Mori tarareaba una canción pegadiza que Elise le había mostrado, poco después se estaciono, se miró en el retrovisor y notó que su bata estaba un poco de arrugada de los hombros y se la acomodo, tenía que mantener la buena imagen de doctor del vecindario , aseguró su vehículo y camino unas cuantas calles hasta su cafetería favorita.
—Bienvenido —dijo la encargada detrás del mostrador, la chica sonrió aún más al ver a Mori —¿Lo mismo de siempre?
—Claro —Enseguida la máquina se puso en marcha y salió un humeante café latte.
Mori tomó su bebida y fue a su lugar favorito, uno cercano a la ventana con vista a un edificio de ladrillos rojos, su mirada se concentró en el piso superior, justo donde se encontraba la oficina de su amante.
Un par de sirenas sonaron, el sonido se acercaba aún más y llegó la policía, Mori sonrió —Un día bastante animado — pensó para sí mismo.
De los vehículos descendieron tres jóvenes esposados, el chico tigre que tantos problemas le había dado, el pilar de la agencia y Dazai. Una imagen muy divertida, al ser parte de la mafia no es la primera vez que veía a gente detenida, pero sí la primera en que un detenido llore secando sus mocos en el uniforme de un oficial, otro haga una rabieta y el último se meta de nuevo al vehículo negándose a salir de ahí.
Pronto se hizo un círculo de personas que le obstruyen la escena tan pintoresca, dio un sorbo a su café y la encargada le dio un panecillo para acompañar —¿Desea algo más?
—Es todo por el momento —dijo Mori disfrutando de su bebida, la encargada se retiró y volvió a su lugar detrás del mostrador
El tumulto de personas fue disuelto, por un rostro conocido , Fukuzawa —Vas tarde a nuestro encuentro— volvió a sonreír y sacó su teléfono y tecleo el mensaje
“Estoy en el café de siempre, ¿ya vienes?”
Vio como Fukuzawa sacaba su viejo teléfono y obtuvo una respuesta. “Voy tarde, estoy solucionando un problema”. Liberaron a los tres detenidos después de que Fukuzawa habló con los oficiales.
Mori se enderezó y se puso feliz de que pronto tendría su encuentro con Yukichi, a unos cuantos metros de distancia se encontraba la razón por la cual se disfrazaba de médico familiar y bebía más café de lo habitual.
De pronto alguien desagradable apareció, el líder de los perros de caza y lo que era peor, un mensaje.
“No podré verte hoy”
Mori odiaba con cada parte de su ser a ese militar, siempre que él aparecía Yukichi no podía deshacerse de él y cancelaba sus citas.
—Disculpe, ¿puede darme su número?— la chica del mostrador se acercó nuevamente mientras él estaba perdido en sus pensamientos.
—¿Qué?
—Ah, … no me malentienda es solo que… —la chica se sonrojaba —No quiero que piense otra cosa, vera tengo un tío que está enfermo y necesita que un doctor lo atienda
—¿Por qué no lo llevas a la clínica más cercana? —Mori contestó con indiferencia
—No quiere salir de la casa, y muchos doctores de la clínica por su horarios no pueden ir a domicilio, por favor Doctor.
—Esta bien, te dare mi número para que me des más información
—Muchas gracias, doctor —la chica sonriendo dio una reverencia en agradecimiento y se fue
Mori suspiro y volvió su mirada a aquella ventana, quizás si le pica un poco la cresta a Fukuzawa sabría cómo se siente que le cancelen por alguien más.
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