Raquel se disponía a abrir los ojos, el despertador hacía unos minutos que sonaba insistentemente y le hacía saber que si no salía pronto de su habitación, el jefe ya no le daría más avisos, la llamaría a su despacho y la despediría sin contemplaciones.
La cama, acogedora, la retenía, las sábanas se ceñían a sus piernas y no la dejaban salir. Reunió la fuerza necesaria y consiguió su propósito inicial El balcón dejaba entrar la luz rabiosa del sol de junio, abrió la puerta y se apoyó en la barandilla, para ver si el pequeño kiosko de su amiga Maria ya estaba abierto.
– Maria! Buenos días!! Ya tienes la cuore?
– Buenos días! si, aquí te está esperando, pero tú creo que...–miró su reloj– a esta hora deberías estar ya en tu coche camino a la oficina, ¿verdad?.
– ¡Hostia! ¡guardame la revista!
—¡Shh! ¡Esa boca!que me espantas a la clientela!
Se metió en la ducha y movió el grifo al agua fría, para espabilarse, pensó que le gustaría poner en esa barandilla del balcón unas rosas o quizá un cactus, que seguro le duraría más que su trabajo. El apetitoso bizcocho calórico de su madre le estaba esperando en su plato de florecitas, en la mini cocina, antes de sucumbir a la tentación pasó por su habitación y se puso una camisa blanca y pantalones negros. Bajó al parking masticando un trozo de bizcocho. ¿Por qué a ella nunca le quedaba tan esponjoso?llamaría a Iker Jimenez que lo investigara.
Las luces del parking le dieron la bienvenida a su pequeño coche. Al entrar, miró el reloj digital y vió que sólo llegaría una media hora tarde, metió la llave en el contacto y para su desesperación no conseguía enganchar el motor.
–Mierda! vamos, vamos, campeón, no me puedes hacer esto ahora... Te prometo que te llevaré al mejor taller de la ciudad y te cambiarán todas las piececitas y me saldrá muy caro, seguro...–decía mientras lo volvía a intentar–Su estimado coche estaba reclamando su merecida jubilación, pero Raquel era intransigente, que se había creído, ¿qué con 14 años de servicio ya podía jubilarse?aunque en estos momentos empezaba a pensar que debía empezar a mirar otro coche, pasó la mano por la guantera.
– Vamos, cariño, no me dejes ahora, ¡que se puedes!¡eres el mejor!-dijo con cariño- Justo en ese momento el coche, en su infinita sabiduría, decidió darle otra oportunidad, retrasar su jubilación y arrancar, pero la negociación había sido ardua.
Mientras enfilaba su rutinario camino, pensaba:.
-- "¿Sabes? No sé porqué sigo aguantando este trabajo–dijo en voz alta– Nunca salgo a mi hora... casi todos los días me tengo que llevar trabajo a casa, me absorbe la energía, es insufrible... Además mis compañeros no son unas hermanitas de la caridad, precisamente...si te pueden pisar–dijo acariciando el cambio de marchas- Tu, mi querido cochecito menos mal que me tienes a mi, que soy buena contigo, menos mal que no has caído en manos de personas así...ya estoy llegando... me cuesta respirar...ufff que agobio– Dijo acariciándose el cuello y respirando hondo varias veces– mi psicóloga dice que es ansiedad pura y que me tengo que ir de este trabajo, que va ha acabar con mi salud mental y tiene más razón que un santo... A mi lo que me gusta es estar lejos de esa oficina oscura y deprimente, viajar, mejorar mi inexistente inglés, conocer gente nueva, no sé, ¡vivir!".
Aparcar fue una tarea insufrible,el minutero avanzaba el doble de rápido. Ya podía ver la cara de satisfacción de su jefe contando los minutos que pasaban de la hora.
Respiró hondo y abrió la puerta del edificio, la perspectiva que se abrió en su cabeza le animó la energía necesaria para entrar en el impotente edificio de 40 ajetreadas plantas, Lucas el de recepción le saludó y señaló su reloj."Ya, ya lo sé Lucas, me van a despedir, gracias por la apreciación, yo también te quiero". Entré en el ascensor, que lo compartía con dos primerizas.
– Si tia, estas vacaciones me quiero ir a Tailandia, Vietnam...
–Pero tía, no irás sola, ¿no?
En ese momento Raquel agudizó el oído, por puro cotilleo y las chicas no la conocían–
– No, tía, en plan, en principio sí, pero...aún puedo sacar un billete para... Juan el de la 30, no se si decirle que venga conmigo, llevamos tonteando un tiempo...pero creo que está casado.--dijo entre susurros—
Un chute extra de energía le hizo ver la recta final de su camino, ya no había marcha atrás. Llegó a su piso, la recepcionista anotó algo e hizo una llamada, antes de que ella dijera nada, le dijo:
–Hola, Elisa, buenos días, ¿está el director? Si, pues paso a su despacho, gracias.
–Pero, espera que le avise, no se si te puede atender.
– No, seguro que me está esperando, tengo que decirle algo-
Entró con toda su nueva fuerza en su despacho, su jefe estaba con el teléfono en la oreja mientras miraba hacia el infinito de cara a la cristalera, se creía el rey del mundo.
– Si, Elisa, ya está aquí, gracias, ya se lo digo yo mismo– dijo colgando el teléfono–Hola Raquel, siéntate.
Hola, Juan Buenos, no hace falta que me siente, solo quería decirte que voy a redactar mi carta de dimisión, ya consultaré con mis abogados cómo gestionamos el despido.
– Me alegro que no me hagas pasar por el mal trago de despedirte, ya son muchas veces que llegas tarde, falta muy grave,a la tercera, despido procedente, lo que sí te voy a gestionar es el paro, para que almenos te quede algo, somos una de las mejores empresas para trabajar-dijo con tono paternalista-y tu lo sabes, llevas unos años aquí y sabes lo que has crecido como profesional, pero no podemos admitir tus faltas de puntualidad y hemos tenido quejas de tus compañeros de tu comportamiento, es la gota que colma el vaso.
– ¿Mis compañeros se han quejado?¿pero de qué?
– Eso no te lo puedo decir, pero han sido varias personas que se han fijado en tus contestaciones o caras, no ayudas a crear el buen ambiente laboral que queremos aquí.
– Ah, vale, claro, no quiero entorpecer el buen ambiente, pero...¿pero sabes que?
– Dime.
– Es curioso, que una compañera mía, Clara, no se si la conoces, de la planta 20 ¿sabes de quién hablo? se quiere ir de vacaciones a Vietnam...Está indecisa, no sabe si irse con un jefe del trabajo, Juan, se llama, pero claro, estan empezando y no sabe si es muy pronto, pero ella sabe que está casado...pobre diabla, ¿verdad?--Juan se puso pálido, se le aceleró el pulso, si esa información llegaba a su mujer, le arruinaria la vida con un divorcio millonario.
–¿ Me estás chantajeando? ¿Cómo te has enterado de eso? -Le dijo alzando la voz-
– Ah, es lo que tiene trabajar 48 horas al día, en esta estupenda oficina, que al final las paredes hablan y una lo que hace es grabar con su móvil lo que oye, nunca sabes cuando lo puedes necesitar, mira, esta mañana cuando me ha sonado el despertador, no quería levantarme, luego mi coche me ha estado vacilando durante un rato hasta que ha decidido arrancar, me ha costado horrores aparcar... iba a ser un mal día, pero acaba de mejorar considerablemente.
– Está bien, de acuerdo, quieres conservar tu puesto? ¿Quieres un aumento de sueldo? Me lo llevabas pidiendo hace mucho tiempo, nunca lo he visto necesario...pero ahora...¿que me dices?
– Ni muerta, rechazo la oferta. Lo que yo ahora miraría bien es el correo que llega a tu casa, nunca sabes que loco te puede arruinar la vida con sus cartas.-- Decidió coger su chaqueta de la silla de visitas, mientras Juan caía a plomo en su sillón, sin poder articular palabra, cogió el pomo de la pesada puerta del despacho +y con su mejor sonrisa se despidió, diciendo en voz alta:
–Gracias por todo, Juan, nunca olvidaré todo lo que he aprendido aquí–
Al salir, el corazón se le iba a salir del pecho, el sudor caía cual cascada por su espalda, Vaya farol se acababa de marcar, suspiró aliviada, se dirigió a su mesa, recogió sus pocas pertenencias y por fin, su mal día había acabado.
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Un mal dia
General FictionAcompañamos a Raquel en un día laboral como otro cualquiera, pero que empieza mal y acaba mejor