¡𑁍!

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-Chicos, ¿no creéis que sería divertido gastarle una broma a alguien?

Kuroo sonreía traviesamente mientras observaba a alguien para hacerle la broma.
Sus ojos se pararon en un chico ruso, no iba a mentir, le caía bastante bien, pero una bromita no le haría mal a nadie.
Tampoco era algo muy pesado.

-¡Oye, Lev!

El menor miró al capitán del equipo con una sonrisa amplia.

-¿Puedes ir al almacén a por un par de pelotas, por favor?

Lev asintió frenéticamente y se dirigió hasta el almacén, de repente vio la puerta cerrarse

Sintió que sudaba frío, se acercó a la puerta y comenzó a temblar cuando vio que no se abría de ninguna manera.

-¿Kuroo?

No hubo respuesta.

-Oye, si esto es una broma, no hace gracia.

Miró a su alrededor y sintió ese pequeño espacio reducirse cada vez más, sus ojos se cristalizaron y sus manos comenzaron a temblar.

-Por favor, chicos, sacadme de aquí.

No, otra vez no, por favor.

Cada vez costaba mas respirar y sentía que si no se encogía terminaría siendo aplastado por esas cuatro paredes.
Sentía que no podía respirar y sus manos temblorosas arañaban la piel de sus brazos hasta conseguir que estuvieran al rojo vivo y la sangre comenzara a aparecer.

Se sentía abrumado, agobiado y ansioso, esto último no en un muy buen sentido.
Sentía que si pasaba más de un minuto ahí, las paredes se cerrarían totalmente y le prohibirían salir para siempre.
Intentó relajarse pero nada funcionaba, simplemente no se podía concentrar y sentía que iba a morir.

En ese momento, lamentaba que su novio no estuviera allí.

-Yaku...te necesito aquí, conmigo.

La verdad, todo era su culpa.
Había convencido a su pequeño novio que fuera a clase a agarrar unos apuntes, si no le hubiera convencido nada de esto hubiera pasado.

Sentía la sangre caer de sus brazos y se asustó. ¿En qué momento se había arañado tanto?
No sentía dolor, solo seguía haciéndolo aunque sus manos se llenasen de sangre.
Intentó abrir la puerta, pero seguía encerrado y ahora tenía los nudillos destrozados.

Sintió que le faltaba el oxígeno y agarró su pecho mientras volvía a encogerse en una esquina, cuando de repente escuchó una voz.

Era la voz de su novio.

Gritaba a todos los presentes por la broma y les hizo retirarse del gimnasio.
Escuchó pasos y la puerta se abrió rápidamente.

-¡Dios, Lev! ¿Estás bien?

El bajo se acercó a su novio y se alarmó al ver la sangre en sus brazos y sus nudillos magullados.

-Yaku..ellos me encerraron, todo se hacía más pequeño y, y, y yo no sabía que hacer.

El ruso tartamudeaba mientras intentaba respirar correctamente.

-Ya pasó, mi niño, todo está bien ahora.

Abrazó a su novio con cariño, que temblaba sin parar.
Lev corrió hacia la puerta y se calmó un poco al salir de esa habitación.

-¿Te encuentras bien, amor?

El menor asintió y abrazó a Yaku con todas sus fuerzas.
Había dejado de temblar, pero seguía llorando. Sus compañeros le habían echo una broma bastante pesada y ahora sentía sus brazos y nudillos arder.

-¿Quién a sido el estúpido que te a encerrado?
-No lo he visto, yo estaba mirando a la habitación.

Mintió, pero no podía decirle a Yaku que su amigo había sido el causante de todo eso, sabía que su novio cortaría lazos con Kuroo y no quería eso.

Yaku observó sus brazos y puso una mueca, eso debía doler como el diablo.

-Vamos, hay que curar esas heridas.

El más alto asintió y se sentó en el banquillo esperando a que llegara con el botiquín de primeros auxilios.
Cuando echó alcohol a la herida el más alto soltó un quejido.

-Yaku...duele.
-Es para que no se infecte, intenta concentrarte en otra cosa.

Después de vendar las heridas de ambos brazos, dejó un beso en la frente del menor.

-Ya todo pasó, ¿vale? Todo está bien ahora.

Yaku sabía de la claustrofobia desde hace un tiempo, por culpa de unos idiotas de tercero que querían hacerle una broma, justo como ahora.
Le destrozó ver a su compañero así, lo consideraba un idiota, pero joder, tampoco merecía que lo trataran así.

Un año atrás

Yaku caminaba tranquilamente por los pasillos, y escuchó una conversación que le llamó bastante la atención.

-¿Qué vas a hacer ahora con el ruso, Hiro?
-Que se quede allí, total, no le cae bien a mucha gente que digamos, que vuelva a su país y no de más por culo.
-Pero como lo vas a encerrar, hombre, ¿no te da ni un poco de pena?
-La verdad es que no, si por mi fuera, se pudriría en la sala esperando a que alguien le abra.

Yaku sabía perfectamente a qué sala se refería, era una pequeña habitación donde había una caja con uniformes y una estantería. Era tan estrecha que entraba una persona, y con suerte.
Se dirigió hacia la habitación con un paso acelerado y pudo escuchar la respiración agitada de su compañero.

-¿Lev?
-¡Yaku-san!

Su voz estaba entrecortada y le abrió rápidamente.
Lev salió y calló al suelo, su cuerpo no dejaba de temblar.

-¿Qué ha pasado?
-Ellos me encerraron, yo, yo, tenía miedo...no quería estar ahí.

Pudo ver varios moretones en sus brazos y piernas.

-¿Ellos te han golpeado?

El ruso asintió con inseguridad.

Eso era demasiado cruel para alguien que era nuevo.
Por alguna razón, le hirvió la sangre solo con pensar en aquellos dos chicos.

-¿Te encuentras bien? Puedes faltar al entrenamiento si deseas, justificaré tu ausencia.
-¡No! Estoy bien, solo necesito relajarme.

Desde ese día, Yaku empezó a ser mucho más cercano a Lev. Tenía miedo de que eso se repitiera y el no estuviera allí para ayudarle.

En la actualidad

-Lo siento mucho, Lev, lamento no haber estado aquí para ayudarte...
-No te preocupes, fui yo el que te dijo de volver a clase.

Yaku dejó un tierno beso en los labios de su novio y le acarició la mejilla con delicadeza.

-Te quiero, Yaku.
-Yo más, mucho más, Lev.

Volvieron a unir sus labios y ambos se sintieron en paz de nuevo.

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𝔠𝔩𝔞𝔲𝔰𝔱𝔯𝔬𝔭𝔥𝔬𝔟𝔦𝔞 -𝐘𝐚𝐤𝐮𝐥𝐞𝐯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora