Un millón de estrellas

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Un millón de Estrellas (Capitulo Único)

5 de Febrero de 2024

Un año más, cincuenta y dos para ser exactos, un año más en su vida, que pasaría desapercibido para ella como siempre desde que su madre murió pues no le agradaba celebrar la fecha pero esté era diferente, este año, era su primer cumpleaños como Reina de Dinamarca.

Se levanto de la cama mirando a Federico, ni siquiera sabía, si él le tendría algo preparado, últimamente las cosas estaban demasiado "tirantes", ni las vacaciones en las que se habían ido juntos, ni los días que fueron con los chicos a su casa de Suiza, los habían acercado.

Tenía ganas de coger la almohada y ahogarlo con ella pero simplemente se desvistió y le lanzo el camisón a la cara para después desaparecer por la puerta del baño.

Notó un golpe en la cara y se encontró el camisón de seda de su mujer encima, miro la hora, las seis de la mañana del cinco de Febrero, mierda, mierda y más mierda pensó para sí mismo, estaba tan pendiente de todos los asuntos reales, que ni sabia en que día vivía, literalmente se había olvidado de cumpleaños de su mujer. Estaba en un lío.

No habían limado asperezas aún y él, ya volvía a cagarla, se levanto despacio y se desnudo, a lo mejor una buena sesión de sexo mañanero, iba aflojando la situación y le daba tiempo para llegar al final del día y pensar en una solución.

Sintió la puerta del baño abrirse y mordió su labio, dándole la espalda porque estaba casi segura que se había olvidado de su cumpleaños, si bien era cierto, que todos los años le quitaba importancia a esa fecha, aquel año era distinto y esperaba por parte de Federico algo especial pero se iba a quedar esperando por lo visto.

-Quiero bañarme sola, salte
-Venga, mi amor, es uno de mis regalos de cumpleaños
-Si quisiera sexo como regalo, te aseguro Federico, que buscaría algo mejor

Él bufó molesto por las palabras dichas por su mujer y la giro, atrapándola de la cintura, casi dejando sus dedos marcados en la cadera de ella.

-Sabes perfectamente que no hay nadie mejor que yo para eso.
-Cariño, te tienes sobreestimado
-Mary
-Federico...

La tomo de la nuca y la atrajo para besarla en un beso demandante, Mary no se negó a aquello, él probablemente se hubiera olvidado de su cumpleaños pero no diría que no a una buena sesión de sexo con su marido.

Se aupó en la cintura de Federico enredando sus largas piernas allí y él inmediatamente puso las manos en el trasero de ella, estrujándolo y atrayendo a su mujer más a su cuerpo, los besos iban subiendo de intensidad, mordiéndose mutuamente, labios, cuello y demás. Federico centraba sus atenciones en el escote y pecho de su mujer, sobretodo, esa zona que tan loco lo volvía. Últimamente sus encuentros sexuales, se basaban en follar de manera bruta, apasionada como si estuvieran peleando y casi que lo hacían.

Deslizo su miembro por entre los labios vaginales de ella y ella tiro de su pelo-ya que no me has regalado nada, no me tortures-, le mordió en el cuello, dejándole una ligera marca y ella misma, llevando una de sus manos entre sus cuerpos, forzó la penetración, colocando el miembro de su Rey, en su entrada y después dejándose "caer" sobre el.

Arqueo totalmente su espalda, haciendo que Federico subiera una de sus manos a la espalda de ella para sujetarla y después aprovecho la libre disponibilidad ante él, de los pechos de su mujer, mordiéndolos de forma alternativa, haciéndola gemir, esos gemidos que para él, eran melodía pura.

Comenzó a moverse sobre él, moviendo sus caderas de forma circular, notando como él estaba cada vez más duro y contrarrestaba sus suaves movimientos con embestidas duras y profundas, elevo las manos sujetándose de una de las barras de la mampara para empezar a mover su cuerpo de manera desenfrenada. Sintió una nalgada dura y mordió la oreja de Federico

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