crees que no lo sé?—Pavel se acercó a Pooh, quedando más cerca de lo que su enojo lo hacía ver—. Yo mismo toqué tu cuerpo y di dinero a cambio. No pretendas darme asco cuando eso significa tenerme asco a mí mismo.

Pooh miró hacia otro lado, intentando escapar de la mirada de Pavel.

Si tanto quieres que me aleje, puedo hacerlo. Ni todo el dinero o las ganas que tengo de ayudarte son más fuertes que tu desprecio a ti mismo. —Pavel se detuvo un momento, pasando una mano por su cara en un intento de calmar su ira, no tenía por qué estar enojado.

Pooh suspiró, mirando desde su lugar a Pavel. Ambos se quedaron callados durante unos segundos, y el mayor lucía exasperado.

Puedo pagarte si eso es lo que te preocupa—murmuró el mayor.

Pooh resopló.

No entiendes ni un poco la situación—dijo incrédulo. —Pavel, esta es mi vida. Está en la forma que tengo de vivir y no puedo permitirme errores.

El mayor asintió, pasando la lengua por el interior de su boca.

—¿Cómo esperas que entienda la maldita situación si esta es tu forma de mostrarme que no me quieres cerca? —Pavel sonrió, notando el dolor que poco a poco se instalaba en su cabeza.

Es mi culpa por creer que lo entenderías. No debí invitarte.

—Tienes razón, no debiste invitarme.

Pavel se alejó, tomando asiento en el sillón.

Ya es tarde y no quiero tener que conducir. Quédate esta noche, le diré a sailub que te recoja en la mañana.

Pooh giró su cuerpo, observando cómo Pavel sobaba sus sienes.

Um.

Pooh reprimió las ganas de llorar que sentía, caminando hasta las escaleras y subiendo hasta la habitación. Esta vez camino hasta el cuarto de invitados, notando que no había mucho más que un sofá cama y algunas sábanas; todo lo contrario a la habitación de Pavel.

Suay [PoohPavel] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora