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Lisa se despierta en un ambiente tenue, con una luz suave que apenas se filtra a través de las cortinas. Parpadea un par de veces, luchando contra el deseo de volver a la comodidad del sueño profundo. Sus ojos recorren lentamente la habitación, observando las sábanas revueltas y la ropa dispersa por el suelo. Su propia ropa.

La noche anterior había sido, sin duda, una experiencia salvaje y apasionada. Una sonrisa se dibuja en sus labios al recordar fragmentos de los acontecimientos. Gira la cabeza para contemplar a la mujer que, acurrucada en su cuello, duerme profundamente, respirando de manera serena y rítmica.

Lisa se toma un momento para admirar la desnudez de su compañera, deslizando un dedo suavemente por el brazo de la otra mujer, apreciando la suavidad de su piel impecable. Observa el leve ascenso y descenso de sus hombros, y escucha los suaves ronquidos que escapan de sus delicados labios.

Se pregunta cómo ha tenido tanta fortuna de despertar junto a una mujer tan cautivadora. Con cuidado, toma la mano de su compañera entre las suyas, ejerciendo una ligera presión sobre los huesos de los dedos. Al presionar el dedo anular, se pregunta si el hilo rojo del destino estará actuando en su vida.

Lisa entrelaza sus dedos con los de su compañera, reflexionando sobre los misterios del destino y lo que pudo haber hecho en una vida pasada para merecer estar junto a alguien tan especial en esta. ¿Acaso todos se sienten así cuando encuentran a su alma gemela? Para ella, este momento es nada menos que un paraíso.

Se maravilla de su buena suerte, de la gracia de compartir su lecho con una mujer tan sublime, casi como si fuera una deidad encarnada. Se dice a sí misma que debería visitar más a menudo los templos y expresar su gratitud a los espíritus por su generosidad, quizás ofrecer una oración sincera en agradecimiento.

Sus pensamientos vuelven a centrarse en su compañera cuando esta se mueve ligeramente y emite un suave gemido.

"Mmm... Eso hace cosquillas...", susurra la mujer con una voz soñolienta, pero llena de encanto, mientras da un manotazo suave a la mano de Lisa que acaricia su costado.

Lisa sonríe, sintiéndose envuelta nuevamente en la calidez del momento. Con ternura, lleva la mano de su compañera a sus labios y deposita un beso suave sobre ella.

"Buenos días."

Se escucha un leve zumbido de satisfacción antes de que la mujer se acomode aún más contra el cuello de Lisa.

"¿Qué hora es?", pregunta, su aliento cálido acariciando la piel de Lisa.

"Son las seis y media", responde Lisa tras echar un vistazo al reloj sobre la mesita de noche. "Deberíamos levantarnos; aún tenemos trabajo por hacer."

La mujer emite un gemido, reacia a abandonar la calidez de la cama, y se abraza con más fuerza a Lisa, como si buscara retener aquel instante un poco más.

Lisa se ríe suavemente, saboreando la calidez de la mañana, y pregunta:

"¿Podemos quedarnos así un poco más?" Mientras acaricia la coronilla de su compañera y deposita un beso delicado sobre su cabello.

La mujer asiente en silencio, disfrutando del contacto, pero su tranquilidad se ve abruptamente interrumpida por el sonido insistente de la alarma. Con un suspiro de frustración, se gira para apagarla y luego dirige su mirada a Lisa, su expresión llena de suave reproche.

"¿Por qué sonríes?", pregunta, aunque la pregunta no requiere respuesta, pues la ternura es evidente en los ojos de Lisa.

"Eres tan linda", murmura Lisa, antes de inclinarse para besarla con un amor que parece eterno.

El beso, inicialmente tierno y lleno de afecto, se transforma en una ola de pasión que las arrastra. Lisa siente cómo su cuerpo se deja caer hacia atrás, su mente perdiéndose en la sensación de tener a la mujer que ama a horcajadas sobre ella, como si fueran las únicas personas en el mundo.

"Jennie, voy a llegar tarde si seguimos con esto ahora", advierte Lisa, su voz temblando entre la necesidad y la razón.

"¿Me estás diciendo que no?", replica Jennie, enarcando una ceja mientras sus dedos juegan distraídamente con los bordes del abdomen de Lisa, su cabello castaño cayendo en cascada sobre su rostro como un velo de seducción.

Lisa siente un escalofrío recorrer su columna.

"Mierda...", murmura, cerrando los ojos con fuerza para resistir la tentación, sus manos deteniendo a Jennie con suavidad. "J-Jennie, hoy tengo una reunión importante. No puedo permitirme llegar tarde, de verdad."

Jennie se detiene, sus ojos buscando los de Lisa con una mezcla de diversión y descontento.

"Oh, no utilices esa expresión tan linda para convencerme", protesta Lisa, acercándose más para que sus palabras sean un susurro íntimo. "Me quedaré aquí esta noche, te lo prometo."

Una pequeña sonrisa asoma en los labios de Jennie, un destello de malicia en sus ojos.

"¿Quieres que cocine para ti esta noche?", pregunta con voz suave, casi un ronroneo.

"Sí, claro", responde Lisa, sintiendo cómo el deseo se entrelaza con el cariño mientras sus labios rozan la clavícula de Jennie. "Estoy deseándolo, no sabes cuánto."

Jennie toma a Lisa por la nuca, acercándola para un beso profundo que parece sellar un pacto, antes de soltarse con un suspiro.

"Ve a darte un baño mientras yo te preparo algo de desayuno. Necesitas energía para tu día", dice Jennie, sus palabras suaves, pero con una autoridad que Lisa encuentra irresistible.

"Eres la mejor", responde Lisa, sus labios rozando los de Jennie una última vez antes de desenredarse del abrazo cálido y caminar desnuda hacia el baño. Su mente, sin embargo, sigue anclada en la sensación de los labios de Jennie sobre los suyos, en la promesa de una noche que aún está por venir.

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"Lisa, olvidaste tu anillo"

Lisa se gira al oír la llamada y suspira. "Gracias por recordármelo." Con cuidado, Lisa toma el anillo y lo desliza en su dedo anular izquierdo. Observa cómo la mirada de Jennie se intensifica al ver la banda dorada asentarse en su lugar, una mezcla de sentimientos reflejándose en sus ojos. Lisa sabe lo que significa ese anillo para Jennie, lo que representa.

Aproximándose con pasos lentos, Lisa extiende la mano para atraer a Jennie hacia un abrazo cálido y reconfortante. Siente la tensión del cuerpo de Jennie al principio, pero luego se disuelve como el hielo bajo el sol.

"Te recogeré después del trabajo, ¿de acuerdo?", susurra Lisa, depositando un beso en la frente de Jennie, un gesto que no solo es de cariño sino también de compromiso.

Jennie cierra los ojos, dejándose llevar por el momento, y luego asiente, su sonrisa floreciendo como una flor en primavera.

"Te acompañaré a la puerta", responde, su voz suave y llena de promesas.


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Lisa ya se encuentra en el aparcamiento del edificio cuando el sonido de su teléfono la saca de sus pensamientos. Mira la pantalla y su corazón late un poco más rápido al ver el nombre de «Irene» parpadeando en ella. Sabe que debe responder, pero por un momento desea que esa llamada no exista, que no tenga que enfrentar esa realidad.

Con un suspiro resignado, abre la puerta de su auto y se sienta dentro. Cierra los ojos por un instante, respirando profundamente, intentando calmar la tensión que ha comenzado a apoderarse de sus músculos. Una vez que se siente lo suficientemente tranquila, forja una sonrisa que sabe que no es genuina, pero que espera que su voz logre transmitir.

Desliza el dedo por la pantalla para aceptar la llamada y acerca el teléfono a su oído.

"Buenos días, mi vida", dice con una dulzura ensayada. "¿Has aterrizado?"



©Todos los créditos a la autora original, @schindlee.

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