Cuatro (Final)

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Cuando los dragones regresaron, no encontraron un pueblo dispuesto a rendirse, sino a dos especies luchando como una sola. Pablo y Fermín, junto a Joshua e Iñigo, se enfrentaron al destino, dispuestos a cambiar el curso de la historia para siempre.

La guerra entre dragones y humanos había alcanzado su punto más álgido. El cielo de Valhal se oscureció con el humo y el fuego, mientras las llamas de la batalla consumían la esperanza de paz. En medio del caos, Pablo y Joshua luchaban hombro con hombro, defendiendo su amor y su visión de un mundo unido.

En el clímax de la batalla, un dragón enemigo, cegado por el odio y la venganza, lanzó una llamarada mortal hacia Joshua. Pablo, sin pensarlo dos veces, se interpuso entre el fuego y su amado, dispuesto a sacrificar su vida por él. El impacto fue devastador, y Pablo cayó al suelo, su cuerpo inerte y su espíritu ascendiendo hacia el firmamento.

—¡Pablo! ¡No! ¿Por qué...? ¡Pablo!—El grito desgarrador de Joshua paralizó un campo de batalla entero.

Fermín al ver la escena, salió corriendo, su corazón empezando a agrietarse.

—¡Gavi! ¡Despierta, por favor!—Dijo tocando las manos de su amigo, Joshua lo abrazo sin intenciones de soltarlo sin importarle que estuviera en plena guerra. Ya no le importaba nada.

La tristeza inundó el campo de batalla, y hasta los dragones enemigos detuvieron su avance, conmovidos por el acto de amor puro y desinteresado de un humano.

Milenios y nunca han visto tal acto, el acto más puro de amor...

El suelo y el cielo temblaron, Joshua solo se aferró más al inerte cuerpo de su amado, Iñigo se apresuró a llegar al lado de Fermín para resguardarlo ante cualquier amenaza.

Desde las profundidades del tiempo y el espacio, el Dios dragón, el progenitor de todos los dragones, despertó conmovido por el sacrificio de Gavi. Su presencia llenó el cielo, y una luz divina descendió sobre el cuerpo de Pablo.

—El amor y la valentía de este humano han tocado las fibras de la creación. Un acto tan noble no puede quedar sin recompensa.

Con un gesto de su poderosa garra, el Dios dragón revirtió el flujo del tiempo y la muerte se desvaneció de Pablo, quien abrió sus ojos una vez más, respirando la vida que le había sido devuelta.

—¿Qué... dónde...?—Ni siquiera pudo terminar de hablar, los brazos de Joshua volvieron a él, pufo sentir las lágrimas de su pareja a través de sus prendas.

—¡Estás vivo! ¡Pablo, mi Pablo!

—Hermano...—El susurró ahogado de Fermín, quien estaba igual que Joshua en los brazos de Iñigo le hizo confundirse más.

El Dios dragón, observando la unión entre Pablo y Joshua, y entre Fermín e Iñigo, decidió otorgarles un regalo eterno.

—Por el amor que habéis demostrado, os concedo la oportunidad de trascender vuestra forma humana. Si así lo deseáis, podéis convertiros en dragones y volar libres junto a vuestros amados.

Hasta ese momento, Gavi se daba cuenta del enorme dragón que los estaba observando.

Pablo y Fermín, mirándose el uno al otro y luego a sus compañeros dragones, asintieron con determinación y gratitud.

—Aceptamos tu regalo, para nunca más separarnos de aquellos a quienes amamos.

Y una vez más, un resplandor inundó el lugar, ambos seguían iguales para los ojos de los demás, pero sentían un pequeño fuego en sus pechos. Eran como sus amados ya aprenderian a dominar esta don.

La guerra terminó ese día. Los dragones y los humanos, testigos del milagro y del poder del amor verdadero, depusieron sus armas. Valhal se convirtió en un reino donde dragones y humanos coexistían, guiados por la sabiduría y la compasión de Pablo, Fermín, Joshua e Iñigo.

La leyenda de su amor y sacrificio se contaría a través de los siglos, un recordatorio eterno de que incluso en la oscuridad de la guerra, la luz del amor puede traer milagros y un nuevo comienzo para todos.

ValhalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora