Pequeñas lágrimas caían del rostro más tierno que una madre pueda imaginar. Ella tomó al niño en sus brazos y le cantó una suave canción. Al terminar, el niño se tranquilizó. Ella sonrió mientras lo observaba y le preguntó...
-¿Has escuchado la historia de un conejo saltando hacia la luna? -preguntó con una voz suave.
-No -susurró entre sollozos silenciosos.
-El conejo se enamoró tanto de la hermosa luna que saltó tan alto hasta llegar con ella. La amaba tanto que se quedó a su lado -pronunció con delicadeza.
-Pero, ¿dónde está el conejo? No hay conejo en la luna -dijo después de relajarse.
-El conejo aparece cuando hay luna llena. Podemos observar al conejo en ella; esa es una muestra del amor que se tenían y la prueba de que él está con ella -sonrió.
-Mami, yo también quiero estar con mi luna -dijo sonrojado.
-Claro que estarás con tu luna. Todos los lindos conejitos van con la luna. Cuando crezcas, llegará tu turno de ir con ella -le peinó el cabello.
-¡Claro, Mami! ¡Comeré muchas zanahorias para ser fuerte y grande! -sonrió enseñando sus dientes delanteros.
-Así es, mi niño.
-Mami, ¿la luna es bonita?
-Dicen las historias que la luna es muy hermosa y que casi no se puede describir su belleza.
-¡Woo! ¡De verdad! -saltó alegre.
-Pero, JK, debes prometerme que, aunque tu luna no sea bonita, siempre la amarás -dijo con seriedad.
-Claro, mamá, amaré a la luna tal y como es.
-Así se habla, mi pequeño niño... -lo acarició.
El pequeño JK de cinco años nunca pensó que se encontraría con su luna esa misma noche. JK, al escuchar unos llantos a medianoche, salió de su casita y se adentró en el bosque, donde la luz de la luna brillante alumbraba a una pequeña figura que lloraba con mucha fuerza.
-Oi, ¿estás bien? -se acercó.
La pequeña figura dejó de llorar y se levantó para voltearse a ver aquel pequeño conejito negro. El infante JK solo miró aquello con asombro al percatarse de quién era.
-Tú eres...
La pequeña figura era una joven conejita de pelaje blanco como la nieve, sus ojos reflejaban el brillo de la luna. Ella sonrió tímidamente y respondió:
-Soy Luna.
JK no podía creerlo, había encontrado su luna tan pronto. Los dos conejitos se sentaron juntos bajo el resplandor lunar y comenzaron a hablar. Luna le contó cómo había llegado al bosque buscando consuelo, y JK le habló de la historia que su mamá le había contado.
Pasaron las horas y los dos pequeños conejitos sintieron una conexión especial. Cuando la noche estaba por terminar, Luna tomó la mano de JK y le dijo:
-¿Sabes? Mi mamá también me contó una historia. Ella decía que cuando dos conejitos se encuentran bajo la luz de la luna llena, sus corazones pueden unirse para siempre.
-Entonces, ¿tú también saltaste hacia la luna? -preguntó JK con asombro.
-Sí -respondió Luna-. Y parece que encontré lo que estaba buscando.
-¿Me buscabas a mí? -preguntó.
-Sí -sonrió ella-, tengo que regresar al templo. ¿Podrías guardar un secreto?
-Claro, lo que pidas, mi Luna -rió él, con una sonrisa inocente.
La pequeña Luna, al verlo, sonrió tristemente y lo abrazó suavemente, sintiendo el calor del pequeño cuerpo en sus brazos.
-Por favor, no le digas a nadie que nos hemos encontrado o se desatará el caos en las tribus. Aún somos pequeños y no es el momento de estar unidos -dijo, observándolo con ojos llenos de tristeza y preocupación.
-Pero no quiero -el pequeño JK infló sus mejillas con enfado, sus ojos brillaban con la fuerza de su determinación-. Jum.
La pequeña Luna solo lo abrazó con más fuerza y susurró un suave cántico. De pronto, el pequeño JK quedó profundamente dormido en sus brazos, su respiración se volvió tranquila y constante.
-Perdóname, JK. Es por nuestra seguridad. Este momento quedará grabado en mi corazón hasta que nos volvamos a ver -le dijo, con lágrimas cayendo por sus mejillas, y le dio un cálido beso en la mejilla-. Bom, ve a dejar a mi amado en su casa sin que nadie se dé cuenta.
De las sombras apareció un conejo negro, que sin decir una palabra, tomó al pequeño conejito con delicadeza. Luna solo observaba cómo se lo llevaban, derramando lágrimas que caían silenciosamente. Su corazón dolía intensamente; ahora que se habían encontrado, sería difícil ignorar esa conexión que había entre ellos.
Luna se abrazó a sí misma, temblando por la mezcla de emociones. -Es por nuestro bien. Si esos ancianos se enteran, correrías peligro -murmuró para sí, tratando de convencerse de que había hecho lo correcto.
Mientras veía desaparecer a JK en la distancia, una sensación de soledad la invadió. Luna sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que el dolor fuera menos agudo. Miró hacia el cielo, donde la luna llena brillaba intensamente, y susurró una promesa al viento:
-Nos volveremos a ver, JK. Hasta entonces, cuidaré de nuestro secreto y soñaré con el día en que podamos estar juntos sin temor.
Con ese pensamiento, Luna se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso al templo, sus pasos ligeros pero firmes, llevando en su corazón la esperanza de un futuro mejor.
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𝚂𝚊𝚕𝚝𝚘 𝚑𝚊𝚌𝚒𝚊 𝚕𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊ᵕ̈
FantasyEn la quietud de la noche, bajo el resplandor de una luna de enero, sus palabras se entrelazaron en susurros cargados de ternura y emoción. "Luna de enero y el amor primero", susurró él, su voz apenas un susurro en la brisa nocturna. "Esa es una bo...