casa nueva

18 2 0
                                    


Tras la muerte de su esposo, Emili quedó devastada. Su ausencia era muy notable, especialmente para sus hijos, Albert y Rose.

Emili sabía que tenía que sacar fuerzas por sus hijos. Así que, dos años después de haber vivido con su madre, decidió mudarse a una nueva casa para empezar desde cero. Semanas después, logró comprar una casa lejos de este lugar.

El día de la mudanza, Emili llevó a Albert y Rose al auto.

"Tranquila mamá, estaré bien. Creo que esto es una nueva oportunidad para mis hijos también. Quiero que se despejen un poco... de todo esto", dijo Emili, sosteniendo una caja para guardarla en el auto.

"Lo sé, Emili. Es algo nuevo y bueno para ustedes tres. Toma esto, recuerda echar sal en la puerta y también en los lugares donde no quieras que pase nada malo", respondió su madre, entregándole agua bendita y unos crucifijos.

"Mamá, creo que esto es un poco innecesario. Créeme, no pasará nada", replicó Emili, que no creía en lo sobrenatural y se sentía tranquila.

"Nunca se sabe cuándo lo necesitarás", dijo su madre.

"Está bien, si tú lo dices, lo llevaré", sonrió Emili, tomando los crucifijos y el agua bendita. Sabía que su madre creía en fantasmas.

Emili subió al auto con sus hijos. Tras despedirse, encendió el vehículo y partió hacia su nueva casa.

El viaje tomó alrededor de tres horas, ya que la casa estaba un poco alejada del pueblo. Al llegar, Emili observó que la casa lucía remodelada recientemente, aunque no parecía tan vieja. Bajó primero y se encontró con la dueña de la casa, una mujer mayor que lucía cansada.

"Buenas tardes, mucho gusto, soy Laura", dijo la mujer con una leve sonrisa, estrechando la mano de Emili.

"Yo soy Emili, encantada de conocerla", contestó con una sonrisa.

"Bueno, esta es oficialmente su nueva casa", dijo Laura, entregándole las llaves.

Mientras tanto, Albert y Rose salieron del auto y comenzaron a explorar la casa. Al entrar, se encontraron con una escalera que llevaba al segundo piso, decorada con una alfombra grande y roja. Los dos niños, curiosos, subieron rápidamente.

Albert dejó sola a Rose, quien caminaba por un pasillo para elegir su nueva habitación. Albert, por su parte, se asomó a una ventana y vio un columpio en un árbol del gran patio trasero, quedándose un rato observando.

Emili, después de despedirse de Laura, comenzó a desempacar. Al entrar a la casa y suspirar profundamente, sintió que esto era un nuevo comienzo para ella y sus hijos.

_____

Me dirijo a ustedes, lectores de este proyecto que hace meses vengo tratando y planeando. Les comento que estaré subiendo un capítulo por semana. Puede que algún día se atrase por temas personales, pero trataré de ser lo más constante posible. Sin más que decir, me despido.

Más Allá De La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora