🎬Toma 4.2🎬

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Zeynep y yo llegamos a la casa de los Aslan a tiempo, menos mal, qué mal imagen íbamos a tener si no.

La mansión está iluminada por todas partes y desde aquí se podían oír risas y conversaciones animadas. Un mayordomo nos abrió la puerta secundaria y nos acompañó a una sala de estar donde estaban todos.

—¡Nihan! ¡Zeynep! Me alegra que hayan venido. Pasen, por favor.

Ahmed nos recibió con una sonrisa bastante acogedora. A su lado estaba su madre, una mujer muy elegante, alta y de postura distinguida. Muy guapa.

Al otro lado, su hermano Omar no paraba de echarle vistazos disimulados a mi amiga.

Pa' qué mentir, ¡íbamos guapísimas!

—Mamá —Ahmed se toma su tiempo sin quitar su mirada en mí—, ella es Nihan y su amiga Zeynep.

—Encantada de conocerlas, chicas —nos da un beso a modo de saludo a ambas. Su voz es bastante dulce para la primera impresión que tuve al verla—. Ahmed me ha hablado mucho de ustedes.

—El placer es nuestro, señora Aslan —dice Zeynep, más emocionada que yo, como de costumbre.

—Por favor, llámame Ayla.

Al seguirlas al comedor, nos sentamos y empezamos a comer.

La cena estaba yendo bastante bien y relajada. Más tarde, su padre pudo unirse con nosotras y nos preguntó cómo nos iba. Después evitamos hablar del trabajo para no sentirnos tan estresadas.

Después del postre, la señora Ayla nos propuso ir al salón a tomar café con ella.

—Me disculpan, ¿dónde está el servicio?

—Justo en ese pasillo, al fondo de todo.

—Gracias, ahora regreso.

Mientras me dirigía al baño, escuché una conversación muy intensa en la habitación cercana. Me detuve un momento y reconocí la voz de Ahmed.

—¡No quiero hablar de eso ahora, papá!

—Tienes que afrontar la realidad, Ahmed. No puedes seguir evitándolo siempre —su voz sonaba mucho más intimidante que antes.

Antes de poder indagar más, la puerta se abre y un Ahmed muy furioso sale de ella, pero al verme se detiene en seco.

—¿Estás bien? —pregunté.

—Sí, solo... problemas familiares —dijo, intentando relajar su furia, frotándose la cara.

Antes de que pudiera responder, el padre de Ahmed salió de la habitación, mirando a su hijo con una mezcla de desaprobación y preocupación.

—Lo siento por esto, Nihan. Es un asunto privado.

—No se preocupe, señor Aslan...

Ahmed me toma del brazo suavemente y me lleva al jardín.

—No quiero que te preocupes por esto. Mi padre y yo tenemos... —parece buscar una palabra adecuada—... algunas diferencias —dice cuando salimos.

—¿Quieres hablar de ello?

—Prefiero no hacerlo ahora. Solo quiero disfrutar de tu compañía mientras dure.

Nos quedamos en silencio unos momentos, disfrutando de la tranquilidad del jardín. Sentía que había una tensión extrema entre nosotros, una mezcla muy rara y poco definida.

—Nihan, lo que te dije hoy en la oficina... lo decía en serio. Nunca me había sentido así antes. Y sé que no soy el hombre más estable del mundo, pero quiero intentarlo contigo.

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