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«15 de noviembre de 2009
Circulo de entrenamiento militar de Moscú. 10:47pm

Alzo la cabeza y delante de los barrotes de metal está el coronel. Firme y con su cara rígida. Abriendo las rejas, no comprendo que hace así que me quedo quieta de pie en mi rincón.

—Asesine al cadete Marcus Davis. —exclamó sin dificultad, era una razón clara—. Es una orden, soldado. Tiene hasta antes de la madrugada.

Entonces comprendo lo que quiere decir. Él también lo cree tanto cómo yo.

Cree que su hijo fue el culpable de la muerte misteriosa de su hija menor.

Me adelanté hasta quedar a su frente. Sus ojos azules no eran iguales a los de ellos dos, eran duros y de aspecto frío. Muy contrario a los míos, ambarinos y de una aureola dorada.

—Sea lo que sea que haga. No se arrepienta y llévelo hasta el final, cadete. —soltó con un deje de odio retenido en la voz.

—Sí, señor. —él no podría hacerlo, no tenía la fuerza de voluntad para ir en contra de su primogénito. Pero yo sí.

No lo haría sentir orgulloso. Pero mataría a su hijo con todo el gusto del mundo, consiente de que todo eso podría ser una farsa, pasé por su lado. Lista para tomar acción en mis manos. Sé que me seguirá luego pero es la menor de mis preocupaciones.

todas mis extremidades están adoloridas y lastimada por el estrecho espacio pero no me detengo, saldré de la central con mi antiguo uniforme de cadete y cómo una marginada por un crimen que no cometí. El dolor me mueve y me contrae el pecho al recordar esos ojos azules. Herida por la perdida, me escabullo en los cuartos para buscar lo que necesito y me encierro en el baño para alistarme, esa misma madrugada me trasladaran a quien sabe dónde así que tengo que moverme rápido.

Entro a hurtadillas al último bloque, y no me cuesta mucho encontrar sobre un pequeño estante, el frasco de arcilla. Eso me llena de ira, Marcus no tenía por qué tenerlas en su poder. Sin pensarlo, tomo lo que necesito, salgo y me alejo de la habitación con la rabia serpenteando en mis venas y un plan trazándose con claridad en mi mente.

A la última hora corro a ofrecerme como voluntaria en el comedor bajo ordenes del coronel Davis, nadie hace preguntas sobre lo que pasó, así que la anciana sólo se limitó a pasarme por un lado sin decir nada, después de todo; todo aquello que venga bajo órdenes de un superior jamás debe ser cuestionado.

Hago todo al pie de la letra, y dejo las bandejas en sus lugares correspondientes espero una hora antes de que pasen revista nocturna, me siento al fondo con tranquilidad y miro la hora en la pared mientras el comedor comienza a llenarse, miro a Marcus sentarse en su lugar y algo parecido a las brazas calientes se aviva en mis adentros cuándo seguido de eso escucho un grito de horror genuino venir a mí desde el centro del comedor y extenderse a todo los rincones, no hubo soldado presente que no se enterase de que algo pasaba.

Nadie se movió de su lugar, hubo silencio pero ninguna señal de compasión. Segundos después, todos miraban con horror la escena desde sus puestos. Cómo levantaba pequeñas insignias en forma de pines redondos. Habían cenizas revueltas en su comida.

Las cenizas del cuerpo de su hermana. Las insignias le pertenecieron a ella.

La misma que asesinó por celos.

Ninguno de los cadetes más cercanos socorrieron al chico, sólo tenían voluntad para ver la razón que lo dejó de rodillas empapado en su propia órbita de vómito, pues en una guerra ibas solo o morías traicionado, aún cuando nos entrenaban con lágrimas, sudor y sangre la única cosa que nos acompaña fielmente era el honor de morir de pie.

—¡Estás muerta, maldita perra. Tu cabeza y el derecho a tu sangre derramada son míos!

—¿Vas a matarme y tirarme a los lobos también? —inquiero. Y sus pupilas azules se vuelven oscuras, casi negras. Miran en mi dirección.

De reojo vi al chico incorporarse, retomando fuerzas, temblando de irá y como desenfundó su daga apuntando el puñal en dirección a mi pecho, apenas pude girar mi cuerpo al piso y esquivarla, sé que sigue, correr no es una opción, no hay a dónde huir. Una vez comienza sólo puedes hacer una cosa; pelear por el derecho de sobrevivir.

En este momento sé nadie correrá por mí ni se interpondrá, sólo pueden mirar de lejos y desear que sea algo rápido, o luchas cómo el más fuerte o mueres siendo el más débil sin que nadie te recuerde.

“Enfrentas a alguien por dos cosas: para dejarle una marca que le recuerde quien eres o la matas para que la olviden.”

Eso me dijo el teniente Monroe la primera vez que le disparé a algo que tenía vida. Un halcón.

Me erguí mentalizándome qué, si alguien muere, está noche no será mi nombre el olvidado.

Me encargaré de que sea lo último que hagan, que me lleven presente hasta sus lechos de muerte, no estaría de pie en este lugar si fuera yo la débil. Desenvaino la navaja oculta en mi muslo, preparándome para arremeter contra todo aquello que me quiera ver en el piso.

Mi lugar no está en ver desde arriba, mi lugar está con la razón que los hará levantar la cabeza para mirarme. 

—Sólo hay una forma de ganarse el derecho, y es pelear y defenderse en su nombre. Rétame y gánate la potestad de tomar mi cabeza en bandeja de plata. —exclamo con voz alta, sujetando mi navaja con firmeza contra mi pecho, Sus ojos verdosos se encontraron con los míos ambarinos. Siento la atención de todos sobre mí y el paso aire con dificultad pero soy clara con mi mensaje— Pero si yo gano, haré que en tu mente y en la de todos sólo exista una sola cosa, mi nombre; Malika Monroe.»

Nota de autora

Holaa. ¿Qué tal están? Inicialmente espero que les haya gustado pero sobre todo; que sigan queriendo saber más sobre que fué lo que sucedió. Es un comienzo bastante confuso pero en cuanto avanze obtendrán vistazos al pasado o capítulos enteros hablando sobre la antigua vida de Malika.

¿Qué les pareció esa última línea de Malika?
Es cierto que desde un principio me encanta que mis personajes tengan un impacto directo, no puedo evitarlo.

Y cabe recalcar que Malika tenía 15 años para este momento

¿Qué creen que sucedió después?
¿Por qué creen que el coronel le pidió tal cosa a Malika?

Cómo última cosa...
Malika
"Reina"
Es la otra mitad del Dios Malek.
Díos de la muerte.
Por ende;
Malika es la diosa de la muerte.

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⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

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SEDUCCIÓN MORTAL (PLACERES MORTALES.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora