[CAPÍTULO. 11]

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Seokjin.

Desperté con el cuerpo adolorido y las extremidades adormecidas lo que me impide moverme con normalidad, un quejido abandona mis labios cuando froto mis ojos con el puño de mi mano dónde un catéter conecta a la intravenosa.

Paso la vista por las paredes blancas y las máquinas que emiten pitidos a mi lado derecho, cuando intento moverme una horrible punzada atraviesa mi abdomen bajo tirando al mismo tiempo de la carne sensible.

Gimoteo asqueado por el fuerte olor a fármaco y desinfectante, ¿Dónde estoy? ¿Que estoy haciendo aquí?, los latidos de mi corazón se detienen al no encontrar el bonito bulto en mi vientre, ¿Dónde esta mi bebé?.

Pequeños fragmentos de lo sucedido llegan a mi mente, la SUV que nos seguía, los disparos, Hoseok el pistolero y Jackson herido, mierda.

La humedad empaña mi vista, una fuerte opresión en el pecho me impide respirar acompañada de esa sensación de axficia que me lleva a hiperventilar, ¿Dónde esta mi bebé? ¿Que sucedio con ella?.

Respiro profundamente queriendo llenar mis pulmones de oxígeno hasta que consigo medianamente calmarme, incertidumbre y zozobra cobijan mi pecho, arrastro la mano a esa zona buscando aliviar el torbellino de emociones que me agobia en este momento.

_ ¡Ayu-da!- Pido en un tono de voz bajo que ni yo mismo logro escucharme, mi garganta duele y escocee, la cabeza me palpita lo que me obliga a presionar las manos en las sienes.

Gimo adolorido cuando hago contacto con la herida en mi cabeza previamente cubierta por una venda, toso con fuerza y aquello solo aumenta el dolor y la molestia en mi garganta.

_ ¡Ayuda! Alguien podría... ¡Ayuda!.

Nadie entra. Nadie me escucha.

Desesperado por saber dónde está y que sucedió con mi bebé, intento moverme pero no siento mis piernas, las palpo ignorando los fuertes tirones en la cesárea y el dolor que atraviesa mi pecho al imaginarla muerta.

Retiro con brusquedad el catéter en mi mano, un hilo de sangre se desliza por el dorso hasta caer en las sabanas blancas, retiro el resto de cables de mi pecho y el medidor de pulsaciones del índice seguido de la cobija.

El pitido de la máquina sólo consigue aumentar mi dolor de cabeza, con ayuda de mis manos saco las piernas fuera de la camilla hasta quedar finalmente sentado, gimoteo al sentir la quemazón y el fuerte tirón que parece desgarrar la carne interna en mi vientre.

La cesárea duele, la carne tira de los puntos ante cada esfuerzo que hago por sostenerme del aluminio, no me importa nada, solo aliviar el vacio que oprime mi pecho tan dolorosamente que me es imposible respirar.

Con una gran bocanada de aire bajo de la camilla pero cuando mis pies tocan el suelo pierdo las fuerzas y termino cayendo con un sonido sordo y un grito desgarrador que quema mi garganta.

La cesárea pulsa al tiempo que mi abdomen se contrae de dolor y las palpitaciones en mi cabeza son más fuertes, siento que algo escurre de mi cabeza y se desliza por el lateral de mi rostro, sangre empapa el piso al darme cuenta que también conseguí lastimar la herida.

Una luz roja intermitente que viene acompañada de un fuerte sonido de alerta, emana de algún lugar de la habitación y esas cuatro paredes que se mueven a mi alrededor, trato de incorporarme pero mi cuerpo no obedece a las demandas de mi cerebro.

_ Señor Kim, ¿Estás bien?- Una enfermera corre ayudarme, me sujeta de los hombros para que el mareo no me mande de nuevo contra el piso, otra enfermera un poco más gorda y alta aparece mirando con horror la escena.

ERES MIO_ JUNGHOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora