Confesión 1: Cuando atacaron las hormonas

128 6 5
                                    

14 años y aún no había besado a nadie. Todas sus amigas ya lo habían hecho, y algunas incluso tenían novios o habían tenido uno. ¿Qué tanta presión se puede sentir ante una situación así? Increíbe.

Era bastante difícil predecir a que edad ocurriría el acontecimiento, pero jamás le había tomado importancia, no hasta que las hormonas comenzaron a despertar. Despertaron en todos sentidos, porque comenzó a aparecer aquello que detestamos llamado acné, ya no solo había que cepillarse el cabello sino también utilizar desodorante (¡qué horror!), despertarse más temprano porque ahora si importaba verse presentable... era bastante extraño pero también se aparecían un montón de mariposas en el interior de su estomago cada vez que veía a aquel sudoroso muchacho que un año antes le parecía de mal gusto, asqueroso, mal oliente y repugnante. Todo esto, solamente porque las hormonas quieren, repentinamente, cambiar todo alrededor de alguien que parecía estar bastante cómoda con su existencia poco femenina.

Un día cualquiera, despúes de una ajetreada mañana cumpliendo las ordenes de una madre un poco (muy) exigente con respecto a los quehaceres hogareños, sonó su celular. Era un mensaje de texto de uno de sus amigos, pidiéndole un poco de diversión en un día común de vacaciones de verano.. ¿a qué clase de diversión aspiran niños de 14 años? Cine, claramente. Acababa de entrar en cartelera una película que todos querían ver, The amazing Spiderman, entonces, ella, el amigo del mensaje, y el sudoroso mal oliente que provoca mariposas, decidieron ir al cine, como era de costumbre ya.

Unas cuantas monedas despúes, los tres se encontraban en un bus camino al centro comercial, ella sentada en medio de los dos, escuchaba sus estúpidos chistes sobre mujeres, sexo, pornografía, baloncesto, y, claro, sus muy poco reales historias sobre las mujeres a las que se habían "ligado" ultimamente. Ugh, que clase de amigos consiguió, uh?.

-Tres entradas para Spiderman, por favor.

-¿Tanda de 3pm?- Me preguntó el dependiente, cuestionando lo obvio, ya que era la siguiente tanda, y claramente yo no tenía cara de poder estar fuera de mi casa más tarde de las 7pm.

-Sí -respondí con indiferencia, pagué los boletos y dejé que los chicos pagaran por mis palomitas de maíz, que, obviamente ellos se iban a comer..

Ah, y, por cierto, siempre estuve hablando de mi.. Quería darle un poco de intriga a la confesión hablando en tercera persona, pero es un poco aburrido hablar de la vida de alguien, si no sabes quien es ese alguien, ¿cierto?.

Una vez más, terminé sentada en el medio de los dos, ya que creo que ellos siempre han sabido que me parecen bastante molestos cuando se inclinan encima de mi para hablar con el otro, y molestarme es algo así como su mayor aspiración en la vida. Diego se llama el que me envió el mensaje de texto, Luis es el sudoroso.

La película comenzó, así que decidí ponerme cómoda. Me rescosté un poco, y (tomando en cuenta que la sala de cine estaba casi completamente vacía) subí mis pies al reposabrazos de los asientos del frente. Segundos después, tenia los pies de los dos encima de los mios, lo que iba a ocasionar que dejara de sentir las piernas en poco tiempo, pero así es como funciona esta amistad, por lo que no me extrañé de nada de lo que ellos estaban haciendo, hasta que...

En una de esas escenas donde Emma Stone es cortejada por Andrew Garfield, sentí una mano un poco muy extraña acariciando mi rodilla izquierda. Mi reacción inmediata fue voltear a la derecha, necesitaba asegurarme de que Diego no se estuviera dando cuenta de lo que estaba pasando en la otra mitad de mi cuerpo, y de hecho, no lo estaba notando en lo más mínimo, el solamente se enfocaba en hacer que su refresco durara más tiempo.

Entonces, decidí hacer algo que definitivamente cambiaría el rumbo de las cosas, lo desordenaría todo. Bueno en realidad no fue mi decisión, fue decisión de mis hormonas, ya que sin pensarlo simplemente comencé a subir mi mano por encima de mi pierna, hasta tocar con las puntas de mis dedos la mano de Luis, la cual el despegó suavemente de mi rodilla para permitirme seguir subiendo mi mano, y luego, dejó caer la suya sobre la mía, y nuestros dedos se entrelazaron en perfecta sincronía. WHAT THE FUCK?!

Recuerdo que mi mano derecha comenzó a sudar frío. La izquierda probablemente hacía lo mismo, pero no lo noté debido a que, bueno, no la sentía. Lo único en lo que podía pensar en ese momento era en que ojalá Diego saliera de la sala y así podía besar a Luis, BESAR A LUIS, ¿QUE CARAJOS PASA CONMIGO? Esa era exactamente la clase de idea a la que -en condiciones normales- le hubiera pateado el trasero fuera de mi mente. Pero no, cada vez que mi corazón palpitaba, podía sentir que el de el lo hacía al doble de velocidad, lo que me hacía sentir aún más mariposas y querer besarlo con más fuerza. Esta era la primera vez que le daba la mano a un chico, y bueno, era la primera vez que un chico se aproximaba a mi en ese sentido... Me sentía en las nubes.

Confesiones y sarcasmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora