El oso y el lobo

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   Para evitar que Lara se despertara la drogaron, de esa forma no interrumpiría lo que se tenía que hacer, ahora estando en la sala de cirugía de la clínica,  entre tanto Lorena hacía una transfusión de sangre, extrayéndola sangre de Miranda, al terminar la rubia se mareó al intentar levantarse, puesto a que le extrajeron la mayor cantidad posible, por lo que Lorena inmediatamente le entregó unas galletas a la mujer.

—No creo que fuera necesario tanta, Mir. —Dijo Lorena preocupada por la rubia, Miranda comió distraídamente la galleta detestándola totalmente. Ella no era fan de las cosas dulces.

—Necesitamos que mi sangre trabaje recuperando rápidamente los tejidos dañados. Es imperativo que Lara tenga toda la que necesite.

—Lo sé, pero… mírate, apenas puedes, mantenerte en pie.

—Hice lo mismo por Zena. —Recalcó Miranda, para luego beber un poco de agua. —Incluso si tuviera que drenarme toda, lo haría si eso mantiene viva y sana a Lara.

—Podemos empezar cuando…

—Estoy bien, vamos a empezar.

—Miranda, deberíamos…

—No pienso esperar más tiempo. Además, tú vas a operarla, yo sólo seré tu ayudante.  No habrá problemas.

—Puedo traer personal para que nos…

—No quiero a nadie más que nosotras cerca de Lara. —Dijo Miranda interrumpiendo abruptamente a Lorena. —No confió en nadie más cerca de mi novia.

—De acuerdo, lo que prefieras. Empecemos, entonces.

   Tess caminaba tras la intimidante y alta pelirroja, claro, Tess perfectamente la superaría si se transformara es oso, pero como humana no podía evitar sentirse intimidada y ligeramente interesada en las mujeres de gran estatura. El cabello de su acompañante era imposiblemente rojo, con livianas ondulaciones hasta que llegaba al inicio de su espalda, mostrando un flequillo sobre los ojos más azules como zafiros. Era delgada y de piel pálida con pecas, aunque su postura era inflexible y su andar era firme. Su ropa era como la de muchos, de color oscuro con botas pesadas para montaña. También lucía bastante joven, por lo menos cerca de la edad de Tess o un poco más.

—Estás un poco tensa. ¿No? —Preguntó Tess siguiendo a la mujer. —No tienes que estarlo, suelo llevarme bien con todos. —Dijo con una sonrisa, pero la pelirroja no le respondió. —¿Pasa algo malo? ¿Por qué no me hablas?

—La alfa me ordenó protegerla y eso es lo que haré. Iremos a buscar lo necesario y luego un coche que nos lleve a la ciudad.

—¡Espera! ¡¿Tan pronto?! ¡Si no me he despedido de…! —Sus palabras murieron al recordar que ella no era nada para Miranda, la rubia ya estaba con su pareja y no necesitaba de la morena. —Olvídalo.

—¿Necesita despedirse de alguien? Podemos ir antes de irnos.

—Dulce, pero no. —Respondió y la pelirroja se encogió de hombros. —Soy Tess, por cierto.

—Peyton. —Dijo simplemente y continuó su camino.

   Para inconformidad de Tess, Peyton era completamente inexpresiva, desde que se encontraron apenas habían cruzado pocas palabras, no más que las necesarias y la osa se consideraba un ser sociable y cariñoso que se llevaba bien con la gente, incluso consiguió tocar el corazón de la esquiva Miranda. Ambas habían llegado a una habitación donde Peyton tomó un par de mochilas, colocó la más pesada e su hombro y pasó la otra a Tess, para luego dirigirse a un Jeep, la loba abriendo la puerta del asiento del copiloto para que la morena entrara. El viaje también fue bastante aburrido, la loba roja había colocado música clásica mientras conducía, hasta un punto en el que Tess se quedó dormida, encontrándose babeando cuando cruzaron sobre un bache.

—¡Lo siento, me dormí! —Chilló la morena sobresaltada, Peyton no dijo nada, solamente asintió y siguió conduciendo. Aquello ya estaba volviendo loca a Tess. Miranda era retraída, pero al menos le contestaba. —¡¿Acaso me odias?!

—En absoluto. —Contestó Peyton con tranquilidad.

—¿Te aburro?

—En absoluto. —Repitió la respuesta anterior y eso ya era el colmo. Era obvio que la mujer no le estaba haciendo caso.

—Quiero que detengas el auto ahora.

—Todavía no hemos llegado al refugio.

—¡Te he dicho que quiero bajarme! —Demandó Tess que salió del coche apenas se detuvo, Peyton se quitó en cinturón de seguridad y siguió a Tess. La morena se giró para enfrentarse a la pelirroja y la señaló con el dedo. —Peor que garrapata a un perro. ¡Esfúmate! —Gritó, pero la pelirroja no pareció entender. —¡¿Qué diablos te pasa?!

—La Alfa especificó: No la dejes sola a donde quiera ir y protégela.

—Qué diablos… No quiero estar cerca de alguien a quien no le agrado.

—No he dicho que no me agrade.

—He tratado de hacer una conversación  todo el tiempo, apenas me respondes.

—Creyó que la ignoraba. —Respondió incómoda Peyton moviendo nerviosamente los pies. —Lo siento, no fue mi intención.

—Por Dios. ¿Qué es esa actitud ahora?

—Yo… no la comprendo bien. Dijo algo de garrapatas y yo sólo la seguí.

—Trato de decir que te pegas como el velcro cuando deberías desaparecer.

—¿Por qué soy velcro y por qué debería desaparecer? La tengo que proteger.

—Mi cabeza. —Tess se frotó la sienes con los dedos. —¿Eres tonta acaso? ¿No entiendes que no te quiero cerca? No me gusta tratar con personas que me odian.

—Ya le dije que no la odio.

—¿Por qué me ignoras, entonces?

—No la ignoro, la he escuchado cada que me habla.

—Pero no respondes lo que te digo.

—No sabía que tenía que responderle.

—¡¿Cómo puedes no saber le tienes que responderle a otra persona?!

—Ya dije que lo sentía. —Casi gruñe Peyton sintiéndose estresada por la discusión, hasta el punto en que sus colmillos emergieron ligeramente como las garras. La alfa ya le había advertido que si fallaba en esta misión no volvería a enviarla a una tan complicada, pero ella le dio una oportunidad y no la iba a defraudar. —Yo… yo tengo un ligero autismo, así que me cuesta un poco entender lo que quiere de mí. —Confesó.

—¿Autismo? ¿Y la alfa te envió a ti?

—Yo puedo hacerlo. Sobresalí en el entrenamiento, soy fuerte y buena en situaciones en las que se requiera habilidades como abrir cerraduras o escape, simplemente me cuesta adaptarme a esas mierdas de tratar con los demás. Mi trabajo es protegerla y mantenerla en contacto con la Alfa.

—Lo siento… no debí prejuzgarte.

—Es mi culpa, tal vez debí mencionarlo antes, ya que todos en la manada lo saben, pero tú no tendrías porqué saber.

—Bueno, empecemos de nuevo. Hola, soy Tess. —Dijo la morena alegremente ofreciendo la mano a Peyton, la pelirroja la sostuvo.

—Peyton. —Contestó inquieta y su cuerpo vibró cuando Tess se enganchó al brazo de la pelirroja y la arrastro al coche. 

—Soy parlanchina, aunque tú no hables mucho, así que espero que no te moleste, compañera.

—No, no me molesta.

   Y era verdad, puede que Peyton no pudiera seguirle el ritmo a la animosa conversación de la morena, pero la escuchó atentamente y respondió lo mejor que pudo cuando directamente Tess le preguntaba su opinión. La moren tenía razón, era muy parlanchina. Las cosas irían mejor, pensaron ambas, pues, por fortuna, lo anterior no fue más que un malentendido.

   Para preocupación de Zena nadie había ido a verla, mucho menos para extraerle sangre y si ella no era útil para ellos, la matarían, de eso estaba segura, además, era muy común la calma antes de la tormenta. De repente llegaron varios soldados y Brezinski con una sonrisa aterradora. El grupo se paró frente a su celda y ella les gruñó.

—Ya sabemos que hacer con alguien como tú. Los humanos tienen que entender que los cambiantes son unos monstruos, no personas, y los cambiantes tienen que entender que sólo serán vistos como animales, bestias sin control. ¿Cuánto crees que un tigre pueda aguantar las torturas hasta enloquecer? Será entretenido verte perdiendo el control, asesinando algunos transeúntes inocentes y como los policías y militares te disparan hasta morir. Todos necesitamos un mártir para decidirnos en rebelarnos y para los cambiantes tú serás ese mártir. ¿No es fantástico?

   Sawyer abrió los ojos y sus manos al sentarse tocaron directamente su prótesis, suspiró pesadamente recordando la pelea que había tenido y la forma en la que había perdido. Había perdido la prótesis tratando de transformarse, cayó al suelo patética y gimoteante y quiso llorar. Ella ya no era digna de llamarse loba.

—¿Qué demonios hago aquí? —Susurró dejando que sus lágrimas corrieran por sus mejillas, sujetando la manta sobre su cuerpo desnudo.

—Estás aquí porque eres mi compañera. —Dijo Kara levantándose de su escritorio para sentarse junto a Sawyer.

—¡Ya no soy un lobo! ¡No soy digna de ser tu pareja! —Gritó en llanto y Kara la abrazó, acariciando su espalda y besando sus mejillas.

—Yo pierdo siempre contra Brezinski. ¿Eso me hace ser indigna de ser líder?

—No… Nadie más que tú puede ser alfa.

—Entonces nadie más que tú puede ser mi compañera, Sawyer. La única razón por la que no me rindo es por que te tengo. Deseo hacer una familia contigo, dame eso y te aseguro que ya no negarás lo que somos y eso es la una para la otra.

—Se escucha tan fácil como respirar. —Dijo Sawyer con desanimo y Kara sujetó sus mejillas con ambas manos.

—¿No quieres un bebé conmigo?

—Claro que quiero, la duda ofende.

—Bueno, déjame decirte que Lorena y Zena se nos adelantaron.

—¡¿Qué?! ¡Van a tener un cachorro! —Chilló Sawyer con emoción, Kara frunció las cejas y los labios.

—Me alegra que estés contenta, pero no deberías estar tan contenta. ¿Cómo es que mi hermana tendrá un cachorro ates que yo que soy el alfa!

—¿Estás celosa, Kara? —Preguntó Sawyer al ver el rostro de disgusto de la morena.

—Un poco. —Respondió mientras metía traviesa la mano bajo la manta que cubría el cuerpo de Sawyer y apretó el muslo de su pierna buena, muy cerca de su intimidad.

—¿Qué haces? —Jadeó Sawyer que chilló al ser sujeta por la morena para luego ser acostada en la alfombra cerca de la chimenea. Kara cerró la puerta con el seguro y se acercó a la castaña mientras se quitaba los pantalones hasta quedar apenas con la camisa puesta. Abrió las piernas de Sawyer y se ubicó entre ellas, la manta cubriendo desde el pecho hasta entre las piernas de la castaña, con el cabello regado por la alfombra. 

—Estoy estresada, han pasado demasiadas cosas. Tú, como mi compañera, tienes que cumplir con tu deber como pareja del alfa.

—¡Ah! ¿Sí? ¿Y cual deber es ese?

—Cuidarme, amarme y darme muchos cachorros.

—Pero que tonta eres, Alfa.

—Me protegiste y por eso estás en este estado. —Susurró con picardía mientras raspaba con las uñas romas el muslo de Sawyer. —Me amas, pero todavía faltan mis cachorros y me los vas a dar.

—¿Y si me rehúso? —Preguntó con una risita y Kara pasó las manos por la manta, apretando los pechos de la castaña y masajeó, Sawyer mordió su labio inferior sin poder resistir a Kara, menos mientras la miraban esos intensos ojos violáceos. Kara se agachó para besar a la castaña, lamió el labio superior e invadió la boca de Sawyer arrebatándole un gemido, sintiendo la excitación de su compañera crecer.

—Vas a rogar por mí, para que te dé todo de mí y no se lo entregue a nadie más, así como yo exijo todo de ti. Mi pareja debe ser una guerrera y lo eres, por lo que te marcaré cuantas veces sea necesario y nadie se atreverá a contradecir lo que es único, real y eterno. Eres mía, por siempre.

—Tuya, Alfa… para lo que desees de mí. —Gimió al sentir las caderas de Kara frotándose en su intimidad. 

—Buena chica. —Susurró Kara antes de levantar la manta sobre la pelvis de la castaña, lista para enterrarse en ella, unirse y nunca más separarse. Kara lo tendría todo, a Sawyer, su cachorro y la garganta de Brezinski.

Continuara....

Espero que les gustara, porfis denle un like y un comentario, me encantaria leerlos. Un abrazo.

Tomando posesión de ti - Una nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora