Diez (2)

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—¡Lo soy! —Contesté, me emociono cada vez que Maia me hace una pregunta, incluso si se trata de algo banal, me gusta imaginar que tal vez ella también siente curiosidad sobre mí. —Me hubiera gustado ser o tener un hermano menor.

—¿Debería regalarte uno? Ya tengo dos. Aunque pensándolo bien, creo que tú deberías ser la hermana menor, eres bastante desastrosa y molesta.

La miré de soslayo y le mostré una mueca de desagrado —Jamás me lo habían dicho. Tal vez sólo tú piensas eso, Vera.

—Tal vez soy la única con cerebro aquí. —Ambas reímos, parece que fingir crueldad sí que es de ella y no solo otra parte de la coraza que ha estado construyendo. De pronto hubo un silencio, una pausa. El viento sacudió nuestro cabello y, finalmente se pronunció. —Maia.

—¿Mhm? ¿Quién?

—Yo, mi primer nombre es Maia. --¿Maia? Maia.

Nos siento más cerca ahora y pensar eso ha revuelto algo dentro de mí sin razón.—Lindo nombre, pero ¿Por qué te llaman Vera?

—Mi padre escogió ese nombre, toda mi vida he sido Vera. Pero, me gustaría ser conocida con el nombre que decidió mi madre.

—Maia, entonces. Suena bien, te llamaré así. --Si que suena bien, suena original y creo que le queda. Quise asignarle en mi mente una mezcla de rojo y morado, ahora que la veo en su rostro sé que no le combina en lo absoluto. Son colores fuertes como ella, pero definitivamente no son los indicados.

—¿Por qué tu madre te protegía demasiado? —Preguntó de repente.

—¿En serio recuerdas eso? —Reí, ¿Cómo es eso lo primero que se le ha ocurrido en un momento como este?

—Es algo que ha venido a mi mente, mencionaste estrés postraumático y algo sobre perderte a ti también así que estoy curiosa. —¿Yo mencioné eso? ¿Cómo es que no lo recuerdo?

—Está bien, ya has contado bastante hoy así que creo que es mi turno de compartir información. —Me aclaro la garganta y rasco levemente mi nuca, es la primera vez que se lo puedo contar a alguien que no sea un profesional de la salud mental.

—Está bien, no debes contármelo ahora.

—Quiero hacerlo, no lo he intentado siquiera, solo mi psicóloga conoce mi perspectiva de la historia. --Ella asintió en silencio, dobló y levantó sus piernas para acomodarlas, nunca entendí cómo consiguió esa pose estando en un columpio sin caerse. Supongo que ser genial le salía natural.

Esa noche compartimos nuestros secretos y nuestras sonrisas. Como dos niñas que jugaban en un jardín, o tal vez como dos ancianas que se reencontraban luego de mucho, lo cierto es que no importaba lo mal que la estuviéramos pasando cuando estábamos juntas. Hablábamos de cosas triviales, hablábamos de la escuela, del pasado.

Hablábamos sin parar sobre cualquier cosa y eso me gustaba, saber que ella podía llegar a hablar tanto como yo, siento que no se le daba la oportunidad de ser ella misma la mayor parte del tiempo —ni siquiera con sus amigos. — Aunque el clima fuese tan frío, yo solo sentía calidez.

El parque se volvió un punto recurrente, donde nos sentíamos seguras siempre pues, sabíamos que al final del día la otra estaría ahí, esperando; y que, al llegar, ambas estaríamos a salvo en ese lugar, en nuestro lugar. La brisa helada nos acompañaba, pero en mi cuerpo no existía frío alguno. Sentía algo dentro de mí empezar a arder.

Algo estaba floreciendo y yo parecía no darme cuenta, tal vez las cosas habrían sido diferentes si lo hubiera notado a tiempo, tal vez lo habría evitado, tal vez arrepentirse es inútil, tal vez es mi culpa. Vera, o Maia, volvió a la escuela una semana después de lo sucedido. Les dije a los chicos que nunca fui a su casa, Sophia me lo reprochó, pero olvidó el tema bastante rápido, Maia les dijo que tuvo que salir de la ciudad y, por ser ella, no le exigieron detalles pues sabían que no diría más y que era mejor no molestarla.

Sin siquiera notarlo, nos acercamos al primer evento escolar del año. Una especia de feria se aproximaba rápidamente y eso sólo podía significar una cosa, trabajar en equipo.

—Esta temporada somos los encargados del evento principal, así que aprovechemos este honor y hagamos un buen trabajo. ¡Enorgullezcan a su clase y dejen sus nombres en alto!

Nuestro maestro de aula intentaba alentarnos, pero, de solo pensar en todos nuestros pendientes aparte de la feria, solo rogábamos terminar pronto con el tema. —Queridos estudiantes, no se desmotiven. Sé que el evento principal es algo importante y por eso es que ha sido asignado no solo a ustedes, sino que también a la clase de al lado. Todos en su año estarán trabajando en equipo ¡Compartan la carga en iguales!

El profesor finalizó su pequeño discurso, el salón se inundó de aplausos y silbidos, lucen felices de trabajar con la clase de al lado así que, supongo que deben llevarse bien. Al ser nueva ni siquiera estoy segura de haberme cruzado con alguien de ahí y nunca he sido realmente buena para socializar, así que estoy un poco nerviosa.

—¡Por fin trabajaremos con la clase de al lado! —Habló Sophia, parecía igual de emocionada que los demás.

—¿Por qué la emoción? ¿De qué me he perdido? —Pregunté, ella me miró sorprendida y luego recordó. Claro, no hay forma de que yo sepa nada siendo nueva.

—A Sophia y a todas las demás aquí les emociona porque significa verlos todos los días. Hay chicos muy atractivos en esa clase. —Agregó David. Maia se mantenía cruzada de brazos mientras observaba la escena, tenía el ceño fruncido y no pronunciaba palabra alguna.

—¿Y ya? Pero eso no asegura que tengamos éxito en el evento.

—¡Esa es la mejor parte! Dónde sea que ellos estén, será un éxito con el público, mucho más por Ethan—Sophia luce más entusiasmada de lo normal, hasta podría jurar que vi corazones en sus ojos. Me pregunto cómo serán esos chicos, no creo que sea para tanto.

Estaba en lo cierto. Son atractivos, pero encuentro un problema que los demás parecen pasar por alto... Sus personalidades son muy peculiares. De acuerdo, con peculiares quiero decir que directamente no tienen personalidad. 

Es desesperante ver lo mucho que los adoran por sus rostros, parecen hipnotizados por esos tres chicos. Vi uno caminar en mi dirección; oh, no, hoy no. Corrí rápidamente hacia mi grupo, Sophia se emocionó por el chico que caminaba hacia nosotros, David ni se inmutó y Maia tampoco.

—¿Por qué les huyes? Deben querer acercarse a ti, eres un rostro nuevo. —Dijo David y yo lo miré raro. --Carne fresca. --Agregó, con un tono claramente pícaro y sugestivo, en respuesta fruncí el ceño.

—No debemos perder el tiempo, tenemos trabajo por hacer. —Dijo Maia por fin, quien se había mantenido en silencio durante, básicamente, todo el día.

No era mentira, sí que teníamos mucho por hacer. Tanto que nuestro profesor decidió pedirnos agregar a alguien más al grupo para ayudarnos con la tarea que habíamos escogido. Afortunada, o desafortunadamente, un muchacho apareció frente a nosotros casi inmediatamente luego de que nuestro profesor terminara de darnos las instrucciones.

—Malditos, así dicen ser mis amigos —Lo oímos maldecir, al parecer su grupo de amigos lo empujó hacia nosotros (eso parecía al menos.) —Hola, lo siento, ni siquiera los conozco.

Ese fue el inicio de un drama muy extraño. No creí que tendría un papel importante en mi vida, pero se volvió tan relevante que siento que debería contar esa parte también. Creo que la presencia de ese muchacho contribuyó a que otras cosas sucedieran, como si de un efecto mariposa se tratase. ¿Quién habría conseguido predecir semejante coincidencia? 

UntitledDonde viven las historias. Descúbrelo ahora