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Dentro de las cocinas, donde los cuchillos danzan y las sartenes cantan, se forja un mundo de sabores y texturas. Cada plato es un lienzo en blanco, esperando que el chef lo transforme en una obra maestra. La alta cocina es más que una simple alimentación; es una sinfonía de ingredientes, una danza de aromas y una exploración de la creatividad humana.

Zhong Chenle, considerado un prolífico chef, y el mejor de China, tenía la mirada fija en el fuego. "Es un alquimista de los sabores", dicen los medios. Sus manos hábiles mezclan tradición y audacia, creando platos que despiertan recuerdos y desafían las expectativas. Para él, cada ingrediente es un pincel y cada plato, una obra de arte.

En el otro extremo de la cocina, Park Jisung se sumerge en el mundo vegetal. Sus ojos brillan con la pasión de quien ve más allá de lo evidente. Jisung no solo cocina; cultiva. Sus verduras son paletas de colores, sus hierbas, notas musicales. Cada bocado es una experiencia sensorial completa.

Los críticos, como comensales exigentes, juzgan cada creación. Algunos buscan la nostalgia de la infancia, mientras que otros anhelan lo inesperado. Pero todos comparten una verdad: la comida es un lenguaje universal que trasciende fronteras y conecta corazones.

Hacía un par de años que Chenle se había convertido en el más aclamado Chef de China. Y claro, para él era lógico. Se apegaba a las normas, y amaba sus tradiciones y su historia. Era lo que teníaque pasar, para él la comida es una combinación de ambos. Estaba orgulloso de sí mismo y de sus raíces. Sobre todo, el orgullo era algo que no faltaba rn él tras la noticia de haber sido invocado a la nueva competencia culinaria. "Debes ir inmediatamente a Corea a cumplir con el reto.", dijo su agente en la línea telefónica tras darle la gran noticia.

Chenle, sin despegarse el teléfono de la oreja agitaba de adelante hacia atrás su sartén en el fuego. "Es claro que iré. Pero no puedo dejar este Kung Pao ahora.", los sartenazos extras de los demás cocineros al fondo también eran perceptibles. "Sé que es tu horario laboral, ¿pero no puedes dejarlo un minuto para hablar de esta oportunidad?", Chenle chasqueó la lengua ante tal vulgaridad. "O no me conoces, o eres imbécil.", respondió mientras realizaba su preparación con una sola mano. "¡Hey, sous, ¿ya está listo mi vinagre de arroz o tengo que esperar a que esta mierda se queme?!", gritó molesto el chef. "Aquí está, Chef", dijo entregándole el vinagre. "No te quedes ahí, sirve.", bufó una vez más y se golpeó mentalmente ante tanta mediocridad a su alrededor.

La vida de Park Jisung en realidad no era tan distinta. "Madre, estoy a punto de lograrlo", dijo él con una chispa de optimismo en sus palabras. "Sé que lo harás, mi pequeño.", pero era todo lo contrario a la de Chenle. Jisung además de ser el galardonado mejor Chef vegetariano de Corea. Esta oportunidad era un parteaguas, aquello que le abriría más puertas a la comida sin maltrato. "Verás que pronto ganaremos.", le dijo su madre abrazándolo tras recibir la invitación. Él correspondió, con expectativas altas. Inmediatamente se dio vuelta y regresó a su puesto de Chef en la cocina.

Tal vez si no hubieran tantos chefs que cocinan con animales él estaría más cómodo. Pero a pesar de todo, no daría un paso atrás. Se ha esforzado mucho en llegar hasta dónde está el solo, y en mucho menos tiempo del que tardó Chenle y otros chefs de su edad.

A diferencia de Chenle, Jisung buscaba innovar, crear e inventar manjares hechos desde su ingenio. Cosa que a muchos chefs les cuesta. Para él era claro que tenía que ganar, tenía que hacerlo para probarle de una vez por todas al mundo su punto y su perspectiva.

No importaba cuánto sacrificasen, no importaba si esto era un suicidio colectivo. Esto era la guerra. Probar quien ganaba el título de "Mejor Chef de Asia Oriental" era mucho más importante que lo que perdieran en el trayecto.

Bon Appetit [CHENJI / JICHEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora