Prólogo

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Luego de la última batalla contra Voldemort, Hogwarts fue reconstruido y el trío dorado asediado por las entrevistas y los premios entregados por el Ministerio de la Magia; sin embargo, a Harry nada de eso le importaba. Él sólo quería tener unos minutos de tranquilidad, olvidar todo lo ocurrido, volver a sentirse humano; estaba sucio, sus manos las cuales habían quitado una vida, ya no se sentía suyas.

El mundo mágico lo felicitaba por su gran hazaña, pero él no la veía como tal. Por mucho que Ron y Hermione (así como los Weasley) trataran de animarlo, nada dio resultado, y poco a poco él se fue cerrando a las demás personas.

Sabía que la caída de Voldemort entregaría paz. Por Merlín, él ya no tendría que preocuparse por ser asesinado cada año en algún nuevo intento macabro de un loco racista, ¡al cual sólo le importaba la pureza de la sangre!

Aun así no podía olvidar a todas aquellas personas que habían muerto en un último intento de protegerle a él, al niño que vivió, al miserable hombre que en ese momento sentía que quizás hubiese sido mejor morir junto a su némesis en batalla. Tal vez así no precisaría ver la realidad a la cual ahora se encontraba expuesto, sin familia, sin su padrino (el cual había muerto en un tonto intento de rescatarle), y sin Remus, la única persona que lograba mantenerlo cuerdo y quien, de paso se diga, le había dejado una carga inmensamente pesada.

La carga de tener que ver cada día a su pequeño ahijado, sin lograr evitar hacerse una y otra vez la misma pregunta. ¿Con qué cara se atrevería a verle cuando se enterara que su padre había entregado la vida tratando de protegerlo? Tratando de defender un ideal. Al mismo mundo que le había dado la espalda por su condición de licántropo. ¿Cómo le explicaría a Teddy, que si él hubiese sido un mejor mago, un mejor duelista, o si sólo hubiese enfrentado de un mejor modo su destino, quizás su padre y su madre seguirían con vida?

Sus ojos se abrieron lentamente, luego de dos horas de dar vueltas sobre el colchón; cada vez dormía menos, cada vez que se miraba al espejo se sentía menos Harry y más un espécimen que debía ser exhibido al mundo por su rareza.

Juntó su ropa y se dirigió a la ducha, tenía que alistarse, el expreso a Hogwarts partiría puntual al igual que cada año; debía hacerlo, debía concluir su educación, tal como se lo había hecho ver el Ministro de la Magia.

Harry sabía el motivo, el mundo mágico así como le respetaba le tenía recelo. Temía de su poder porqué con apenas diecisiete años, él había derrotado al peor mago tenebroso de los últimos tiempos. Y en efecto, si él regresaba a Hogwarts les brindaba tranquilidad, ya que dé aquel modo era imposible que se descarrilara porque ellos le harían, al igual que siempre, aceptar lo que le dijesen sin poner pretextos. Pero, ¡no! ¡No éste año! Su último año no sería el conejillo de indias de nadie, sería lo que él quisiera ser.

Harry agarró su baúl y se dirigió a la salida de la mansión Black.

Éste año todo sería diferente.


Noches Oscuras. (Snarry) -Original.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora