Introducción

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Sanatorio Mental San Gabriel

14 de agosto de 1772

Fray Lorenzo

Debido al peculiar caso del paciente número ochenta y cinco, Mariano Mendizábal quien fue ingresado al sanatorio por voluntad propia, me tomo a la tarea documentar su evaluación, así como el progreso dentro de nuestras instalaciones.

Al ingresar hace poco más de un mes, se encontraba en un estado de alucinación en donde alegaba que era perseguido por chacales que se desplazaban en dos patas, quienes le hablaban por medio del pensamiento o algún lenguaje no articulado ya que Mariano no pudo explicar la manera en que se comunicaban con él, nos explicaba que le pedían o casi le obligaban a que hiciera ciertas cosas que Mariano no estaba muy de acuerdo, pero no se podía negar a hacerlas, nos explica que en una ocasión vio como los chacales se comían una cierva y le pedían que se deshiciera de los restos, para llevar a cabo esta tarea, Mariano guardó los restos de la cierva y los metió en un costal el cual llevó cargando hasta encontrar una manada de perros callejeros que ronda por el pueblo y que son conocidos por buscar comida entre los deshechos de las tiendas, comenta que aun ni siquiera les hablaba cuando ellos lo olieron y quisieron quitarle el costal de las manos, sin dar pelea Mariano se los entregó y así fue como terminaron los restos de la cierva, debido a sus vagas explicaciones y su estado altamente nervioso le suministramos un calmante para que pudiera descansar y posteriormente estando más relajado nos pudiese explicar realmente que es lo que estaba pasando con él. Esta última historia me provoco en lo particular un extraño presentimiento sobre la relación de la cierva que comenta Mariano y la hija del panadero desaparecida hace un par de meses.

La primera noche que estuvo con nosotros, debido al calmante, pasó todo el tiempo dormido. Cuando despertó a la mañana siguiente no recordaba nada sobre los chacales específicamente, solo que no era la primera vez que tenía un episodio de amnesia y por esa razón decidió acercarse a nosotros. Entre los relatos que nos contó esa primera mañana uno de los más significativos fue donde estaba en el patio de su casa haciendo las labores de limpieza y lo siguiente que recuerda es estar en la cocina con las manos escurriendo en el fregadero, supuso que se las acababa de lavar ya que las tenía limpias.

En la abadía hemos decidido otorgarle un lugar a Mariano para averiguar qué es lo que ocasiona que tenga episodios de amnesia tan recurrentes. Al ser una persona que no cuenta con familia que lo pueda cuidar y vigilar, le daremos asilo en la abadía y le asignaremos algunas tareas comunes en las que pueda ayudar para que se mantenga ocupado y todos podamos tener beneficio por su estadía. Hasta la primera semana que se quedó con nosotros no había tenido ningún ataque y había desempeñado sus labores sin ningún problema y con gusto por sentirse útil. A partir del sábado siguiente fue que comenzó a tener alucinaciones, alegaba que había gente dentro de la abadía, vestida de rojo, que no mostraba el rostro porque lo llevaban cubierto y que estaban escondiéndose por las esquinas para que no fueran vistos, los frailes que se encontraban en ese momento con él se espantaron creyendo que había ladrones o personas con malas intenciones dentro de la abadía, sin embargo nunca se encontró a nadie, ni ropas rojas, ni capuchas ni nada que pudiera haber visto Mariano o le pudiera hacer creer que había gente ajena a la abadía.

El Paciente Ochenta y CincoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora