El Refugio en la Isla Desierta

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Los Piratas del Sombrero de Paja habían estado navegando por mares tormentosos durante días, buscando un lugar para descansar y reabastecerse. Finalmente, divisaron una isla desierta, una pequeña joya en medio del océano. Luffy, siempre dispuesto a explorar, decidió que debían desembarcar.

Nami, siempre cautelosa, asignó a Luffy y Zoro la tarea de explorar la isla mientras los demás preparaban el campamento. "No se metan en problemas," advirtió, aunque sabía que esas palabras a menudo caían en oídos sordos.

Luffy y Zoro se adentraron en la selva, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía la isla. Después de un par de horas de caminata, llegaron a un claro con una cueva oculta tras una cascada. La entrada era lo suficientemente grande como para que dos personas pudieran pasar fácilmente, y la curiosidad de Luffy se despertó de inmediato.

"¡Vamos, Zoro! ¡Veamos qué hay adentro!" exclamó Luffy, con sus ojos brillando de emoción.

Zoro asintió, acostumbrado a seguir las impulsivas decisiones de su capitán. Dentro de la cueva, encontraron un espacio amplio y seco, iluminado por la luz del sol que se filtraba a través de grietas en el techo. Había una sensación de paz en el aire, una calma que contrastaba con las aventuras diarias de los piratas.

Decidieron que la cueva sería un buen lugar para descansar antes de regresar al campamento. Luffy se dejó caer sobre un montón de musgo suave, mientras Zoro se sentaba a su lado, afilando sus espadas.

"Luffy, deberíamos regresar pronto. Nami se preocupará," dijo Zoro, aunque su tono no era urgente.

Luffy asintió, pero no se movió. En cambio, se quedó mirando a Zoro, una mezcla de admiración y algo más profundo en su mirada. "Zoro, ¿alguna vez te has sentido... diferente con alguien de la tripulación?"

Zoro dejó de afilar sus espadas y miró a Luffy. "¿A qué te refieres?"

Luffy se sentó, su expresión más seria de lo habitual. "Es solo que, a veces, siento algo especial cuando estoy contigo. No sé cómo explicarlo."

Zoro sintió una oleada de emociones. Había algo en la forma en que Luffy lo miraba que hacía que su corazón latiera más rápido. "Luffy, yo también siento algo especial contigo. Es como una conexión que va más allá de la amistad."

Luffy sonrió, esa sonrisa que siempre iluminaba su rostro. "¿Entonces somos más que amigos, Zoro?"

Zoro se acercó a Luffy, su rostro serio pero con un brillo en sus ojos. "Sí, creo que lo somos."

Luffy tomó la mano de Zoro, sus dedos entrelazándose con los de él. La sensación era nueva, pero extrañamente reconfortante. Se quedaron así, en silencio, disfrutando de la cercanía del otro.

El tiempo parecía detenerse mientras compartían ese momento. La cueva se sentía como su refugio, un lugar donde podían ser ellos mismos sin preocuparse por el mundo exterior. Luffy se acercó más, sus labios rozando los de Zoro en un gesto tímido pero lleno de significado.

Zoro correspondió al beso, sus labios encontrando los de Luffy con una mezcla de pasión y ternura. Había un fuego que ardía entre ellos, una intensidad que los envolvía. Se besaron durante lo que pareció una eternidad, explorando y descubriendo cada rincón de sus emociones.

Finalmente, se separaron, sus respiraciones entrecortadas. Luffy apoyó su frente en la de Zoro, sus ojos brillando con una mezcla de amor y felicidad. "Te quiero, Zoro."

Zoro sonrió, una expresión rara en su rostro, pero genuina. "Yo también te quiero, Luffy."

Decidieron quedarse un poco más en la cueva, disfrutando de la tranquilidad y de la compañía del otro. Cuando finalmente regresaron al campamento, Nami los recibió con una mezcla de preocupación y alivio, aunque no pudo evitar notar la cercanía inusual entre ellos.

Esa noche, bajo las estrellas, Luffy y Zoro se acostaron cerca del otro, sabiendo que su relación había cambiado para siempre. La aventura continuaría, pero ahora, enfrentaban el mundo con un nuevo tipo de fuerza: el amor que compartían.

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