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Hola a todos, mi nombre es Nika Marsa.
Tengo catorce años y estoy cursando el último curso de secundaria en el Nankatsu. Comparto mi vida junto a los maravillosos compañeros que tengo, los que me han ayudado a salir del infierno al que tuve que pasar en primaria.
Pero creo que no estamos hoy para hablar de mis amigos. Hoy me gustaría contaros un poco de sobre quiénes son los Marsa.
Mi familia tiene raíces japonesas y españolas.
Lo que viene por parte de España, me lleva atrás en el tiempo donde yo vivía en una enorme mansión, donde el olor a naranja era la protagonista. ¿Y por qué lo era? Os preguntaréis. Porque mi familia lleva años cultivando naranjos y vendiéndolos de todas las formas posibles: zumos, productos de belleza (champús, perfumes y otras cosas), exportándolas a otros países (Japón principalmente) y muchas más formas que seguramente me habré olvidado.
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Mi abuelito Marcelino Marsa es un hombre especial. Siendo de origen español, él encontró su hogar en Japón. Siempre lo encuentras ocupado en su huerto en la casa tradicional japonesa que comparte junto a mi abuela Atsumi Kanemura. Durante toda mi vida los he admirado por cómo se complementan, con mi abuelo dedicándose al jardín y mi abuela siendo el pilar emocional de la familia.
Mi abuela paterna, Atsumi Kanemura, es el pilar de nuestra familia junto a mi abuelo Marcelino Marsa. Desde que tengo memoria, siempre la he visto como una figura materna amorosa y sabia a quien recurro para obtener consejo, ya sea sobre asuntos del corazón o simplemente para entender la dura vida que tiene que pasar una mujer.
Mi abuela ha sido para mí la figura materna que me ha faltado toda mi vida. Desde que esa mujer, - a la que no quiero mencionar - nos abandonó a mi padre y a mí junto a mis hermanos, el vacío que dejó fue inmenso y desde entonces solo conozco un resentimiento hacia ella. Pero mi abuela ha llenado ese vacío con amor y cuidado incondicional. Ella es, sin duda, la madre que siempre he necesitado, y estoy eternamente agradecida por tenerla en mi vida.
La historia de cómo se conocieron mis abuelos siempre me ha parecido fascinante. Mi abuelo, llegó a Japón en busca de nuevas oportunidades, y fue en un pequeño mercado local donde sus ojos se encontraron por primera vez con los de Atsumi, mi abuela. Aunque provenían de mundos diferentes, se sintieron irremediablemente atraídos el uno por el otro. Su amor superó barreras culturales y de idioma, y juntos construyeron una vida llena de amor y comprensión.
