"Ella estaba rota, buscando un milagro para escapar de su propia prisión.
Él, un hombre poderoso, necesitaba a una mujer para mantener el control sobre los suyos.
Dos caminos opuestos que se cruzan por necesidad, pero el destino tiene otros planes.
...
Después de aquella horrorosa noche, las secuelas no me dieron tregua. Los ataques de pánico eran constantes, al punto de que no podía salir a la calle sola. Tuve que empezar terapia, y aunque fue un proceso lento, he mejorado mucho. Mile también ha hecho lo propio, apoyándose en Max, mientras que yo encontré algo de estabilidad gracias a Alessandro. Entre ambos, lograron encontrar a una excelente psicóloga para nosotras.
Sobre la propuesta... bueno, aún le doy vueltas. No es una decisión sencilla, pero tarde o temprano tendré que responderle.
-Gia, nena, baja de donde sea que estés -me dijo Milena, chasqueando los dedos frente a mi rostro.
Parpadeé, volviendo a la realidad.
-Lo siento, Mile. Últimamente estoy sobrepensando demasiado las cosas. ¿No crees que ya debería darle una respuesta a Alessandro? -pregunté, sintiéndome atrapada entre la duda y la culpa.
Ella me miró con una sonrisa pícara, levantando una ceja como si mi pregunta fuera absurda.
-Cariño, ya te has tardado demasiado. Ve, follátelo, disfruta, y cuando estés lista, hagan un hermoso bebé. Él ya dijo que eso no será ahora, sino dentro de un tiempo.
Una risa nerviosa escapó de mis labios. Por extraño que pareciera, tenía razón. También merecía disfrutar de los beneficios de estar con alguien como Alessandro.
-Sabes, creo que tienes razón. No me vendría mal relajarme un poco... creo que me lo merezco.
-¡Esa es la actitud! Ahora, mándale un mensaje o llámalo. Dile que quieres verlo, lo follas y luego firmas el contrato, en ese orden.
Solté una carcajada. Para amigas como ella, ¿quién necesita enemigas? Agradecí tenerla en mi vida.
Sin pensarlo demasiado, cogí mi móvil y busqué su número. Los tonos de llamada se hicieron eternos, pero finalmente atendió.
-Hola, dolcezza -su voz gruesa, tan característica, hizo que un escalofrío recorriera mi espalda.
-Hola, Ale... ¿podemos vernos? -solté, directa al grano.
-Claro, dolcezza. En 20 minutos estoy en tu puerta.
Una sonrisa automática se dibujó en mi rostro.
-Te espero.
Colgué y corrí al espejo. Tenía poco tiempo para prepararme. Opté por un conjunto casual: un jean celeste, una camiseta blanca y mis borcegos negros favoritos. Una vez lista, le mostré a Milena mi elección.
-Te ves genial, nena. Ahora, follátelo hasta que no puedas caminar -dijo entre carcajadas.
Reí con ella, pero mi móvil vibró. Alessandro me avisaba que ya estaba afuera.
-Me voy. Está esperando. -Le di un abrazo y salí hacia la acera.
Y ahí estaba, apoyado en su imponente McLaren negro, con esa sonrisa arrogante que hacía que mi estómago se revolviera. Pensé en saludarlo con un beso en la mejilla, pero se adelantó, atrapando mis labios con los suyos. Al principio fue suave, pero pronto se tornó más intenso. Su lengua buscó permiso para entrar, y yo se lo concedí. Su boca sabía a gloria, y cuando nos separamos, ambos respirábamos agitadamente.
-Vamos a mi casa, dolcezza. Te prepararé algo de cenar, y hablaremos allí. -Su voz era firme, pero su mirada reflejaba algo más... ¿expectativa, quizás?
Ya en su casa, cocinó unos espaguetis con salsa blanca. Según él, era su especialidad, y, para mi sorpresa, estaban deliciosos.
-Y bien, ¿de qué querías hablar? -preguntó mientras recogía los platos. Era el momento.
Respiré hondo, tratando de reunir valor.
-He pensado en tu propuesta... y acepto. Pero necesito tiempo antes de darte un hijo.
Su rostro fue un poema, claramente no se lo esperaba. Y no lo culpo. Incluso yo había considerado negarme hasta último momento.
-Claro, dolcezza. Mañana mismo firmaremos el contrato con mi abogado. -Su sonrisa genuina me desarmó.
-Entonces espero a que pases mañana por mí. -Le devolví la sonrisa, sintiendo cómo una pequeña carga se aliviaba de mis hombros.
-Hay algo que necesito decirte, y es la razón por la que te ofrecí este contrato. Pero será después, te lo prometo. -Sonaba tenso, aunque intentaba aparentar tranquilidad.
-Está bien. Todo estuvo muy rico, gracias por la comida. -Y era cierto, Alessandro tenía talento en la cocina.
No dijo nada más. Se acercó lentamente, hasta que nuestros alientos se mezclaron. Sus ojos, profundos e hipnotizantes, buscaron los míos antes de que su boca reclamara la mía.
Y entonces, todo se desvaneció, excepto él.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Holaaa mis lectores espero que les este gustando
Les traigo esta maraton de 3 capitulos en breve subire los otros 2
Besitos mis lectores 💋
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.