Antony Starr
Doble la camiseta presionandola en la cama para después entrarla en la mochila con estampado de Homelander enfrente. Suspire, y termine de cerrar la mochila para agarrarla y salir de la habitación decorada con dinosaurios de todo tipo.
Mis tacones resonaban en el piso de madera anunciando mi llegada a la sala de estar. Deje la mochila en el sillón, deje reposar ambas manos en mi cadera y mire a todos lados buscando algo.
–¡Joseph!
Al segundo de haber gritado, un alborotado pelo rubio apareció por el pasillo que anteriormente había pasado, un inquieto niño de 8 años se paró frente a mi con su cepillo y pasta dental en la boca.
–¿Qué pasa? –preguntó apenas siendo entendible por tener el cepillo en su boca.
–¿Qué pasa? –repetí– Tú padre está llegando y aún no estás listo.
Rodó los ojos y empezó a cepillarse en su lugar.
–Ya estoy listo –abrió los brazos mirándose de arriba a abajo–, y cada vez que dices eso él siempre llega cinco o diez minutos después –abrí la boca sorprendida dispuesta a contraatacar cuando habló de nuevo– ¡Y no estaré listo si no me dejas cepillar! –lo gritó mientras se devolvía al baño corriendo, aún sabiendo que posiblemente lo regañaría.
Ha quien engaño, eso me lo gane por rogar a Dios que sacara algo de mi.
Suspiro nueva vez y camino hacia la meseta en la cocina para tomar mi reloj y colocarlo en mi muñeca derecha, la agito para acomodarla y el timbre suena.
Miro al pasillo y camino hacia la puerta principal. Lo que me recibe es un claro cabello rubio alborotado y unas gafas de sol. Dejo caer el peso de mi cuerpo en la pierna derecha y lo miró fijamente.
–Hola Tony.
Él sonríe guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón.
–Hola, dulzura.
Lo dejo pasar a la casa y se ubica en el sillón, recargando su brazo izquierdo en el espaldar. Miró alrededor hasta detenerse en mi y sonreír mientras lo hacía. No podía ser posible que aún estando separados su mirada me siguiera inquietando, de buena manera, y ni siquiera podía ver sus ojos por las gafas que aún no se había quitado.
Desvió su mirada de mí para echar otro ojo a su entorno.
–Este lugar no ha cambiado mucho –susurró para luego dirigir su vista a la mesita frente a él, en la cual reposaba una fotografía, la tomó en sus manos y sonrió.
–Bueno, es poco a poco –camine hasta sentarme a su lado y girar para estar frente a él–. Joseph aún necesita acostumbrarse y cambiar todo de un golpe sería... caótico.
Pasaron unos minutos en los cuales ninguno decía nada, siguió mirando la foto con añoranza, como si nunca quisiera soltarla.
–Sabes... recuerdo este día –sacudió el marco que contenía la foto–. Habían pasado tres dias de haber cumplido cinco y me dijo que ya era un niño grande, tan grande como para subirse a esa montaña rusa –dejó salir una risa, la cual me contagió–. Le dije que no dependía de la edad sino de la altura, y duró toda la tarde llorando, ni siquiera quiso ese algodón de azúcar.
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one shots
FanfictionRelatos cortos con actores y/o personajes de La televisión o cine. Nada es real, todo es ficción, y espero lo disfruten.