El pacto

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Las colinas ondulantes de Goryeo acariciaban el cielo como olas de un mar verde, y en su seno se escondían los secretos más antiguos de nuestro reino. Desde joven, he sido testigo de las maravillas y los misterios de estos bosques sagrados que rodean la capital, cuando los dioses del bosque decidieron tejer mi destino en los hilos del deber y la magia. Fui seleccionada junto con otras jóvenes de las aldeas cercanas para participar en un rito ancestral. Las sacerdotisas del bosque, con sus túnicas tejidas con hilos de plata y cabellos grises que brillaban como la luz de la luna sobre el agua, nos guiaron hacia el corazón del sagrado roble anciano. Allí, entre el murmullo de las hojas y el aroma de incienso, fui consagrada como sacerdotisa del bosque, fui la elegida para mantener el equilibrio entre nuestro mundo humano y el reino espiritual.

Después de mi consagración como sacerdotisa del bosque, mi vida tomó un rumbo inesperado. Las responsabilidades de mi nuevo rol exigían que pasara largas horas en meditación y aprendizaje bajo la tutela de las sacerdotisas mayores. Aunque me sentía honrada por la confianza depositada en mí por los dioses del bosque, a veces anhelaba la libertad de explorar los mercados bulliciosos de la capital, donde las historias de comerciantes y viajeros se entrelazaban como hilos en una intricada tela.

Fue en uno de esos días, cuando la brisa del verano jugueteaba con los mechones de mi cabello oscuro, que decidí aventurarme al mercado. Vestida con túnicas sencillas y una capa que reflejaba los tonos verdes del bosque, me mezclé entre la multitud. Las risas y los aromas de especias llenaban el aire mientras los comerciantes vociferaban sus ofertas y los niños corrían entre los puestos.

Fue entonces cuando mis ojos se posaron en él, el príncipe Hak-kun. Alto y sereno, con una presencia que eclipsaba incluso la de los más experimentados guerreros de la corte. Aunque no nos habíamos cruzado antes, su reputación como el príncipe heredero se había extendido por todo el reino. Se decía que su habilidad en la guerra era insuperable y que su mente estratégica rivalizaba con la de los antiguos generales.

Observé desde la distancia cómo examinaba las mercancías expuestas con una mezcla de interés y desdén apenas perceptible. Su mirada, sin embargo, pareció detenerse en mí por un breve instante antes de que se desviara hacia otro lado. Un cosquilleo inexplicable recorrió mi espina dorsal mientras nuestras miradas se encontraron fugazmente.

Algunas semanas después de aquel encuentro en el mercado, nuestras vidas se entrelazaron de nuevo de manera inesperada durante una audiencia en el palacio. Los preparativos para la celebración del Festival de los Espíritus estaban en pleno apogeo, y como sacerdotisa del bosque, tenía la responsabilidad de presentar los rituales ante el rey y la corte.

Esa mañana, mientras recitaba los antiguos versos de invocación, noté la figura del príncipe entre los nobles reunidos. Su mirada intensa seguía cada movimiento con una atención que me hizo sentir vulnerable y poderosa al mismo tiempo. Era como si un hilo invisible nos uniera, atrayéndonos inevitablemente hacia un destino que ninguno de los dos podía prever.

Al finalizar la ceremonia, cuando los cortesanos se retiraron y el sol comenzaba a ponerse sobre los jardines del palacio, me encontré sola en el patio interior. Fue entonces cuando una sombra se materializó frente a mí, y supe, antes de ver su rostro, que era él.

—Sacerdotisa Doyun —su voz resonó suavemente en el aire, llena de una reverencia que me desconcertó—. Permítame escoltarla de regreso al bosque sagrado. Hay asuntos que deseo discutir con usted.

Con el corazón latiendo con fuerza, asentí en silencio. Sabía que aquel encuentro marcaría el comienzo de una conexión que transformaría no solo mi destino, sino el curso mismo del reino que juré proteger con mi vida.

El príncipe Hak-kun caminaba a mi lado mientras nos alejábamos del bullicio del palacio hacia los senderos tranquilos que conducían al bosque sagrado. Su presencia era imponente, pero había una suavidad en su mirada que contradecía su reputación de guerrero implacable.

—he oído hablar mucho de su dedicación y sabiduría en los caminos del bosque —comenzó, rompiendo el silencio que se había formado entre nosotros.

—Es un honor recibir tales palabras del príncipe heredero —respondí con cortesía, manteniendo mi mirada fija en el sendero delante de nosotros.

—No soy solo el príncipe heredero en este paseo, soy simplemente Hak-kun —dijo con una sonrisa ligera, que iluminó brevemente su rostro serio.

Su tono informal me tomó por sorpresa, pero me esforcé por mantener la compostura. Era raro que alguien de su posición se dirigiera a mí con tanta familiaridad.

—¿Qué asuntos desea discutir conmigo, Hak-kun? —pregunté, curiosa por el motivo de nuestra reunión fuera del palacio.

El se detuvo bajo la sombra de un viejo roble y se giró hacia mí, sus ojos oscuros fijos en los míos.

—He escuchado rumores sobre el Palacio de Jade. Dicen que usted, como la madre del bosque, tiene conocimientos profundos sobre nuestros reinos espirituales y sus conexiones con el mundo humano —explicó, su voz cargada de seriedad.

El Palacio de Jade. Era una leyenda que se susurraba entre las hojas del bosque y los corredores del palacio, un lugar de poder que había sido mencionado en los cuentos más antiguos pero del cual se sabía poco con certeza.

—El lugar es más que una leyenda, es una realidad que ha existido desde tiempos inmemoriales —respondí cuidadosamente, consciente de la importancia de las palabras que elegía.

Hak-kun asintió, como si hubiera esperado mi respuesta.

—Sé que mi padre, el rey, ha buscado respuestas dentro de los antiguos textos y ha enviado exploradores a las montañas más remotas en busca de pistas sobre el Palacio de Jade. Pero aún así, sus secretos permanecen ocultos —comentó con un dejo de frustración.

—¿Qué es lo que realmente busca? —pregunté, sintiendo que había más en sus palabras de lo que revelaba.

El príncipe pareció meditar por un momento antes de responder.

—La paz. El Palacio de Jade se dice que contiene el conocimiento y los artefactos necesarios para asegurar la paz en nuestro reino. Pero también he escuchado que guarda secretos peligrosos que podrían desestabilizar todo lo que conocemos —confesó, su expresión seria y preocupada.

La gravedad de sus palabras resonó en mi corazón. Yo había jurado proteger el equilibrio entre el mundo humano y espiritual. Si el Palacio de Jade representaba una amenaza para ese equilibrio, entonces era mi deber asegurarme de que sus secretos fueran manejados con sabiduría y precaución.

—Estoy dispuesta a ayudar en lo que pueda. Pero debemos proceder con cautela. Los secretos del Palacio de Jade son antiguos y poderosos, y no debemos subestimar su influencia en nuestro mundo —dije con firmeza, comprometiéndome a enfrentar lo que sea necesario para proteger a nuestro reino.

El príncipe asintió solemnemente, reconociendo la seriedad de mis palabras.

—Gracias, señorita Doyun. No es solo nuestro reino, sino también nuestras vidas y el destino que se nos ha asignado —dijo con determinación, extendiéndome la mano en un gesto de alianza.

Acepté su mano con decisión, sintiendo que este encuentro marcaba el inicio de una colaboración que desafiaría las expectativas y pondría a prueba nuestros límites, en un mundo donde los hilos del destino se entretejían en formas impredecibles y llenas de misterio.

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⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

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