EL CANTO DE GEMA
Nos remontamos al año 642 en la majestuosa ciudad de Alejandría donde Liam, Alain y Gema intentan persuadir a un guerrero beduino llamado Zain de no quemar la mayor biblioteca de todos los tiempos.
Ellos tiene que darle a Zain buenas historias para convencer al califa Omar que la biblioteca puede aportar mucho al mundo, que los libros que ahí se guardan no contradicen el Corán, muy por el contrario lo reafirman. Es el turno de la chica hacer buena vista a los astrónomos para poder salvar su tan preciado museo.
Narra Gema
Observar el cielo es, aún en nuestros días, un oficio tan peligroso como el del soldado. Más tal vez, pues el astrónomo está solo, sin un ejército que le respalde. Solo ante los príncipes que, no contentos con reinar sobre la tierra, desearían convencer a todos que su turno les ha sido entregado por los cielos; solo ante los sacerdotes y los oráculos, que temen que la explicación del movimiento de las estrellas o el anuncio de un eclipse desvelen los misterios sobre los que basan su poder; solo ante los terrores y las supersticiones del pueblo, que considera al astrónomo culpable de los seísmos, inundaciones, hambrunas, sequías pues se ha atrevido a aventurarse por los dominios de los dioses y los demonios...
Y, sin embargo, el astrónomo sigue explorando el cielo, recorriendo los astros, cabalgando los planetas, contemplando el Sol cara a cara. Allá arriba, olvida la mazmorra o el hacha del verdugo que le amenaza.
Harry Styles era el más imprudente de todos ellos. De igual modo que su maestro Euclides, estaba lleno de su ardor e insolencia. Cuando lanzaba, antes sus colegas una de esas hipótesis revolucionarias tan propias de él, más de uno se estremecía de terror y miraba a su alrededor temiendo que se les escuchara un espía de los sacerdotes.
En aquel tiempo, Hacía 270 a.c., Alejandría había destronado a Atenas en el campo de la astronomía. Pues también allí, según había querido Euclides, observar el cielo no era ya cosa de filósofos y poetas, sino de geómetras. Observar, medir, calcular, esas serían en adelante las palabras claves. Sólo un hecho estaba demostrado: la Tierra era redonda. Se aceptaba lo que era la única verdad desde Platón y su alumno Eudoxo, esa bola en la que vivimos estaba inmóvil en el centro de todo, y el Universo giraba a su alrededor.
Harry quiso poner en juicio esta afirmación. Creía que podría permitírselo todo: Niall, el rey, ocultaba sus despropósitos y el bastón que se le había sido heredado de Euclides era para el sabio un excelente aval. El palo le servía de herramienta de trabajo. Iba a clavarlo en pleno desierto, en distintos lugares según la hora y la estación, a modo de reloj solar, y su sombra le permitía medir mil y una distancias celestes.
Pero un día decidió publicar su trabajo en un libro llamado: Las magnitudes y las distancias del Sol y la Luna. La obra causó gran escándalo. El sumo sacerdote de la diosa Egipcia, el más importante personaje religioso de Alejandría, solicitó al rey una audiencia inmediata. Y este, ante la gravedad del hecho convoco a Harry ante un consejo restringido. El rey era seguidor de las enseñanzas de Harry, sin embargo cuando este apareció dio la palabra a la acusación.
-He leído tu libro- dijo el sacerdote - No soy experto en estas cosas y tal vez lo he comprendido mal. Si ha sido de ese modo un sabio como tú debería...
-No he hecho más que calcular la distancia que separa al Sol de la Tie...
-Sin duda, sin duda -interrumpió el sacerdote-. Pero esa distancia me parece inmensa.
- Entre dieciocho y veinte veces la que nos separa de la Luna.
-Entonces, si el Sol esta tan lejos como dices, o como yo he podido comprender, es mucho mayor de lo que parece.
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Las Estrellas Y La Arena (Larry Stylinson)
FanfictionHarry Styles desafía los actuales conocimientos acerca los astros, planetas, estrellas y constelaciones, buscando la verdad acerca de estos, utilizando como único recurso la noche, la lógica y el tan sagrado Bastón de Euclides.