Siete

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Comer con ellos se ha vuelto parte de mi rutina diaria, no sabía lo bien que se sentía pertenecer a algo.
He estado pensando en lo que me dijo Sophia, sobre la chica del olor a jazmín, tengo mucha curiosidad
sobre la historia detrás de todo. Debe ser difícil pero, si pregunto, ¿Alguien me contará algo?

—Buenas tardes, aquí están las bebidas que pidieron, ¿chocolate caliente?

—¡Chocolate caliente aquí!

Nos encontrábamos en una cafetería después de clases, esta quedaba en la zona pero empezaba a
oscurecer y supe que mamá no tardaría en empezar a llamarme pero, ¿sinceramente?, eso no me
preocupa ahora mismo.

—¿Americano?

—¡Aquí!

—¡Aquí! —Vera y yo nos miramos, no puede ser posible.

—¿Quién pidió el frío y quién pidió el caliente?

—Por ahí debía empezar. El frío es para la rarita a mi lado, el caliente es el mío. —Mucha confianza en si
misma ¿no? Presumida.

—Hey, ¿"rarita"? Yo soy la que debería decir eso.

—¿Por qué? Yo soy normal, no tienes fundamentos para decir algo así.

—¿Y tú si?

—Por supuesto.

—¿Quién bebe el americano caliente?

—Más gente de la que bebe el frio, eso es seguro.— Le mostré la lengua y acepté mi derrota, es mejor
admitir una derrota bien puesta antes que aplicar resistencia sabiendo que te equivocas y que la humillación sea doble.

Todos reímos, nuestros postres llegaron casi inmediatamente y esta vez, afortunadamente, ningún plato fue repetido.

—Oigan ¿deberíamos reunirnos para terminar la tarea grupal?

Mierda, había olvidado esa tarea, creí que era una de esas actividades que debemos realizar solo como
relleno para las notas. Todos asienten a la idea y empiezan a organizar una reunión mientras yo solo
tomo de mi café extra dulce, si no fuera así no ingeriría café nunca jamás.

—Entonces ya está decidido, que sea el domingo por la noche mi casa.

—Pero, David, ¿dónde vives?

—Oh, es cierto, Bell no sabe dónde queda tu casa.

—Está bien, yo puedo llevarla.

David y Sophia miraron a Vera atónitos, luego a mí, luego a Vera de nuevo, y al final se miraron
mutuamente. Callados pero visiblemente sorprendidos.

—¿Sabes dónde vive Vera?

—Claro.

—Hasta hemos caminado juntas a casa —Agrego yo, esto parece resultarles difícil de creer porque
ambos me bombardean de preguntas.

—¿En serio? ¿Entonces sabes dónde vive Vera? ¿Cómo es? ¿Dónde es?

—Deténganse ya, ella no les dirá nada. — Ahora ambos parecen cachorros regañados agachando la
mirada.

—Bell, siéntete afortunada, nosotros hemos sido sus amigos durante años pero no sabemos ni en qué zona vive.

—¿Eh? ¿Eso por qué?

—Se rehúsa a que sepamos.

—David tiene razón, esa es toda la explicación que nos ha dado.

—Si les digo, sus visitas serán diarias y no dejarán de molestarme como garrapatas.

—Creo que seríamos más como pulgas.

—Si, de hecho mi espíritu animal son las pulgas. — Vera sonrió levemente, nosotros reímos.

Terminamos de comer y tomamos caminos diferentes, los padres de David vinieron a verlo en un auto que parecía lujoso, supongo que tienen una buena situación económica. Sophia se fue con sus
hermanos, parece que iban de salida a una fiesta y la llevarían. Vera y yo despedimos a nuestros amigos
y empezamos a caminar a casa, sentí la necesidad de preguntarle algo pero no sabía qué.

Vera corta el paso abruptamente y, sin mirarme, dice :
—Ya pregúntame.

—¿Qué cosa?

—Lo que quieres preguntarme, se nota que tienes curiosidad de algo.

Reí ¿Cómo es que se dio cuenta? —¿Cómo sabes?

—No dejas de hacer ruiditos graciosos, como si estuvieses hablando en tu mente.

Ella tiene razón, tengo ese hábito desde muy chica, pero intentaba deshacerme de él por miedo a ser
muy obvia.

—Qué atenta eres, Vera.

—Te vuelves así cuando tienes hermanos menores.

—¿Tienes hermanos? —Esta es mi oportunidad para saber más de ella, debo ser inteligente con mis
respuestas.

—Tengo hermanos, dos menores.

—Si me dabas vibras de hermana mayor.

—¿Si se me nota?

—Claro que si, te comportas como la mamá del grupo a veces, eres seria y bastante madura. —Al decirle esto dirigió su mirada hacia la dirección opuesta a la mía, me fijé en sus mejillas que se habían levantado, estaba sonriendo ampliamente.

—Tonta. Los chicos no lo saben.

—¿El qué?

—Que tengo hermanos.

¿¿¿Qué??? ¿Cómo es que tus mejores amigos no sabrían algo tan básico como eso? Esta chica se ha
tomado muy en serio el ser <<Fría y misteriosa>> porque me resulta increíble ¿Será la hija secreta de una celebridad, un político o algo así? Tal vez tiene un trabajo de medio tiempo en la CIA o sino no sabría cómo justificar esta situación. Demasiado secretismo llega a resultarme hasta preocupante.

—¿Cómo es que no lo saben?

—Nunca les he hablado de mí.

—¿Por qué?

—No me siento cómoda compartiendo tanto.

—A mí me lo acabas de contar.

Me miró en silencio unos segundos que creí eternos y, como si recién lo hubiese notado, contestó.

—A ti te lo acabo de contar, tienes razón.

Sentir sin sentir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora