Evasión

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Las sospechas de todos fueron corroboradas a la mañana siguiente, cuando vieron entrar al profesor Severus Snape en el salón de pociones; cargando con aquélla aura oscura y tétrica que decía: «te acercas a mí y te envió a San Mungo» Los pocos alumnos que mantuvieron la esperanza de no sufrir a manos del desdeñoso profesor de nuevo, la perdieron al momento de verlo cruzar la enorme puerta del salón de clases.

Aquella mañana había sido particularmente más fría de lo habitual, como si el mundo entero estuviera al tanto de que esos eran los últimos momentos de tranquilidad antes de que los incesantes ataques hacia los Gryffindor regresaran.

El oscuro profesor se acercó a su escritorio y dejó caer varios libros arriba, antes de encarar a los alumnos, mostrando una pequeña sonrisa de desprecio y desgano hacia todo el grupo.

Neville soltó un quejido agónico. Ron se acomodó en su silla con la espalda tiesa. Hermione, como siempre, prestó más atención de la que debida. Y Harry, bueno..., Harry trató de mantenerse lo más quieto posible. Si de él hubiese dependido, no habría respirado durate toda la clase; lo que menos quería hacer era llamar la atención de su profesor, o que éste siquiera se diera cuenta de su presencia en el salón.

Luego de una tortuosa hora, en la cual los Gryffindor perdieron treinta puntos ya que, Neville y Seamus, habían explotado sus calderos, su grupo pasó a las siguientes clases rumoreando sobre cuán desagradable se había vuelto Snape y que estaba más insoportable que de costumbre después de un poco más de un año fuera del colegio.

Parecía como si Snape estuviera recuperando el tiempo perdido, sus actividades se dividían entre quitarles puntos a todas las casas (menos a los Slytherin), asustar a los de primero y protestar por la ineptitud de los estudiantes que «cada día eran más idiotas que el anterior» No obstante, Harry únicamente podía pensar en la conversación que habían mantenido juntos el día anterior.

Ya era la hora de la cena y Hermione parecía muy inquieta, mandando miradas fugaces en dirección de Harry como si le quisiera preguntar algo, pero no se atreviese a hacerlo.

—Suéltalo ya Herm... —La muchacha lo miró sin entender—. Sé que quieres saber algo, estuviste inquieta todo el rato, y no creo que sea tan atractivo como para que no me quites el ojo de encima.

Ella sólo soltó una pequeña sonrisa ante la ocurrencia de su amigo, y en voz baja pregunto:

—¿Nos dirás con quién fuiste a hablar? ¿Y sobre qué?

A Harry se le crisparon los vellos de la nuca al instante. ¡No! No podía contarles sobre su conversación con Snape. ¡Sería su ruina!

—Lo siento Herm, pero no puedo decir nada hasta que el encargo del profesor Dumbledore este completo...

«¡Mentira!»

Otra vez estaba mintiéndole a sus amigos, y eso no le gustaba para nada pero, ¿qué más podía hacer? Simplemente no podía llegar y decirles: «¡Hey chicos, estoy un poco zafado del coco así que Snape será mi nuevo terapeuta, ¿qué opinan?!»

No. Ni muerto. Eso era caer muy bajo.

Al parecer Hermione no quedo contenta con su respuesta, así que a regañadientes término de cenar mientras escuchaba como Ron y Harry conversaban sobre el primer partido de Quidditch, y luego se retiró a la Sala Común, sin siquiera dirigirles una palabra; unos minutos más tarde, tras terminar su cena, ellos la siguieron.

—¿Crees que se enojó?

—Ella siempre está enojada —Harry miró a Ron de mal modo, de verdad, a veces su amigo no era de mucha ayuda—. Harry, no te preocupes, en uno o dos meses se le quitará —dijo el pelirrojo sin darle más importancia.

Noches Oscuras. (Snarry) -Original.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora