Capitulo 9

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Victoria nicoliti

Los brazos de Damián me envuelven con calidez mientras duermo. Me muevo con cuidado para no despertarlo y me deslizo fuera de la cama. Voy directo al baño, cerrando la puerta suavemente detrás de mí. Al abrir la ducha, dejo que el agua tibia relaje mis músculos tensos y despeje mi mente.

Al salir, me envuelvo en una toalla y coloco otra alrededor de mi cabello mojado. Me miro al espejo, observando mi reflejo sin una gota de maquillaje. Aún así, me siento bien, casi espectacular, siempre me miro demasiado hermosa. Busco en la gaveta y encuentro un paquete nuevo de cepillos de dientes. Mientras lo abro, algo brillante llama mi atención.

Es un collar. Lo reconocería en cualquier lugar: es el collar de Nicky. Mi corazón se acelera y una ola de preguntas inunda mi mente. Lo tomo entre mis dedos, examinándolo con cuidado. Justo en ese momento, la puerta del baño se abre y veo a Damián en el reflejo del espejo. Se acerca y me envuelve en un abrazo por detrás.

—¿De quién es esto? —le pregunto, levantando el collar para que lo vea.

Él lo mira con indiferencia.

—No lo sé, es la primera vez que me quedo aquí.

—¿Estás seguro? —insisto, tratando de mantener la calma.

—Por supuesto. No tengo por qué mentirte.

Y, por alguna razón inexplicable, le creo. Siento que me dice la verdad. Sin embargo, mi mente no puede evitar pensar en Max. Estoy casi segura de que él estuvo con Nicky aquí, y que ella olvidó su collar. Una rabia intensa me consume, deseando poder confrontarlo, hacerle pagar por que gracias a él ella está muerta. Pero no, no basta con matarlo. Tiene que sufrir, sentir el dolor que me ha causado. Todos estos hijos de puta tienen que sufrir, los odio tanto.

Damián me da un beso suave en el cuello, pero rápidamente me aparto de él.

—¿Está todo bien? —me pregunta, frunciendo el ceño con preocupación.

—¿Y por qué no lo estaría? —respondo con un tono defensivo.

—No sé, te siento extraña —insiste, buscando mis ojos como si intentara descifrar un enigma.

—Estoy bien, Damián, solo no me gusta tanta cursilería. Me agobia y eso me estresa —digo, tratando de sonar convincente mientras una parte de mí lucha por mantener la calma.

Damián me observa con atención, intentando procesar mis palabras. —Está bien, mi amor. No quiero que sientas que te ahogo —responde con una mezcla de preocupación y comprensión en su voz.

Se acerca más y acaricia mis mejillas, un gesto que normalmente me tranquilizaría. Quito sus manos con suavidad pero con firmeza y doy un paso hacia atrás.

—Tengo que cambiarme —

Salgo del baño y comienzo a cambiarme mientras mi mente sigue enfocada en el collar de Nicky. Solo escucho el sonido del agua corriendo cuando Damián enciende la ducha.

Incapaz de concentrarme, vuelvo al baño. Damián está bajo la ducha, y el vapor empaña el espejo. Rápidamente, me lavo los dientes, pero mi atención está fija en el collar. Lo tomo y lo guardo con cuidado en mi bolso, asegurándome de que Damián no lo vea.

La presencia del collar de Nicky en este lugar, llena mi mente de muchas dudas. termino de vestirme.

Damián sale de la ducha, envuelto en una toalla, y me sonríe. Su cabello oscuro, aún mojado, gotea lentamente, y las gotas de agua resbalan por su abdomen firme y sus brazos musculosos. Es una visión que me resulta casi hipnótica. Intento no mirarlo demasiado obvio, pero mis ojos se sienten atraídos por él. En mi mente, las imágenes de la noche anterior se despliegan con una claridad inquietante: el calor de su cuerpo contra el mío, el peso de su presencia, cada caricia y cada beso.

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