A mi desde pequeña siempre me enseñaron que para que las cosas funcionaran se necesitaba la chispa para poder encenderlo, ya sea, para un poeta que soñaba todos los días con su bella chica que vivía lejos de él, y lo encendía para seguir escribiendo sus poemas acerca de ella, o una chica que sueña con ser un arquitecto y la chispa que la ayuda avanzar, es el ejemplo vivo de su madre.
Cada uno tiene su chispa, algunos todavía no la encuentran, y otros son completamente dependientes de ella.
Pues yo a mis dieciséis años ya la había encontrado y era dependiente de ella, era mi amor, era mi propiedad, y nunca pensé que alguien fuera capaz de apagarla.
Mejor lo explico desde el principio.
Me llamo Julieta y vivo en la ciudad más preponderante de mi país.
Todos corren, trabajan, no tienen siquiera tiempo para respirar.
O al menos ni siquiera se lo dejan.
Yo por mi lado siempre me encontraba en las nubes, cada minuto, cada clase, cada día, semana, o mes, mi vida completa no le encontraba el mayor sentido.
Me consideraba distinta a las demás chicas de mi edad, ellas pensaban en chicos, en amor...
¿Amor?
Ellas no entendían la real perspectiva de amor; hay muchas formas de interpretar el amor, el amor es algo que florece en ti y escapa de tu corazón erizando a todo tu cuerpo en tan solo segundos, es algo que te mueve.
Ellas me encontraban anormal por el simple hecho de que estaba completamente enamorado algo inerte, para ellas, de algo sin alma.
"sin alma"
Estaba enamorada de aquel árbol con tonos purpuras y rojizos en otoño, que combinaban a la perfección con el atardecer mezclándose y haciendo una fusión increíble, de aquel árbol que florecía en primavera y que proporcionaba sombra y frescura en veranos.
Aquella figura curvilínea y frondosa, que me encantaba retratar, pintar y describir; nadie sabía que podía esconder aquel árbol, y pocos entendían el mensaje que quería entregar al mundo sobre él.
Resumiendo lo que quiero demostrar, es que pocos entienden las realidades de cada uno.
Camine por los pasillos de mi escuela esquivando a los que andaban de forma contraria a mí.
No dejaba de pensar en lo que haría con mi árbol hoy, obviamente, si es que alcanzo a verlo, si tengo el tiempo de relajarme con él, si tengo el momento de poder escanearlo otra vez y poder sentir lo que sentía cada vez que lo podía tener.
Si volvía a estar aquella chispa recorriendo mi cuerpo y dando impulsos nerviosos de satisfacción.
Mire el reloj que se encontraba en mi muñeca para poder calcular cuánto tiempo puedo estar aquí sin que me llegue un reto.
Me senté en una gran piedra sacando mi cuaderno y mirando lo que más gustaba, aquél árbol.
No es que estuviera loca por amar un simple árbol.
Era la extraña sensación que me producía retratarlo, mirarlo, sentir la brisa que producía, la belleza y tranquilidad que me proporcionaba.
Me sentía en calma.
Lo que más necesitaba en mi tormentosa vida.
Saque un lápiz grafito y comencé a tirar trazas al papel dejando a mi mano moverse sola.
Al terminar mi obra de arte, él tome y la doble en dos metiéndola en un sobre y cerrando los ojos apoyando mi cabeza en la gran roca grisácea.
Lo había hecho de nuevo.
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Delirio.
Short StoryCorto metafórico que te llegara al alma con tan solo 8 paginas. Vale la pena leer hasta la mas insignificante palabra de esta historia. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.