• única parte •

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La madre de Pepa y Salo ya estaba mejor ya solo esperaban que la pudieran dar de alta, ellos jamás se separaron de su madre, no querían dejarla sola en ningún momento, sentados en la sala espera los dos hermanos Roble estaban en silencio y aunque ninguno decía nada, la idea que los mayores Villa de Cortes les habían dado cruzaba por su cabeza y no podían pensar en otra cosa que no fuera aquella idea.

Salo tenía mucho coraje en todo su cuerpo y el en verdad quería lastimar a todo aquel que pusiera en peligro a su madre pero, lo único que lo detenía era su hermano, acceder a la idea de los Villa de Cortes ponía en riesgo a su hermano y si algo le pasaba a Pedro Pablo jamás se lo perdonaría y por otro lado estaba Gala el la ama tanto que no les gusta para nada la idea de dejarla sola con todo esto.

Pedro Pablo en vez de enojo sentía un gran alivio en su ser, su madre ya estaba bien pero, el era muy consciente de que no estaban a salvo, Mauro y Ginebra seguían sueltos y ellos eran capaces de hacerles daño sin importar nada, y la idea que tenían Bosco y Gala era muy peligrosa pero, era claro que no iba a dejar solo a Bosco y estaba seguro que su hermano tampoco dejaría sola a Gala y también estaba su hermano jamas permitiría que su hermano se pusiera en riesgo solo.

Los pensamientos de ambos hermanos se detuvieron cuando Gala y Bosco entraron con dos cafés cada uno en sus manos, Gala se sentó junto a su novio y Bosco tomó el lugar junto a su amigo y le ofreció uno de los cafés, Pedro Pablo lo tomó con una media sonrisa.

— ¿Cómo estás? — preguntó Bosco.

— Bien, ya estoy mejor. Mi mamá ya está bien y eso me tranquiliza.

— Me alegra oír eso.

— Gracias por estar aquí.

— No me imagino en otro lado — Bosco rodeo los hombros de Pepa en un pequeño abrazo reconfortando a su amigo.

Ahí estaban de nuevo esas mariposas que siempre aparecen cuando está cerca de Bosco y revolotean por todos lados cuando Bosco dice y hace ese tipo de cosas, Pedro Pablo sabía que estaba perdido, estaba completamente enamorado de ese chico, de él y de todo lo que conforma la persona que es Bosco. El rizado sonrió en respuesta al comentario.

— ¿Ya pensaron en la idea que tenemos? — preguntó Gala a los dos hermanos Roble, ambos se miraron.

— Gala la verdad a mi no me parece tan buena idea lo que están planeando, Ginebra y Mauro son muy peligrosos y ni siquiera tenemos un plan — habló el más pequeño de los Roble.

— Si ustedes no quieren ir, Bosco y yo lo haremos de todas formas.

Antes de que alguien pudiera contestar el teléfono de Gala empezó a sonar indicando una llamada, era Geronimo, la chica contestó y puso en altavoz la llamada.

— ¿Qué pasa Gero?

— Ya tengo la información — contestó del otro lado de la línea — Mañana a primera hora Mauro se verá con uno de sus socios — los cuatro se miraron — Te mando la dirección.

— Sí, gracias.

Al terminar la llamada nuevamente se miraron.

— ¿Qué piensan? ¿irán con nosotros? — pregunto Bosco mirando a los hermanos Roble.

— Chale pues está bien — Salo accedió y miró a su novia — Si ya no te puedo quitar esa idea de la mente, los voy a acompañar para que por lo menos no esten solos.

— Bueno, si van los tres yo no los voy a dejar solos.

Y después de las palabras de Pedro Pablo, todos estaban de acuerdo, irían juntos a enfrentar a Mauro.

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