—Heather, todos están comentando que te vieron salir del carro del jefe — Edith miró una vez más a su compañera y mejor amiga de trabajo — de verdad que me molesta esto.
La nombrada relucía sus nuevos tacones con sus piernas en la mesa, regalo de su jefe por cierto.
—Mami, no te des mala vida, yo soy una adulta
—Una adulta pendeja — miró con severidad — yo no sé porque Dios no te hizo hombre
Heather rio por los dolores de cabeza que le daba a su amiguita, si por ser la secretaria del jefe ya se creaban historias.
Era una empresa reconocida, pero ella sabía que volviéndose amiga de recursos humanos y meterse entre las piernas de su querido jefe iba a tener ciertos beneficios
—¿Vas al nuevo club que abrieron? — decidió cambiar el tema — ¿The cool, creo que se llamaba?
— The box, Heather, The box. — Edith acomodo sus lentes
— Eso mismo — sonrió mostrando sus perfectos dientes. —Vamos.
Edith recogió las carpetas del escritorio, negando una vez más
— No creo, Heather, mi mamá todavía tiene poder sobre mi y no quiero que se moleste tampoco, parece que te dé igual lo que te diga
— Carajo, Claro que me da igual, si tienes veinticinco años, Edith, tienes pelos en la vagina y todavía le pides permiso a tu mamá.
—Jodete, Heather.
—Nos jodemos las dos.
Edith ignoro lo último, haciendo resonar el portazo en la oficina de la pelinegra.
Heather sabía que le importaba una mierda tener amigas, no las necesitaba, estaba bien consigo misma, es verdad que quizá era bueno celebrar los logros en conjunto pero prefería la soledad.
Pensó una vez ¿Que tal será The Box?
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Daiquiri
Teen Fiction¿Que pasaría si terminas en una prisión sin ser culpable? y peor aún, cuando compartes prisión con el mismo diablo, doble karma.