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Después de la fiesta, con un vaso en la mano y un pequeño cigarro salía ella con su amiga, estaba un poco confundida con el alcohol en la sangre, en su cabeza, en su cuerpo.

—Te voy a dejar— dijo Maia, la amiga la cual la había acompañado a la fiesta— No, no me pienso subir a ese auto si manejas tú, estás ebria — dijo Samantha, mientras fumaba lo poco que quedaba de su cigarro — ¿Prefieres quedarte aquí? — preguntó burlona — Prefiero no morirme, llamaré un uber — le dijo, su amiga solo hizo una mueca y la dejó— Si tan solo supiera su número, o algo, sé que vendría por mi— Samantha poco a poco estaba más consciente de donde estaba y que estaba pasando, comenzó a sentir un poco de terror sobre lo que podría pasar si no encontraba alguien que la llevara a su departamento tan tarde. 

— Hola bonita, quieres que te lleve— le dijo un chico ojos azules y alto que salía de la fiesta, no tenía olor a alcohol, o al menos ella no lo sentía, la ansiedad la carcomía por dentro pensando en que no llegaría a casa, y que es lo que ella quería— Claro, llévame— ignoró toda advertencia que su cabeza le daba, todo lo malo que pudiera pasar, solo siguió su instinto y algo le decía que debía ir con él. Se subió al coche y empezaron a hablar, algo más de lo trivial, algo más de lo que no recordaría, empezó a analizar y en ningún momento le dio su dirección, no lo conocía, por supuesto que no podría saber dónde vive, el miedo de apoderó de ella— No me preguntaste a donde vivo— dijo ella un poco tímida— No es necesario aún, te llevo a una fiesta con mis amigos, está a una cuadra, te va a gusta mucho, se ve que eres divertida— No sonó nada bien, no le gustaba la idea de estar con desconocidos, en ese momento se arrepentía de hacerle caso a su maldita intuición que no la había puesto más que en una peligrosa situación. Su vestido color negro se subía cada vez que esta caminaba para llegar a la casa de aquel "amigo", claro que había una fiesta, había una y mil luces, personas alrededor, la música retumbaba aquel patio, pasaron como si fuera su casa, era una reunión un poco más pequeña que en la que estaba, en los sofás que adornaban aquella sala de estar, había un grupo de mujeres, las cuales saludaron con furor al chico que la había llevado, este la sostuvo de su cintura con dedo más abajo de esta, sintiendo la incomodidad trató de apartarse sin éxito.

—¿Te conocemos? — preguntó una pelinegra desde el sofá, sostenía un vaso rojo con la misma mano que su cigarro— Creo que no, soy Samantha, amiga de este— no sabía ni su nombre, no sabía dónde estaba, no tenía ni idea de que hacer, todos la miraban con cara extrañada, se le notaba lo perdida que estaba— Es amiga de un amigo mío, me quiso acompañar— con ojos asesinos lo vio, la había traído con mentiras de dejarla en su casa.

Sentía amargo el trago que bajaba por su garganta, estaba en la cocina intentando olvidar o pensar en un plan para salir de ahí sin armar una escena, al lado un pelinegro se comía a besos con una castaña— ¡Samy! —gritó el chico que le había llevado — Tráeme una cerveza, están arriba— indicó desde la sala— que molesto— pensó la rubia mientras terminaba su trago, sin plan, sin solución, solo en una casa desconocida a las casi 3am— Te extrañé tanto, Sam, no te vayas — se escuchó decir con voz masculina, y luego un golpe en seco desde el otro lado de la cocina, una cachetada, la rubia quería reírse pero quiso disimular, giró en su espacio y levantó la mirada...

—¿Qué haces aquí? — paró en seco, se detuvo, todo se quedó en silenció, el estómago se le revolvió— Félix — dijo en voz baja. El mundo se paró.

Por su mente pasaba los miles y unas aventuras al lado de él, los besos, caricias, y el momento donde tuvieron que separarse, donde no hubo más comunicación, solo siguieron caminos separados.

— Que ocupado has estado— dijo ella en forma de burla, para apaciguar un poco el silenció incómodo, justo a responder iba él cuando entró de repente el de ojos azules— Bonita, nunca llevaste mi cerveza, ¿te lo tomaste o qué? — dijo, molesto pasando de manera rápida a su lado, golpeándola con su cuerpo— Estás acompañada— soltó él con un tono de decepción, ella quiso negarlo cuando aquel chico haló su cuerpo hacia él, haciéndola avanzar a su lado, ella por aquel shock del momento solo actuó sin pensarlo y siguió los pasos, dejando al pelinegro en la cocina. 

Ella sabía que no quería estar ahí, y si estaba ahí no eran esos ojos azules con quien quería estar, recordó las palabras que había escuchado antes "Te extrañé tanto, Sam" ¿Estará pensando en ella? ¿Después de tanto tiempo? Quería quitarse la duda, pero no sabía si él se habría ido, no sabía si quería hablar, no quería volver a encontrarlo en una situación incómoda, no quería molestar...

One shots - !RiverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora