PROLOGO

43 13 17
                                    

“Tuvimos muchos casos mi hermano y yo, sin embargo, este caso se sintió diferente desde el principio”.

Las grandes ciudades modernas New York, París, Londres esconden bajo sus magníficos edificios, hogares de miseria que albergan gente malnutrida sin higiene sin educación…semillero de futuros delincuentes…La sociedad trata de corregir este mal, pero el éxito de sus esfuerzos es limitado solo en un futuro próximo podrán ser reinvicado los derechos humanos…para que sean útiles a la sociedad…México la gran ciudad moderna no es la decepción de esta regla universal…esta historia basada en hechos reales no es optimista y deja la solución del problema a las fuerzas progresivas de la sociedad.

En una de los millares de casas de la República Mexicana, una zona tranquila y agradable para vivir, exactamente a las cinco y media de la mañana se volvieron a escuchar los pasos apresurados en el segundo piso de la residencia de madera del joven de quince años que buscaba con preocupación una libreta para su escuela.

Luis Ángel era el menor de tres hermanos. Ser el menor es bastante afortunado, todo el mundo sabrá que serás el más consentido y sobre protegido de los tres, además se ser el más exitoso…Pero eso era totalmente diferente para Luis. Al no encontrar su libro, bajo por las escaleras, uniformado y mal peinado, su hermano mayor que él, de unos veintiocho años, llamado Vincent, cocinaba el desayuno para sus hermanos, su otro hermano mayor que él, pero menor que Vincent, de veinticinco llamado Michael, se encontraba leyendo el periódico, a él no le gusta cocinar, pero bueno algún día tendrá que hacerlo.

—¿Han visto mi libreta de historia?, No la encuentro. —dijo preocupado tomando asiento en la mesa, haciendo un recuento de hechos en su mente.

—No, no sé dónde está. —respondió sin prestarle atención. —Pero hoy no te toca historia.

Luis sonrió un poco y llevó su mano a su cara para cubrir la vergüenza que emergía en él, Vincent giró los ojos y sirvió el desayuno.

—De todos modos, lo voy a buscar. —dijo Vincent poniendo los platos sobre la mesa.

—Gracias, había estado ocupado y no me acordaba de mi horario. —Respondió sintiéndose mucho más aliviado.

—¿Ocupado?, ¿En qué podrías estar ocupado? —reprochó en broma su hermano Michael.

—Créelo o no, pero si eh estado ocupado, pero da igual, terminó el desayuno y me voy a la escuela. —dijo con mucha seguridad. —¿Irás solo?

El tono de voz del mayor cambio considerablemente, las bromas quedaron de lado y ahora ambos hermanos mayores se miraban, el menor solo sonrió para tranquilizar a Vincent y Michael, mientras se ponía de pie.

—Si, me quedé de ver con un amigo. Pasaremos todavía a la cafetería. —respondió. —Y luego de ahí nos iremos.

—¿No sería mejor que yo te llevara a la? ¿Cafetería…O te dejará de una vez en la escuela? —sugirió Michael, aunque no quería aceptarlo, con todo lo que estaba ocurriendo tenía miedo de que algo ocurriera.

—Jajaja, no. —fue frio y tajante con su respuesta. —La escuela queda a ¿Qué?, ¿Cinco cuadras de la casa?. Déjame irme solo Dios.

Vincent suspiro algo molesto, pero no opuso resistencia, solo se enojaba porque Luis no se había terminado el desayuno que tanto le costó hacer.

Entre Sombras y SilenciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora