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Virgen. Maldita sea.
Le había dicho a su amigo virgen que abriera las piernas en la puta cocina ¿es que acaso se podía ser más estúpido?

En su defensa, él no lo sabía, ¿cómo podría saberlo? No es como si fuera un tema común con sus amigos, bueno, quizá con sus otros amigos si, pero definitivamente no con Yangyang.

Sabía que tenía una cara de pánico y no quería que el menor creyera que era algo malo, no era algo malo... cada quien podía vivir su sexualidad como quisiera pero, mierda, Yangyang tenía veintiocho años y era precioso, ¿cómo podía ser virgen?

Las palabras de Jaehyun resonaron esa mente de nuevo "...es más romántico en ese sentido... él quiere todo eso de una familia y muchos cachorros en una casita con jardín..." claro, Yangyang no sería de los que van de cama en cama buscando diversión, él quería compromiso, atención, fidelidad... amor.

Y se había guardado todo este tiempo, para que su amigo imbécil lo quisiera follar en su puta cocina... y ni siquiera sentado, joder, él en serio se había excitado con la idea de tomar a Yangyang de espaldas, besando su cuello y apretando su cadera. Aún seguía excitado, pero intentaba controlarse porque ahora era diferente, la nueva información había cambiado todo.

Él ni siquiera podría hacerlo en su apartamento. Sí o sí tenía que ser especial, aunque no fuera a ser ese alfa con el que el omega formara su familia o tuviera planes serios a futuro, no podía ahora solo tomarlo y ya, no cuando sabía que sería el primero.

El primero. Santa mierda.
Él sería el primero en tocarlo, en sentirlo, en besar su piel, en verlo desnudo, en rozarle cada curva de su cuerpo.

El primero en escuchar sus suspiros, en ver sus ojos cristalizados por el deseo. Sería el primero que entraría en él, en poseerlo. En llevarlo al éxtasis.

Mierda. Mierda. Mierda.
Se sentía más excitado que hace un momento.

Sin embargo, su lobo sacó un recuerdo a flote, uno que logró ponerle la mente fría. La idea de que Yangyang estuvo a punto de entregarse a un completo desconocido en un baño del bar lo enfureció, la poca delicadeza y atención que ese alfa estúpido pudo haberle dado. El poco cariño con el que pudo haberlo tocado.

No.
Su primera vez sería especial.
El mundo le debía a Yangyang eso y se encargaría de dárselo.

—¿Hendery? —la voz llegó suavemente hasta su mente, él clavó su mirada en el sonrojado omega que estaba frente a él, viéndolo fijamente con lo que podría ser vergüenza.

Tenía que hablar, tenía que calmar a Yangyang. —Lo siento yo... solo estoy, sorprendido.

—Sorprendido.

—Sí, es solo que... no me esperaba que tú, fueras...

—Virgen.

—Sí.

El menor asintió, sus manos apretándose entre ellas de nuevo, su labio inferior se abultó apenas— ¿Es algo malo?

—¡No! Yang, no... —exclamó, sus ojos abiertos en pánico, sus manos tomando automática el rostro del menor, intentando unir sus miradas— Para nada, no es malo... es tierno, es... inesperado. —murmuró, sintiendo el corazón latir en pecho de manera acelerada— Es que eres tan... precioso, que... me sorprende que nadie haya... intentado avanzar.

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro del contrario, se encogió de hombros, inclinando su rostro un poco al lado izquierdo— No es que nadie intentara, yo no quise.

—Eso tiene mucho sentido. —soltó el rostro contrario con suavidad, intentó evitar sentirse celoso, en serio intento— Quizá uno fue, ¿Sungchan? —preguntó, recordando vagamente al alfa que se había vuelto muy cercano a Yangyang durante el año de intercambio.

Quiero un bebé (contigo) | HenYangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora