Europa, Florencia Italia, marzo 8 del 2023.
En lo más profundo de un taller de escultura, donde el aroma del barro fresco y el sonido de los cinceles danzaban en el aire, vivía un solitario artista, André Roux. Sus manos, expertas en crear dibujos, trabajaban incansablemente en una obra que reflejaba su más profundo anhelo, en algo que jamás creyó que iba a realizar, una escultura de él.
André había creado algunas cuantas esculturas a lo largo de los años, pero ninguna a tal tamaño, todas eran pequeñas, diminutas y piezas incompletas, pero de las cuales, su amado chico completaba por él. Tallaba con pasión cada detalle del rostro de una figura masculina, con los ojos cerrados y una suave sonrisa que parecía susurrar secretos al viento, secretos que en algún punto iban a salir a la luz, pero que tampoco querían admitir.
Las horas se desvanecían mientras André perdía su ser en la creación, hasta que finalmente, con un último golpe de cincel, la escultura había sido terminada, se detuvo a admirar su más grande trabajo, el cual le había costado días y horas, ahora lo podía apreciar con una amplia sonrisa satisfecha; en ese momento, una persona que bien conocía entró por la puerta con algunos snacks para ambos.
- Wow! Terminaste una, después de millones de miniaturas. - un chico de cabellos rubios cenizos entró al lugar. -Pero... su rostro me es demasiado familiar, ¿otra vez lo has estado soñando?
- Deja de decir tonterías Santy, él es una nueva creación, supongo. - dejó sus materiales de trabajo en el pequeño mesón junto a su escultura tomando un snack que su amigo le tendía.
- Está bien, te creo. Entonces, ¿Lo vas a exponer mañana?, o ¿lo dejarás para tu próximo evento?
André miro a su amigo, después miro la escultura entrecerrando sus ojos, analizando si exponer o no lo que había creado, si lo exponía, corría el riesgo de que se dieran cuenta todos los demás que en verdad aun no superaba aquel amor, termino por asentir suspirando y acariciando la piedra frente a él, su corazón aun dolía, pero esa escultura debía estar ahí, en ese evento importante pera ambos.
- Lo haré, aún no tiene nombre, debería... ¿Debería ponerle su nombre?
- Drew, ya hablamos sobre eso, deberías de darle un descanso merecido, él ya no está... - el rubio se acercó a su amigo dándole un abrazo por los hombros, pero André se alejó de aquel tacto desviando la vista hacia otro lugar sintiendo su corazón pesar.
- Está bien... vayamos a casa, ya todo está empacado, lo llevaremos al final. - dio un último vistazo a la creación y muy a fondo, desearía tenerlo de nuevo con él, volver a tener su compañía, porque a pesar del tiempo transcurrido, lo seguía extrañando, lo seguía amando.
Ambos jóvenes salieron hacia su hogar, un lindo departamento, elegante, lleno de esculturas, piezas de arte, algunos instrumentos de música, entre otras cosas. Cenaron en silencio, ambos estaban con los nervios de lo que pasaría al día siguiente, y es que a pesar de que André era reconocido por sus dibujos e ilustraciones, sería su primera vez mostrando una galería completa con artes, creaciones y talento, del cual no solo habían suyos sino también de Ian Vanetto.
Antes de irse a dormir, fue hacia el pequeño balcón que proporcionaba su habitación, varios recuerdos llegaron a su mente, con ojos cristalinos miró hacia la luna brillante, como si esta estuviera lista para recibir su ansiada petición, como si supiera lo que su débil corazón gritaba.
- Desearía que él estuviera aquí, volver a sentir su calor, su voz... su corazón, volverme a sentir amado por él... por favor, tráemelo de vuelta...te lo suplico.
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Ilusiones Eternas
Teen FictionEl destino a veces suele ser tan cruel, pero también te puede recompensar con una segunda oportunidad, digo, a no ser que le pidas un deseo a la luna, aunque sabemos que no es lo ideal, ya que estos... traen terribles consecuencias, ¿cierto? No se p...