Capítulo 21

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Kass

Logré terminar el reporte.

Finalmente.

Estaba genuinamente orgullosa de haber cumplido con la fecha límite y poder entregar un trabajo que fuese digno de esta clase.

Estaba nerviosa, definitivamente.

Pero me sentía confiada, hice un buen trabajo.

Bueno, técnicamente, hicimos un buen trabajo.

Christian y yo.

Tenía que agradecerle más tarde por su arduo esfuerzo. Sin él no hubiera podido haber llegado hasta aquí.

Diagnostiqué a mi primer paciente.

Él. Christian.

El recuerdo del último mes en su compañía había sido totalmente la cosa más emocionante que me había pasado en años.

Memorias compartidas pasaron como rollo de película en mi cabeza e inconscientemente una sonrisa sedosa fue arrebatada de mis labios.

Cada risa, cada broma, cada mirada y diálogo ardiente estaban haciéndome perder la cabeza, pero estaba inquietantemente contenta por ello.

Me gustaba este chico y admitirlo, al menos para mis adentros, me hacía sentir un paso más cerca de la confesión que haría esta noche.

Había practicado mentalmente qué le diría y cómo se lo diría, esperemos que los nervios no me hagan titubear o me hagan terminar diciendo alguna estupidez.

Tú puedes con esto. Kassandra Carter puede con esto.

Exhalé una ráfaga de aire para calmarme.

Una cosa a la vez.

Entré en el salón donde tendríamos la clase con el señor Adams para discutir un poco de nuestros resultados. Cada estudiante fue pasando al frente y expuso un resumen de la experiencia y los resultados que obtuvieron. Para mi sorpresa, todos ellos concordaban en algo.

Ninguno pudo deducir alguna condición al compañero con el que trabajaron.

Esto me hizo dudar sobre si mis propios resultados eran genuinamente válidos o solo estaba precipitando un diagnóstico.

¿Cómo era posible que en una clase llena de alumnos talentosos y con un gran potencial, nadie, aparte de mí, pudo encontrar alguna condición?

Tenía que haber algún error.

Para mi infortunio, el señor Adams continuó con el próximo estudiante de la lista—Kassandra Carter, es tu turno, pasa al frente y cuéntanos cómo te fue.

Me puse de pie insegura, respiré profundo nuevamente y pasé hasta al frente de la clase.

Los nervios gritaban mientras se cuajaban en las entrañas de mi ser, inquietándome.

Tranquila, puedes con esto.

Sostuve mis manos temblorosas juntas para que no se notara demasiado mi reciente e inquieto estado emocional.

Le di un vistazo a todos los ojos que estaban puestos en mí y sentí ganas de vomitar, pero finalmente hablé.

Este era mi trabajo, nadie podría defenderlo mejor que yo.

—Después de tres consultas con mi compañero en el programa y de haber tocado temas sensibles de su vida personal, niñez y hasta algunas preocupaciones y confesiones que me hizo—me detuve cuando los recuerdos de la última sesión se apoderaron de mi mente e hice un trago duro—, pude llegar a un resultado. He de decir que si mi compañero no hubiera colaborado como lo hizo, lo más probable es que no hubiera podido llegar a un diagnóstico con la cantidad de consultas y el tiempo reducido que se nos fue cedido, pero gracias a que esta persona con la que trabajé me dejó ver su interior a través de sus propios ojos pude llegar a la conclusión final—me detuve de nuevo—, mi paciente presenta indicios de TPP.

—¿Cómo llegaste a esa conclusión? —preguntó Adams curioso; era la primera en pasar al frente con algo más profundo de lo que debatir, así que entendía su pregunta.

—Sabe, profesor, que no puedo dar muchos detalles al respecto, temas de ética, usted la conoce mejor que yo—pensé la forma más correcta de hablar del tema sin revelar nada comprometedor—, solo diré que la persona que trabajó conmigo fue transparente, tanto para sí mismo como para mí, solo así fue que logré terminar el reporte.

Una sonrisa complacida se dibujó en los labios del maestro y podría jurar que era la primera vez que lo veía sonreír—Muy bien, Carter. Leeré tu reporte a profundidad más tarde. Gracias por compartir con nosotros tus resultados y dale las gracias a tu pareja de parte de la coordinación del programa.

—Eso haré, agradezco su tiempo.

Pude hacerlo.

¡Pude hacerlo, joder!

Había pocos momentos en los que me sentía orgullosa de algo que hiciera y mi actuación de hoy fue bastante decente.

Bien.

Ahora sí, ya era momento de preocuparme por mi revelación. Decir lo que se siente en voz alta siempre es difícil, incluso si sabes que esa persona te corresponde. Es difícil porque te hace sentir desnudo, mentalmente hablando, la vergüenza te recubre cada centímetro de la piel.

A veces y solo a veces, la desnudez mental te hacía sentir mucho más expuesto que la física y, a pesar de que eso era lo que yo sentía, estaba lista, lista para que él viera mi mente, el lugar más enredado y atormentado de mi cuerpo.

Quería que lo hiciera y aún así siguiera teniendo esa chispa peculiar que portaban sus ojos al verme.

No podía esperar para verlo esta noche.

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Holi^^ ya volvimos después de un rato, sinceramente no pensé q nadie leyera a estos dos pero me alegro que estén gustando ya se viene lo bueno jajajaj, espero disfruten la historia hasta el final

La Melodía de tu VozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora