Todo comenzó...

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Mediados de enero. Una chica bajita, de pelo rizado y cuerpo de deportista entra en la clase. Todos los ojos estaban posados sobre ella, odiaba esa sensación.

Ella se llama Naia, cursa 3º E.S.O, tiene 15 años, y mucha vergüenza. Estaba de regreso al que era su antiguo centro educativo, tras un curso y medio en otro. Notaba las miradas curiosas, inquietas, deseosas de saber porqué había regresado aquella chicuela de pelo ensortijado. Todos los ojos, excepto los de Olivia. Olivia tiene 16 años, repite 3ºE.S.O tras una época oscura. Está sentada con la que parece ser su mejor amiga, una tal Claudia, a la que más tarde, acabó odiando.

La chica nueva tomó asiento, colocó su mochila y sacó sus cosas. Levantó la mirada y allí estaban los ojos verdes de Olivia, clavados pupila con pupila. Ambas nunca habían tenido buena relación, se caían mal en silencio desde que se tropezaron la primera vez por los pasillos de aquel instituto. A Olivia los ojos de la chica le transmitían miedo, el pánico de enfrentarte a mil preguntas y no saber si tienen respuesta. 

Pasaron los meses y Naia se iba adaptando al ritmo de las clases, ya tenía amigos e incluso algún que otro pretendiente. Era una chica muy activa, futbolista de élite. Llevaba siempre un look descuidado y masculino pero a la vez irresistible para algunos. En especial, para la única persona con la que no había hablado de su clase, Olivia.


La fiesta de pijamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora