El Imperio de Astoria, famoso en toda la región por su impresionante capacidad para producir joyas preciosas y piedras de mana, se alzaba como un bastión de riqueza y poder místico. Su reputación no solo se debía a la calidad de sus productos, sino también a su rica historia y a su intrincada red de alianzas políticas. Se le consideraba el rival más formidable del Imperio de Arbezela, no solo en términos de poder militar y dinastías monárquicas, sino también en el dominio de la magia ancestral.Sin embargo, el equilibrio de poder se vio alterado con la trágica muerte del emperador Alejandro. Su fallecimiento dejó un vacío en el liderazgo que Arbezela intentó aprovechar mediante la fuerza. El imperio vecino, ansioso por expandir sus dominios, lanzó un ataque decidido; sin embargo, las antiguas leyes que regían las relaciones entre ambos imperios lo impidieron. Un sagrado contrato entre el emperador Jaider de Arbezela y el difunto emperador Alejandro estipulaba que ninguna de las partes podría invadir las tierras del otro a menos que una disputa legítima condujera inevitablemente a la guerra. Este acuerdo, aunque frágil, sirvió como un resguardo temporal ante la ambición desmedida de Arbezela.
A pesar de estas salvaguardias, la incertidumbre reinaba entre los aristócratas de la alta sociedad astoriana. Muchos comenzaban a considerar al Imperio como un barco a la deriva, carente de un líder fuerte que pudiera guiarlo en tiempos de crisis. La ausencia de un emperador o emperatriz regente dejó a los plebeyos sumidos en la preocupación por su futuro; temían que el Imperio se desmoronara ante las amenazas externas y internas.
En medio de esta agitación, los habitantes del Imperio de Astoria se volvían hacia lo divino en busca de esperanza. Las plegarias resonaban en los templos dedicados a Gea, la diosa madre que simbolizaba la tierra y la fertilidad. Los súbditos invocaban su gracia con fervor, deseando que las princesas perdidas regresaran a su hogar. Estas jóvenes herederas eran vistas como portadoras del legado y el futuro del imperio; su regreso significaría no solo una restauración del linaje real sino también una oportunidad para retomar el legado que su padre había comenzado antes de su prematura muerte.
La sombra del emperador Jaider se cernía sobre ellos como una nube ominosa, mientras los astorianos esperaban que el destino les sonriera una vez más. El clamor por un nuevo amanecer era palpable; cada día sin un líder dejaba cicatrices en el corazón del pueblo astoriano y aumentaba la urgencia por encontrar una solución antes de que sus peores temores se hicieran realidad.
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𝐊𝐚𝐞𝐭𝐞𝐥𝐢𝐚
Fantasialo que alguna vez se recordaba al imperio de Astoria tan vibrante y alegre, de él ahora solo quedan cenizas de de los caídos esparcidos Por doquier luego de la masacre a la familia imperial, dejando solamente vivas a las futuras herederas al trono;...