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Cerró la cremallera con la mayor fuerza que nunca hizo y, por fin, su maleta estaba terminada. Miró satisfecho todo su equipaje y se sentó sobre la cama para atarse los zapatos que llevaban en sus pies horas pero olvidó enlazar debido a todo el movimiento que tuvo en ese tiempo.

Su teléfono vibró y al ponerlo en sus manos observó la pantalla, mostraba el mensaje de Jisung, ilusionado porque cada vez faltaba menos para que se vieran por primera vez. Llevaban meses y meses de amistad a distancia. Amistad porque aunque Minho estuviera perdidamente enamorado del rubio, nunca dijo nada.

En realidad, tenía pensado declararse al conocer a su persona favorita, justo cuando sus ojos de encontraran, sus dedos se entrelazaran y quizás sus labios se buscaran. Cada palabra que le diría estaba dialogada en su mente, todo lo expresaría como siempre quiso hacerlo, como tantas veces estuvo a punto de declararse a Jisung.

Siempre tonteaban el uno con el otro, parecían novios siempre que tenían una conversación. Aún sin ser nada más que amigos, las indirectas no faltaban en sus charlas y sus corazones se aceleraban al ver esos coqueteos discretos que salían automáticamente de ellos.

Minho era poeta, para él los poemas eran una forma de escape de sus problemas, sus sueños y sus deseos. Escribía sin reglas, no seguía la manera que te enseñan en el instituto para escribir poemas. Todos sus versos tenían la misma rima al final, no había cambios de un verso a otro. No le gustaba guardar esos poemas para sí mismo, por lo que los publicaba. Al parecer su forma de escribir era lo que hacía que a la gente le gustaran más, quizás era más fácil saber dónde rimaban, quizás porque la gente se identificaba con ellos. Jisung siempre leyó los poemas de Minho, estaba enamorado de sus versos y su forma de ver las palabras.

Un día de enero, exactamente un sábado trece, le escribió. Todo empezó con unos simples mensajes entusiastas llenos de emoción y admiración. Minho sonrió inmensamente al ver como hablaba ese chico que le había escrito sin más, sin ninguna interacción anterior. Su sangre recorrió sus venas aún más activa que nunca, como si acabara de ver por primera vez la luna después de toda una vida o como si acabara de encontrar lo que siempre buscó. Su corazón se aceleró a una rapidez increíble y su respiración se conjuntó a esa velocidad. Nunca se le olvidarían esos mensajes: "HOLA, MINMIN" Minmin, su nombre anónimo para que sus conocidos no descubrieran su tristeza; o su nombre artístico, depende de cómo vea cada persona ese apodo. "AMO TUS POEMAS, AUNQUE SEAN TRISTES, ME INSPIRAN MUCHO" Le pareció muy curioso que alguien hablara así de lo que escribía, al fin y al cabo, todos los elogiaban con pena en el hablar, por el infierno que parecía vivir en sus poemas. Minho, raramente, contestó esos mensajes, encantado por la forma de hablar del chico.

Todo empezó con eso y dio lugar a, seguramente, la parte más importante de sus vidas.

Bebé 💛
En línea

—LINDO, LINDO, ¿YA SALES AL AEROPUERTO?

Minho sonrió tanto como cuando se conocieron y se puso de pie.

—Sí, bebé, justo ahora salgo de casa.
¿Me esperarás allí, precioso? 

—YA ESTOY ESPERÁNDOTE.

El mayor soltó una carcajada.

—Te vas a aburrir esperando, mi niño.

Escribió mientras colgaba de sus hombros su bolso y guardaba todo lo que necesitaba en él.

—ESTOY DEMASIADO NERVIOSO COMO PARA QUEDARME EN CASA.

Minho volvió a reír cuando apagaba todas las luces y cerraba la puerta de su casa, agarró las llaves de su coche y apretó el botón de apertura.

—Voy a subirme en el coche, precioso, te avisaré cuando llegue.

Se sentó en el asiento del conductor después de guardar su equipaje y meter la llave.

—ME PONDRÍA TRISTE PORQUE TE VAS, PERO TE VOY A VER EN UNAS HORAS ASÍ QUE NO IMPORTA.

Minho sonrió muchísimo ante su emoción.

Tengo demasiadas ganas de verte, lindo. Te amo.

Dejó el teléfono sobre el asiento del copiloto esperando una respuesta

—TE AMO.

˗ˋ ୨୧ ˊ˗

Bajó del avión, con el corazón en la boca y las manos temblorosas. Parecía que se había olvidado de cómo se respiraba o de cómo se andaba, porque en ambas frecuentaba algún error por los nervios. Salió de la puerta y miró a ambos lados, buscando a Han con ansias, sin querer quedarse quieto para no perderse ni un solo segundo de ese momento.

Mientras giraba su cabeza a distintos lugares, le vio. El corazón se le salió del cuerpo en vez de mantenerse en su boca. Notó cada órgano de su cuerpo. Sintió como la sangre corría por sus venas, como el aire dejaba de entrar y salir por su cuerpo y, sobre todo, como sus ojos miraban a Jisung.

Esta vez no era una pantalla. Era él. Era de quien estaba enamorado. Era su amigo. Era ese chico. Era esa persona con la que tenía una conexión única. Era esa persona que nunca olvidaría aunque dejaran de hablarse para siempre.

Estaba dormido en un asiento, con el teléfono en sus manos y el reloj en su muñeca, saliendo por el borde de la manga de su chaqueta. Respiraba muy hondo, aunque de forma rápida, tenía la boca abierta y los labios haciendo un leve puchero. Sus ojos se movían cerrados, como si estuviera muy atento a algo. Minho aún no se creía que de verdad fuera él.

¿Estaba soñando? ¿Era de esas imaginaciones que creaba en su cabeza cuando lo extrañaba? ¿Era real? ¿Era Jisung? ¿Era de verdad Jisung? ¿En realidad lo era?

Se acercó a paso torpe a donde se encontraba el rubio, casi dejando su maleta atrás, casi olvidando su cuerpo, casi abandonando todas esas veces en las que lloró por no estar junto a Han. Sonrió nervioso cuando el menor se movió en su sitio y frunció el ceño cuando a Minho apenas le quedaban unos metros para alcanzarle.

Su paso aumentaba a cada segundo, cada vez sentía que necesitaba aún más estar junto a él, que cada vez necesitaba más su proximidad para poder volver a respirar con tranquilidad.

A veces pensaba que nunca se conocerían, que nunca se tocarían, que nunca se besarían, que nunca se harían todo lo que prometieron, que nunca entrelazarían sus ojos fuera de una pantalla, que nunca respirarían el olor del otro. Pero ahora estaba ahí, Han se encontraba frente a él, durmiendo, respirando, existiendo, y, sin embargo, algo tan sencillo le encantaba a Minho y le enamoraba mil veces más. Ahora, menos de un metro los separaba y Minho no sabía si sería capaz de despertar a Jisung.

Porque, joder, de verdad era Jisung.

Porque, joder, de verdad era Jisung

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—Noromo

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⏰ Última actualización: Jun 29 ⏰

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