Capítulo 1. Alma Perdida

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Sus pasos eran pesados, provocando que el calzado rojo se hundiera silenciosamente en la arena. Sentía la boca seca, ya ni siquiera su piel transpiraba, y los latidos de su corazón eran lo único resonando en sus oídos ante tanto silencio.

Al menos agradecía la túnica blanca que llevaba cubriéndole desde la cabeza, era lo único que podía protegerlo del sol al ir surcando las huellas por el majestuoso desierto Tottori.

Esa tarde era calurosa, más de lo que estaba acostumbrado. Si bien, en los tiempos de verano había experimentado algunas veces los 28° grados, Izuku no estaba acostumbrado al calor del desierto. Probablemente estarían a más de 36°. Pero no tenía un instrumento tan caro como el termoscopio para comprobarlo.

Sintió frustración al no saber nada de la hora, ni de la área geográfica en la que se hallaba e inconscientemente empuñó las manos.

- ¡Au! - El ardor de las quemaduras en sus manos, le hizo sentirse más despierto por un breve momento. Suavizó ambas manos para ya no rozar su piel lastimada entre sí.

- ¿A dónde vamos? - Se animó a cuestionar esa caminata sin fin a pesar de sentir la garganta seca. Aunque probablemente sería ignorado de nuevo como las primeras dos horas del camino.

Suspiró al no recibir una respuesta y perdió la mirada en la arena para evadir el sol. Sin embargo, sintió el tirón en sus muñecas con fuerza y al levantar la mirada, encontró la sonrisa burlona de quién escuchó, llamaban Dabi.

Era él, quién custodiaba su andar a través de las sogas con las que le habían amagado los brazos y manos tras capturarlo.

Si tan sólo hubiese podido controlar mejor su don...

- ¿Ya te cansaste? - A pesar del tono de voz, el albino parecía más divertido que preocupado por la forma en que ensanchó su sonrisa.

- Necesito descansar, hace mucho calor.- Él era nacido en los bosques y las tierras altas de Japón. Jamás había viajado a la región Sureste. Sus pies quemaban a pesar del calzado ante el calor de la arena.

El más alto se giró y continuó caminando, ignorándolo. Acción que lo hizo caer y desplomarse de rodillas, causando un sonido hueco.

Escuchó una risa del hombre lagarto y también le siguió la única mujer del grupo aunque no para reírse. De todos, parecía ser la única cuerda de ahí al preocuparse.

- ¡No, Dabi, no seas cruel! - Izuku escuchó los pasos apresurados de la chica acercarse. Ante su malestar y el dolor de cabeza que comenzó a abrumarle, solo vió la silueta de túnica oscura posarse frente a él en contra luz.

- No lo quieres aún muerto, ¿O si? - La sonrisa y mirada que vió tan cerca de sí al enfocar la visión, le aterró. Se arrepintió enseguida de haber creído que era la única cuerda de sus captores.

- ¡No voy a morir! - Se defendió, y al no tener sus manos libres para apartar a la mujer, sólo ladeó el rostro para no verla.

- Realmente no me importa si mueres ahora o no. - Comentó Dabi con simpleza y arrojó las sogas al suelo. Su único propósito era alejar a ese insignificante pueblerino lo más posible de las tierras del Reino de Fuego. Y por la forma en que se quejaba del calor, lo más probable era que fuese su primera vez en el desierto.

Dabi sonrió apenas de manera perceptible, y esa expresión puso más en alerta al de ojos esmeraldas. Pero frunció el entrecejo al sentir los ojos analizadores del albino.

El de ojos turquesa aún no entendía por qué cuándo le advirtieron de una pieza clave para su destino, sería alguien tan irrelevante como él. - Te lo dije. No me importa mocoso. Así que a partir de aquí, sabes si nos sigues o prefieres morir en el desierto.

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⏰ Última actualización: Jul 08 ⏰

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