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DULCE EVA

12 de agosto de 1167 d.C

He buscado por todo mi castillo y ya no me queda ni una sola gota de sangre para beber, tras tantos años tendré que volver al pueblo y buscar algunos humanos para satisfacerme. Me haré un gran festín únicamente para mi persona.

13 de agosto de 1167 d.C

Estoy en el pueblo, sin embargo, estos humanos no llaman para nada mi apetito; su sangre parece rancia, aguada, espesa, de mal gusto. Mientras más pasan los años en este pequeño planeta más difícil es conseguir humanos dulces y en buenas condiciones. A veces siento que debí hacerle caso a mi padre cuando dijo que cuidara bien de mi herencia, se supone que la sangre debía durar como mínimo doscientos años más.

Di un gran paseo por este estúpido pueblo, no hay nada que me guste…aunque, un momento ¿Qué es ese aroma tan agradable y dulce?, creo que al fin encontré a alguien que vale la pena.
Tengo que acercarme y averiguar de quién se trata. Vi a una linda dama, con un vestido algo viejo y sucio al lado de unos asquerosos ancianos, asumo que son sus padres. La vigilaré un poco antes de llevármela a mi castillo. Esperé mucho tiempo, por fin se van a su casa. Para no hacerlo muy obvio me transformé en un murciélago y me camuflé lo mejor que pude para seguirlos.

Observé a la joven dama desde afuera de la casa, cenó y luego se fue a la cama rápidamente; sus padres le desearon buenas noches y pude saber su nombre. EVA… Dulce Eva, pronto serás mi comida hasta que no quede nada. Volé hasta la ventana de su habitación y esperé a que se durmiera, entré con cautela e hice aparecer dos grandes, brillantes y filosos colmillos de mi boca de murciélago. No tuvo tiempo para siquiera reaccionar, mientras volvía a mi forma humana ella me miró aterrada y yo la cargué como si fuera una princesa para saltar de su ventana e ir a mi castillo.

14 de agosto de 1167 d.C

Me muero de hambre, tengo mucha suerte de haber encontrado a esa dulce Eva en este pueblo, de no ser así seguramente tendría que haber viajado a otro pueblo y eso sería algo desesperante. Encerré a mi dulce Eva en una habitación especial del castillo, allí solían dejar a los humanos para luego sacarles la sangre. Yo personalmente, no tengo intenciones de ensuciarme con esto y también quiero que dure; abriendo la puerta de tan aclamada habitación escuché los sollozos de esta joven, lo cual sinceramente no me importa, tengo hambre. Tomé una herramienta especial para succionar algo de sangre, no lo haré de una sola vez o me quedaré sin nada, tendré que acostumbrarme a esto llamado “ahorrar”.

A ella parecía dolerle todo este proceso, no la culpo, sinceramente no tengo ni idea de donde debo pinchar para hacer esta extracción. La miré y ella a mí, abrió lentamente su pequeña boca con esos delgados labios suaves y me comenzó a suplicar que me detuviera, que tenía familia y no sé qué. Sonreí tiernamente como un niño y le dije que no en seco, entonces se puso a llorar como desesperada; me comenzó a estresar un poco y tomé un mazo pequeño que estaba cerca, la golpeé fuerte en la cabeza y le grité que se calle de una vez. Cayó al suelo inconsciente, luego tomé mi sangre y me di cuenta que estaba espesa. Que asco…esta maldita mujer arruino la sangre por ponerse a llorar como tonta. Pensé por unos minutos, tenía tanta hambre que tomaría lo que fuese, entonces bebí su sangre y sorprendentemente no estuvo nada mal, era deliciosa como un buen vino.

2 de septiembre de 1167 d.C

Me sorprende que el tiempo pase tan rápido y mi dulce Eva siga con vida, todos los días saco un poco de su sangre.  Últimamente me doy cuenta que su actitud ha cambiado, ahora se pone feliz de verme y me dice que tome toda la sangre que se me dé la gana, es estupendo porque así su precioso liquido brillante como mi mejor rubí sale perfecto.

Eva comenzó a hablar conmigo, me contaba cosas de su patética vida con esos humanos repugnantes, entonces la golpeaba cada vez que hacía eso, su voz es divina, pero me irrita oírla tanto tiempo. Continué haciéndolo por mucho tiempo hasta que una vez lloró de nuevo, pero era diferente al llanto de la primera vez; le di unas cuantas cachetadas y jale su sucio cabello con fuerza, me miró con sus ojos rojos mientras dejaba caer muchas lágrimas por sus mejillas y me decía que continuara golpeándola, que lo hiciera más fuerte. Quedé algo desconcertado pero la verdad lo disfrutaba mucho así la golpeé muy fuerte y ella lloraba todavía más, su llanto de sufrimiento me ponía feliz.

7 de octubre de 1167 d.C

En esta ocasión ocurrió algo extraño, diferente e inusual; como de costumbre fui por mi sangre de todos los días y Eva me miró con sus ojos agotados de tanto llorar, entonces me habló con una voz débil pidiéndome que la hiciera su esposa, decía que me amaba con todo su ser y que si lo hacía tendría mi sangre hasta que ella muriese de vieja. Confesó ante mí que si me casaba con ella no tendría razones para suicidarse. Pensé que estaba loca, porque así es, lo está, como cada mísero humano. No podía dejar que acabara con su vida, si eso pasaba no tendría la misma dulce sangre de nuevo. La miré a los ojos fingiendo una sonrisa y acepté su horrible propuesta, pero el hecho de que nos casemos no alterara para nada sus condiciones.

15 de octubre de 1167 d.C

Es el día de nuestra boda, al menos ese fue el trato de hace ya una semana. Eva dijo que quería usar un vestido para esta ocasión especial y le dije que me encargaría personalmente de eso. Hoy mismo fui a la parte de atrás de mi castillo donde había un cementerio familiar, busqué la tumba de mi bisabuela, tome una pala y comencé a cavar; vi el polvo de aquella familiar difunta y sobre el estaba el vestido blanco con el que la enterraron, acto seguido tome el vestido y lo mire: estaba sucio, olía muy mal, tenia partes rotas o como quieran decirle, en resumen, estaba asqueroso, es por eso que este vestido es perfecto para mi dulce Eva, es igual de putrefacto que ella. Me apresuré a llevárselo con mucha emoción, humillarla me hace sentir de maravilla. Ella sonrió al verme y preguntó si podía tomar un baño para arreglarse y demás, obviamente le dije que no en seco diciéndole una pequeña mentira; le hice creer que ya se veía hermosa estando así y que solo le faltaba el vestido, se lo di y ordené que se lo colocara de inmediato frente a mí. Me sorprende que lo haya hecho, vi su cuerpo mugroso y desnudo ante mis brillantes y perfectos ojos, sentí mucho asco así que le grite para que lo hiciera rápido pues tampoco tenia todo el día ni tiempo del mundo para esta ridiculez. Se arregló rápido, me reí un poco de ella, era tan ingenua y estúpida.

Fuimos a uno de los jardines, me aseguré de que fuera el mas descuidado para que quedara acorde con Eva. No había invitados, comida, cura o decoraciones, solo llevé dos anillos: el mío era brillante y de diamante con algunos rubíes, el de ella era uno oxidado que me encontré por ahí. Lo coloqué en su respectivo dedo al igual que el mío, ella se emocionó y solo pensé que no había ser viviente más imbécil en todo el universo.

Luego de eso la llevé a una habitación con una cama en el centro y amarré sus manos a ella, pensaba que hacer el amor con ella seria divertido, en especial porque tengo mi propia manera de realizar este acto: rasgue su vestido y la vi desnuda nuevamente, ella parecía algo tímida y nerviosa pero feliz al mismo tiempo. Detesto su forma de ser, le grité como nunca insultándola con todas las palabras que conocía, la maldije, la golpeé y entonces hice el amor con ella, pero no con mi cuerpo si no con un cuchillo; se lo metía y sacaba de su parte inferior y gritaba de dolor, esto era tan divertido que decidí usar este mismo cuchillo para cortar lentamente sus senos, quería escuchar que me pidiera más, pero pasó algo inesperado, me pedía que parara. Golpeé su rostro con el cuchillo tan pronto dijo eso, fue como un insulto. Continué con mi acto de placer hacia ella hasta que la vi bastante pálida, fue entonces cuando caí en cuenta de que había muerto y comencé a desesperarme, tome toda la sangre que pude y la guarde.

18 de octubre de 1167 d.C

YA ME QUEDÉ SIN SANGRE NUEVAMENTE….