𝙄𝙣 𝙢𝙞𝙙𝙡𝙚 𝙤𝙛 𝙩𝙝𝙚 𝙣𝙞𝙜𝙝𝙩

Cuido al chico que mato al minotauro

Pov-Janeth:

Debo admitir que no me esperaba que llegara un chico por la noche medio inconsciente el cual mato al minotauro, ¿como lo hizo?, ni idea.

Quirón me dio la tarea de cuidar al chico mientras este recuperaba la conciencia, dudaba que despertara ya llevaba 3 días así, me dedique a revisar sus heridas, si estaba cómodo y así, no sabía mucho de medicina por lo que tenía la ayuda de Will Solace hijo de Apolo.

—Luego le haces un cruce aquí y listo —Dijo Will terminando de enseñarme a como cambiar una venda.

—Gracias Will —le agradezco alborotando su cabello con una sonrisa.

A los minutos se fue pues tenia que atender a otros pacientes en la enfermería, fui a una esquina a revisar unas cosas, oi un ruido en la zona donde estaba el chico inconsciente, regreso con curiosidad, vi a Annabeth frente al chico que estaba un poco despierto pero aparentemente desorientado.

—¿Qué va a pasar en el solsticio de verano? —le preguntó al verlo con los ojos abiertos.

—¿Qué? —mascullo el pelinegro.

Annabetg miró alrededor, como si temiera que alguien la oyera, bueno yo lo hacia pero no se daba cuenta.

—¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que han robado? ¡Sólo tenemos unas semanas! —Exige al muchacho.

—Lo siento —murmuro—, no sé…

Alguien llamó a la puerta, y Annabeth le llenó la boca rápidamente de pudin, el chico vuelve a quedar inconsciente.

—¿Puedo saber por qué estás acosando al chico? —preguntó haciendo que se sobresalta del susto, me mira.

—Ahhh quería saber algo solamente, iré con Quirón —responde para pasar rápidamente por mi lado para salir.

Niego sin creerle en realidad por lo que cuido un rato más al chico, luego lo deje al cuidado de los hijos de Apolo e ir a la casa grande.

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Pov-Percy:

La siguiente vez que desperté, la chica se había ido.

Un tipo rubio y fornido, con aspecto de surfero, estaba de pie en una esquina de la habitación, vigilándome.

Tenía ojos azules —por lo menos una docena de ellos— en las mejillas, en la frente y en el dorso de las manos.

Cuando por fin recobré la conciencia plenamente, no había nada raro alrededor, salvo que era más
bonito de lo normal. Estaba sentado en una tumbona en un espacioso porche, contemplando un prado de verdes colinas. La brisa olía a fresas. Tenía una manta encima de las piernas y una almohada detrás de la cabeza. Todo aquello estaba muy bien, pero sentía la boca como si un escorpión hubiera anidado en ella. Tenía la lengua seca y estropajosa y me dolían los dientes.

En la mesa a mi lado había una bebida en un vaso alto. Parecía zumo de manzana helado, con una
pajita verde y una sombrillita de papel pinchada en una guinda. Tenía la mano tan débil que el vaso casi se me cae cuando por fin conseguí rodearlo con los dedos.