mate dulce o mate amargo

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brad: 17

max: 18

—estoy para unos mates...—

—amargos.—

—no entendés nada.—

—★


—¿Qué andás haciendo? —preguntó Max mientras se acercaba a la cocina, donde un termo y una pava esperaban pacientes.

—Preparo mate— dijo Brad tranquilo.

Max hizo una mueca, no porque no le gustara el mate, sino porque se dio cuenta de que, una vez más, le tocaría cebar los mates.

—¿Otra vez mate? —suspiró Max, tomando el termo y llenándolo con agua caliente.

—Y si, ¿qué otra cosa? —contestó Brad con una sonrisa. Dejó el celular a un lado y se levantó para ir a la cocina.

Max comenzó a preparar la yerba en el mate, dándole unos golpecitos al costado del recipiente antes de agregar el agua. Brad observó con atención, esperando el momento adecuado para intervenir.

—¿Qué hacés? —preguntó de repente, al ver que Max no agregaba azúcar.

—Cebando un buen mate, ¿no ves? —respondió Max, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Pará, pará... ¿así nomás? —dijo Brad, acercándose para agarrar el azucarero—. El mate se toma dulce, Max. Ponéle azúcar.

Max lo miró, incrédulo, mientras Brad echaba dos cucharadas de azúcar en la yerba.

—¿Estás loco? ¡El mate se toma amargo! —exclamó Max, apartando el azucarero con un manotazo.

—¡Ni a palos! —respondió Brad, defendiendo su posición—. El mate dulce es mucho mejor.

Max cruzó los brazos y miró a Brad con una mezcla de diversión y desafío.

—Mirá, yo sé que vos tenés tus cosas raras, pero esto es el colmo. El mate amargo es tradición.

—Sí, claro, tradición. La tradición de los masoquistas, ¿no?, pero metetela en el orto—se burló Brad—. Prefiero disfrutarlo, no sufrirlo.

Max soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—Dale, Brad, no seas exagerado. No es para tanto. Además, el azúcar en el mate es como ponerle ketchup a la pizza.

—No tiene nada que ver. Es cuestión de gustos.

—Bueno, entonces hagamos una cosa —sugirió Max, acercándose al mate ya preparado—. Cebemos dos mates. Uno amargo y uno dulce. Y vemos cuál es mejor.

Brad lo miró, pensativo, y luego asintió.

—Dale, me parece justo. Pero no te quejés después cuando te guste más el dulce.

Max rió nuevamente y comenzó a preparar dos mates, uno para cada gusto. Brad observó atentamente, asegurándose de que Max no hiciera trampa con el suyo.

Se sentaron en el sillón, cada uno con su mate en mano. Max tomó el suyo primero y lo saboreó lentamente, disfrutando del amargor que tanto le gustaba.

—Perfecto, como siempre —dijo, complacido.

Brad, por su parte, tomó un sorbo del suyo y sonrió.

—Así sí, mucho mejor. ¡Esto es un mate de verdad!

Max rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír también. A pesar de la absurda discusión, disfrutaba de esos momentos con Brad. La convivencia con él siempre era entretenida, incluso cuando discutían por cosas tan triviales como estas.

—Che, ¿sabés qué? —dijo Max, cambiando de tono—. Al final, lo importante no es si el mate es dulce o amargo. Lo importante es compartirlo con vos.

Brad lo miró sorprendido, pero luego sonrió ampliamente.

—Fue lo más puto que escuché en la vida.—bromeó.

—Bue, que insulto, como si no lo fuéramos—

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mate dulce o amargo.

yo me voy más por el dulce, pero me gusta el amargo.

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⏰ Última actualización: Jul 16 ⏰

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maxley ; one-shots ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora