Capítulo 1

7 1 0
                                    


I - SARGENTO CARPER

—Bien... ¿todo listo? —me preguntó Rachel.

Asentí con la cabeza y salimos del avión, escondiéndonos rápidamente detrás de una pared.

Escuchaba los angustiosos gritos de las personas heridas, mezclados con el ensordecedor estruendo de los disparos. Veía como mujeres y niños corriendo desesperadamente, luchando por sus vidas o las de sus hijos. El penetrante humo a pólvora llenaba el aire, intensificando la sensación de caos.

—Ya sabes... tú por la derecha y yo por la izquierda —volvió a hablar la rubia.

—Nos vemos luego —me despedí antes de empezar a moverme hacia la derecha.

Mis ojos se centraban en cada escena que se me presentaba. Captaba una historia, un sufrimiento y una verdad en cada fotografía que tomaba. Mi vista se movía rápidamente, al igual que mis piernas.

Me escondí detrás de un coche y comencé a capturar cada momento, congelándolo en mi cámara.

De repente, al tomar una foto, vi en la imagen a un soldado sirio mirándome fijamente, agarrando su arma con firmeza. Me sobresalté al darme cuenta de que estaba a solo dos metros de mí, acompañado por dos soldados más.

Corre.

Comencé a mover las piernas tan rápido como podía. No tenía ni idea de adónde iba, solo sabía que tenía que salir viva. Giré la cabeza, pero no debí hacerlo; mi miedo aumentó al ver lo cerca que estaban de mí.

A la hora de hacer fotos, nunca había sentido miedo. Me consideraba valiente, pero en ese momento mis sentimientos me decían lo contrario.

Conseguí girar y meterme en un callejón, solo para descubrir que no tenía salida. Me detuve, respirando con dificultad, y vi a los hombres detrás de mí apuntándome con sus armas. Sentí mi mundo derrumbándose al saber que no iba a volver a casa. Justo antes de que apretaran el gatillo, cayeron al suelo, derribados por disparos precisos.

Un militar apareció en la entrada del callejón, bajando su arma después de asegurarse de que el peligro había pasado. Se acercó a mí con rapidez, sus ojos llenos de preocupación.

—¿Estás bien? —me preguntó, extendiendo una mano para ayudarme a levantarme.

Asentí, aún temblando por la adrenalina. Al levantar la vista, me encontré con unos ojos de un azul intenso que me miraban con preocupación.

—Si... —conseguí murmurar.

Su piel bronceada por el sol contrastaba con su mandíbula marcada y sus cejas gruesas. Su postura era firme y segura, irradiando una confianza tranquilizadora.

—Vamos, no puedes quedarte aquí, es muy peligroso —dijo, agarrándome suavemente de la muñeca y comenzando a guiarme.

—¿A dónde me llevas? —pregunté, con un deje de desconfianza.

—A un lugar seguro —respondió con determinación.

El militar miraba en todas direcciones, asegurándose de que no hubiera más amenazas, mientras que yo seguía temblando de miedo.

Al fin, llegamos a un edificio semi derrumbado que parecía haber sido una escuela. Nos deslizamos por una puerta rota y nos adentramos en un aula completamente vacía. El militar soltó mi muñeca y se aseguró de que el lugar estuviera despejado.

—De momento, estamos seguros aquí —dijo, volviendo su atención hacia mí.

Me dejé caer en una silla rota, agotada, sintiendo como la tensión abandonaba mi cuerpo lentamente. Miré al chico que me había salvado y no pude evitar sentir una mezcla de gratitud y curiosidad.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 29 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Ecos del AlmaWhere stories live. Discover now